Escrito por Tomás Pérez
Fotos por Aarón Castro Pino
En un arribo único y repentino a nuestro país, Haggard en Chile vino a dar una cátedra de sonidos, demostrando conocer a la perfección los elementos necesarios para construir la perfecta odisea sinfónica del metal.
Con algunos minutos de retraso, la demora en salir al escenario solo causaba efervescencia en el furor del público que se encontraba expectante para presenciar un verdadero relato épico referente al metal.
Una exquisita dualidad de sonidos
Una carrera de más de 30 años cosecha un número significativo de cosas, fanaticada, sonidos, premios, pero lo más importante de todo, la experiencia. Experiencia que Haggard demostró al 100% en el escenario. Mediante sus numerables músicos repartidos en, guitarras, batería, teclado, bajista, corista y cuerdas, exhibieron una compenetración única que tiró abajo la blondie -local donde se llevó a cabo la fecha-.
Y es que sus mezclas de música clásica, con metal y tonadas medievales, permitían al público oscilar entre un deleite sofisticado y complejo, para de pronto pasar a riffs y guturales que llamaban a desatar el caos en la pista. Entregando una experiencia única, con cada una de sus canciones interpretadas, puesto presentaban arreglos que les permitía durar varios minutos.
Performance destructora
Una gran parte importante de los sentidos, es la vista, lugar por donde comúnmente suelen captarse primeramente los estímulos, es por eso que lo visual forma parte importante de una experiencia completa a la hora de percibir un espectáculo. En este caso, Haggard se centró más allá de la escenografía, se enfocó en la actitud.
A la hora de interpretar, cantar, tocar instrumentos, la agrupación desprendió una energía única recurriendo a elementos clásicos del metal presente en recitales: headbangs, formas poco usuales de tocar instrumentos y llamados a la locura al momento de evocar los sonidos más distorsionados y potentes de la noche.
Saliendo cada vez más de los sonidos tradicionales, Haggard en Chile fue un gran recordatorio para el público, para las bandas y sonidos próximos, para incentivar y dar espacio a sonidos que fluctúen fuera de los cánones históricos.