Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Aarón Castro
Hay veces que el fiato de Chile con algunas bandas no es exactamente tal. En oposición, lo que en verdad existe puede ser el fiato con una moral o una retórica estética en alguna expresión artística. Con la música popular docta ha pasado algo así siempre. Es un fenómeno curioso. Pero ¿qué pasa cuando se entrelazan estas dinámicas con las caricias del sonido de un proyecto de post-rock? Algo cercano a una respuesta puede ser la reservada fiesta que se vivió ayer con This Will Destroy You en el Club Chocolate.
Desde el primer minuto que el ambiente tenía toda su onda. El Club Chocolate estaba lejos de reventar por la cantidad de gente, y toda la audiencia mostraba una actitud más bien cauta antes del comienzo del concierto. El progressive ambient del show de Jesse Beaman no solo funcionó como un mero teloneo, sino que el tono de su música (al menos en su presentación ayer) sí advirtió un prólogo a lo que luego se vendría con el post-rock de This Will Destroy You. Fueron presentaciones en la misma retórica y filosofía, aunque hay que reconocer que Jesse Beaman ganó en visuales.
Anunciado con mayor o menor bombo, una cualidad central de esta presentación de This Will Destroy You fue la interpretación íntegra del álbum homónimo, original del 2008. Y gran parte de lo que se puede decir del concierto es lo que se puede decir del propio álbum. ¿Qué canciones tocaron? Las mismas que están en el disco, no viene al caso mencionarlas. Si hay que decir que aquello a lo que el público accedió fueron, literalmente, versiones en vivo de aquello que conocían. Nunca mejor reflejado en esas palabras tan obvias. Pero en un contexto de música instrumental de cierto dogmatismo y reservas emocionales, aquello que manda es la parte visual, que no estuvo nada mal. De hecho, el concierto en general fue como un detrás de cámaras o el despliegue en vivo de una muestra de artesanía. Como se quiera ver.
Esa idea de que los conciertos temáticos implican, valga la redundancia, ser íntegramente temáticos en el esplendor de su propuesta, no fue abordada por la banda. Todo lo contrario. Ellos claramente saben cuál es el peso de las canciones, o mejor dicho, saben cual es el peso de los movimientos, de las figuras, de los riffs y los arreglos. Toda esa misma batería que ya estaba impresa en el material original se proyectó de manera bastante literal, con la salvedad del apoyo visual que es, prácticamente, la sola banda.
Quizás donde más destacó el atractivo de esta descompresión del homónimo de This Will Destroy You fue en el trabajo de la batería. El carácter repetitivo de esos beats no tarda en volverse hipnótico y algo psicodélico en su retórica. Ver eso en vivo era ver el corazón de la banda palpitar. Todos los golpes estaban tan bien calculados tanto en tiempos como en intensidad. Al mismo tiempo, contar con una batería gorda de sonidos profundos ayudó un montón a dar con el tono necesario para que toda esa densidad musical se sintiese orgánica.
Fuera de los altibajos estilísticos en las bellas melodías repetidas a lo largo de la recurrencia de las figuras machacantes en las cuerdas y su apoyo percusivo, para cuando realmente entraban los matices era cuando estas mismas figuras explotaban en cadencias más pesadas. De un segundo para otro, los músicos pasaban a cabecear, el batero a golpear y las luces a flotar. Eran alarmas de una bomba de sonido que caía sobre esa candente pasividad con la que la banda aparentaba estar desenvolviéndose. ‘Burial In The Presidio Banks» cerró el ciclo del álbum homónimo con ese mismo éxtasis. El disco había terminado, alguien habló, otro alguien gritó y, tras una pausa del rigor, el concierto siguió.
Lo que siguió fue una suerte de bis espiritual compuesto por ‘The World Is Our__’, ‘Dustism’, ‘New Topia’ y ‘Little Smoke’. Más o menos en un tono similar a lo mostrado anteriormente, aunque con cierta soltura que ahora les permitía el exilio del contexto del álbum. Fue una especie de zona libre para la música. E incluso se llegaron a vislumbrar esas búsquedas sonoras que en realidad son más propias de otras fases de la carrera de This Will Destroy You.
En cuanto a momentos de absoluto caos, ‘New Topia’ ofreció uno de esos cierres climáticos, probablemente el mejor de la noche y la jornada. ‘Little Smoke’ en verdad pasó más como un epílogo. La banda se despidió en buena onda, ellos mismos hicieron entrega de las hojas de papel con los setlist impresos e incluso se pasaron a saludar a la gente a un costado de la mesa de merchandising.
Se hacen muchas metáforas y analogías respecto a eventos de este tipo: no demasiado concurridos, pero tampoco de amplias pretenciones. Muchas veces parecen reuniones privadas dedicadas a unos pocos. Por eso hay tanta crítica que apunta a “los precisos”, “los que somos”, “los verdaderos fanáticos” y así. Para el caso de This Will Destroy You es un poco más complicado. No deja de ser una banda importante para la historia del post-rock, y un evento así de cálido y cercano en verdad no es otra cosa (menos una metáfora repetitiva) que eso mismo: un evento cálido y cercano. Los que fueron vieron algo en apariencia simple, pero en el fondo, de gran valor: ese segundo disco histórico, sin telón (figurativa, pero también literalmente).