Escrito por Ricardo Parra
Fotos por Martín Obreque
El show del artista dio comienzo puntualmente a la hora acordada por la productora Lung. A las 18:45 partió la presentación de Joshua Redman en el recinto de Aldea del Encuentro en La Reina, con un público sumamente conectado y ansioso por la llegada del esperado espectáculo.
Al entrar en el escenario el trío de artistas –Phillip Norris en el contrabajo, Nazir Ebo en la batería y Joshua Redman en el saxofón–, los espectadores presentes se resaltaron en la emoción de poder verlo y de inmediato lo expresaron a través de una cálida bienvenida a través de gritos, aplausos y celebraciones. El músico comenzó con un agradecimiento sincero a su público tratando de adaptarse al español, para posteriormente expresarse en su idioma natal y comunicarse en inglés por sus problemas en tratar de usar el idioma en su segunda ocasión presentándose en esta gran franja de tierra que es Chile, lo que no fue una dificultad notoria en sus seguidores presentes ya que fueron muy receptivos y comunicativos con este.
De lleno con lo que fue el show en sí cabe destacar el tremendo desempeño que mostraron los músicos sobre el escenario, acompañados por un sonido en directo sumamente limpio que conformó un espectáculo de jazz increíble para el público. El protagonismo que tuvo cada parte en las canciones era sencillamente desbordante en cuanto a calidad y transmisión de sensaciones, como bien lo expresa su género y las propias composiciones de Joshua, en las que a través de las diferentes estructuras se lograba conectar con el profesionalismo que emitían los músicos a través de sus instrumentos y desempeño, generando una permanente conexión entre todos los asistentes que tuvo en un constante éxtasis a los espectadores de la presentación, la que ya estaba predispuesta para la mayoría que se encontraban allí para el show, que notoriamente reconocían las canciones y seguían parte de su estructura a través de tarareos, pero principalmente al dejar espacios de silencio y aplausos en las partes correspondientes en el transcurso de las piezas.
Esto último se evidenciaba en momentos en los que tanto la batería como el contrabajo y el saxofón tocaban sus extensos solos, donde los oyentes esperaban para estallar en celebración al llegar el coro de la canción y aplaudir esa constante muestra de talento sin declive en cada canción, mientras que en otras ocasiones cuando tomaba mayor importancia alguno de los instrumentos por sobre los otros de manera temporal, se formaba una ambientación más bien algo tensa y cautelosa focalizada en quien llevaba el protagonismo del show en ese momento, que en la mayoría de las ocasiones fue Joshua con su increíble performance.
La presentación a grandes rasgos y de manera general fue esa dinámica, claramente con notables intervalos y variaciones que se sintieron para los seguidores en cada composición que se exhibió. La sensación de lo increíble que era presenciar el nivel de música del que la gente fue espectadora era notable, al ver a todos maravillados y sonriendo por lo que se contemplaba fue algo unilateral para todos, algo desbordante que remarcó en todo el ambiente de principio a fin, de lo que Joshua Redman fue protagonista y dirigente en todo momento.
En la conclusión de su espectáculo acentuó el agradecimiento y satisfacción por estar con su público de Chile, la llegada y la relación que tuvo con sus fans durante el evento fue algo que en todo momento expresaron ambas partes, siendo más efusiva por parte del público al presenciar a los artistas y su prodigiosa muestra musical.
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