Live Review

Chancho En Piedra en Movistar Arena: Confiemos que el tiempo será mejor

Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Andie Borie

 

El 2018 empezó una nueva etapa para Chancho En Piedra que, según aparenta, es la que terminaría derivando en lo que estamos viviendo esta semana en el Movistar Arena. Ese fue el año en el que el miembro fundador y compositor, Pablo Ilabaca, se retiró de la banda en busca de fortalecer sus horizontes en nuevos proyectos.

Sin embargo, esto no significó que banda dejará de tocar. C-Funk entró de inmediato a la banda a parchar el trabajo de Pablo, supuestamente por un tiempo pero finalmente se terminó quedando. Incluso, eventualmente terminarían por salir dos sencillos con el como guitarrista, uno de ellos con el mismo a la voz (Todo Se Me Pasa).

Lo que parecía la instalación de una nueva etapa fue quizás el último aliento antes de tomar la decisión de separarse. Da la impresión de que para una banda con la tenacidad de los Chancho era impensable esta opción, al menos en la época de Pablo. Pero quizás las circunstancias que rodeaban la falta de energía terminaron por hacerlo inevitable. Consideremos que, como el mismo lo expresó en sus redes sociales, para C-Funkes más bien un voy”, haciendo referencia al nombre del concierto de despedida: Voy Y Vuelvo.

Como todas las bandas que preparan conciertos de despedida para sus separaciones, se da una correcta impresión de que se trata de una decisión pensada y el llamado al concierto de despedida es también el llamado a acompañar al proyecto en la difícil decisión. No es lo mismo que separarse sin preparar ningún evento. Y no es loco decir que si hay algo que definió la tónica del concierto de ayer fue esto mismo.

Fueron cuatro horas y media por las que pasaron 52 canciones. ¿Fue cansador? Para cualquiera. ¿Valió la pena? No solo valió totalmente la pena, todo el Movistar Arena tenía claro que estaban en el marco de un compromiso. La banda lo estaba dando todo en el escenario y los Hermanos Marranos lo estaban dando todo al frente.

Esto sin considerar que venían llegando de una gira donde tocaron cerca de tres horas en cada concierto fuera de la capital. Sobra decir que, en la tónica de la familia marrana, no fue poca la gente que los acompañó en distintas ciudades.

Cada uno de los hits se vivieron como si fueran la (pen)última vez que se escucharían en vivo. Tocaron un montón de rarezas y casi todas fueron recibidas con muchísimo ánimo, dejando su carácter de rareza en un plano secundario. Entonces al final el ánimo se hacía uniforme en un concierto cuya estructura terminó por ser bastante impredecible e irregular, pero en el mejor de los sentidos. La trayectoria de la banda y el hecho de que fuese un concierto privado y exclusivamente de ellos les dio la facultad de lanzar las canciones sin demasiada preocupación por ordenar el repertorio de una forma más “oreja”. Era para fanáticos.

En general cualquier concierto de esta extensión termina por perder la jerarquía. De hecho, quizás pasa como un despropósito repasar el setlist completo. Por supuesto que siempre hay un orden pensado, pero de repente no hay mucha diferencia entre si una canción la tocan en un momento determinado o 45 minutos después. Igual es válido decir que, para una banda que tiene esta cultura de presentaciones en vivo, donde siempre que tienen conciertos especiales arman alguna parafernalia particular (estamos hablando de una banda que cuando cumplió dieciséis años hizo un concierto en el Teatro Teletón donde literalmente tocaron todos sus discos de forma íntegra en una presentación que duró todo el día), fue interesante que se limitaran a simplemente desplegar las canciones. No existió una estructura cronológica o temática. Salvo algunas puntuaciones, era toda la carne a la parrilla.

Refiriéndonos a las puntuaciones. Por ejemplo, incluyeron un número circense que se extendió por múltiples canciones (como en uno de sus conciertos históricos; El Gran Circo de Los Hermanos Chancho En Piedra) o también subieron un coro completo al escenario hacia el final (como en otro de sus conciertos históricos; La Porcina Comedia).

Se guardaron el celebradísimo Ríndanse Terrícolas, hacía el final lanzaron varias que habían omitido en preferencia de otros discos. Digamos que una buena parte del concierto se limitó a Peor Es Mascar Lauchas, La Dieta Del Lagarto, Marca Chancho y El Tinto Elemento (aparte de Bola De Fuego, que fue la segunda que tocaron). Eventualmente se sumaron canciones de otros discos, aunque el Funkybarítico Hedónico Fantástico también se guardó hasta casi el final. Igual, por una buena parte del concierto se rechazaron los medleys, entonces salvo que se saltaran alguna sección, en general estaban tocando las canciones completas (y habían algunas que si bien estaban tocando regularmente, hace mucho que no las tocaban completas).

Existieron algunos bloques interesantes, como el de Lolín/Güeina/Patá En La Raja, que fue uno de los puntos altos para el mosh. O el ya clásico La Telaraña/Hijo Del Diluvio (Congreso)/El Largo Tour (Sol Y Lluvia). Y en general las canciones más famosas sirvieron como puntuación siempre. Destaco particularmente Historias De Amor y Condón porque todo el recinto estaba comprometido en alma con aquello que la banda estaba tocando.

De nuevo, el nivel de energía en el público era digno del de cualquier barra futbolera. Cuando tocaron su canción homónima, se presentó un aire de “este es la (pen)última vez que vamos a bailar con esta canción” y esa gente que llevaba más de cuatro horas de pie no tuvo ningún problema con armar múltiples mosh y desordenar el ambiente. Por una (pen)última vez. Ese pogo fue nuestro baile del final de Aftersun, de Charlotte Wells.

Bueno, la banda vuelve a tocar el domingo en el mismo lugar, esa vez con el local lleno. Seguramente sea una experiencia igual de increíble que la vivida ayer e incluso seguramente sea más largo y mejor. Hay canciones que igual son de interpretarse regularmente pero que ayer omitieron, dígase Almacén, Lopophora o Todo Se Me Pasa. U otras que no necesariamente son regulares pero si tocan en eventos especiales, como No Quiero Verte o Pregonero.

Seguramente nadie que no tenga una relación cercana con la banda pudo haber salido descontento de la experiencia de ayer. Era bastante improbable que su despedida no estuviese a la altura. Y si, lo más seguro es que vuelvan, ¿qué otras bandas hay que tengan este amor por tocar? Además, se llama Voy Y Vuelvo. Si, es una referencia a una de sus canciones (cuyo nombre en sí es una referencia a la obra de Nicanor Parra), pero tampoco puede ser una elección al azar. Confiemos que el tiempo será mejor.

Sobra intentar hacer cualquier conclusión. Fue hermoso, fue emotivo, fue cansador, fue digno de un concierto de los Chancho En Piedra. De nuevo, nadie esperaba otra cosa. Son más de veinticinco años tocando y, bueno, si tomaron la decisión de despedirse, no iban a hacerlo en actitud minimalista. Diría que sí, obviamente el concierto fue un repaso por su extensa historia, pero la sensación era tan ensimismada que al final se trataba de estar ahí y vivir lo que se escuchaba ahí. No había tanto espacio para la nostalgia al momento de vivir un evento tan descomunal.

Ojalá se disfrute al máximo el domingo, será muy emotivo. Viva Chile mierda y…


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