Disco de la semana
Déjenme Dormir trae lo mejor del rock alternativo de los noventas a nuestros oídos con BRONCE. La segunda placa de estudio los reafirma como parte de la dinastía del nuevo indie chileno gracias a una espectacular demostración de talentos que evolucionaron motivados por el dolor, el hastío y el desamor.
Hay una conexión importante con la adolescencia en lo último de Déjenme Dormir. Si bien fue Neumonía, el primer álbum de la banda, el que exploraba la vida mirándola desde el final de esta etapa, es BRONCE el que encapsula las nuevas emociones, sentimientos y desafíos del sufrir joven-adulto a través de sonidos e influencias musicales que más de un corazón adolescente conquistaron.
Desde Smashing Pumpkins hasta Duster, Déjenme Dormir logra evocar lo mejor del indie rock y el rock alternativo de antaño para hacer de este álbum una pieza intensa y emotiva, capaz de equilibrar una dotación de pesados riffs de guitarra con atmósferas melancólicas, todo encapsulado en once canciones armadas en conjunto —a diferencia de los dos lanzamientos previos—, y esto último es algo que se nota y se agradece.
«Y todos los caminos me llevan hacia ti»
Así como ocurrió con el Apoyo Emocional de Estoy Bien, lo último de Déjenme Dormir también fue fruto de la colaboración entre sus miembros. Las canciones son más que sólo música: son piezas de una catarsis colectiva, armadas en la sala de ensayo e influenciadas y enfrentadas a las emociones crudas de la composición. ¿El resultado? Un disco que es elevado por el trabajo grupal, gozando de una cohesión lograda tras años de compañía y shows en vivo.
Algo clave a destacar de BRONCE es el cambio de fórmula en comparación a su antecesor. A diferencia de Neumonía, cuya energía desbordante era acompañada de una búsqueda por encajar ganchos coreables, BRONCE rehuye de la reiteración lírica y se preocupa de conectar en lo instrumental, haciendo de las guitarras una nueva voz predominante en sus canciones.
La experiencia de este disco es un constante vaivén entre la fragilidad y lo intenso, muy bien expresado por la impecable voz de Juan Diego, quien balancea su canto desde la suavidad del dolor —como bien se nota al final de “BRONCE”— hasta ese grito visceral, que no necesita ser gutural para transmitir su frustración, siendo “MONÓTONO LUGAR” una de las tantas interpretaciones destacables dentro del álbum.
Por ahí me comentaban en Instagram que “estos genios de la nada llegan y se sacan los mejores riffs del año” y sí, me parece que sí. Son elementos como este los que sacan a relucir la importante crianza grunge y rockera detrás de Déjenme Dormir, que ya desde sus primeras canciones habían demostrado una pasión por las buenas líneas de guitarra, pero que ahora —poniendo de ejemplo “PRUDENTE”, “FLECHA” y la ya mencionada “MONÓTONO LUGAR”— demuestran tener una sensibilidad magistral para esos riffs que te hacen pensar que naciste en la generación correcta y que el rock no está muerto. ele eme ele.
«Desgarro pequeñas piezas de mí»
Escuchar BRONCE es casi como ver una herida abierta y pulsante que intenta cicatrizar en cada canción para abrirse nuevamente al comienzo de la siguiente. El dolor permanece y en “INGENUO”, junto a Javiera Donoso de Candelabro, se presenta como un gran dueto con un espíritu notablemente influenciado por las sonoridades del Siamese Dream de Smashing Pumpkins.
Es en “RITUAL”, fácilmente una de las mejores canciones del disco, donde se materializa la idea de «sacar la costra y dejarla correr», todo esto musicalizado en clave de melancolía in crescendo. Donde los temas de Neumonía corrían, estas composiciones se arrastran, se desangran, y cuando se levantan con la distorsión no es más que para gritarle al cielo con las fuerzas que quedan y caer de nuevo.
“RITUAL”, por sobre sus hermanas, se me hace perfecta para sufrir en su intensa vuelta instrumental; para pegar la mirada al suelo mientras tu cabeza hace ese vaivén que te conecta espiritualmente con lo que escuchas.
«Es una pena que me gusta sentir»
Coqueteando con un sonido más atmosférico y ambiental, recogiendo piezas de neo psicodelia en el camino, Frañ de Inundaremos se une para cantar en “ARCO I”, otra de las joyas presentes en el álbum. «¿Y qué pasó acá?» se pregunta Juan Diego en medio de este quiebre sin respuestas, inesperado y doliente, dando paso a una explosión musical que a estas alturas del disco es un sello y, finalmente, a “ARCO II”, una pieza instrumental que se siente emparentada a los minutos finales de “Cimarra”, del álbum anterior.
Llegado el momento, “EN TU VOZ” retoma desde el outro de “BRONCE” para cerrar con broche de oro esta experiencia, rescatando en su clímax frases de “INGENUO” y “ARCO I” mientras la agónica voz de Juan Diego exclama que, quizás, sea mejor así. Es el final de muchas cosas, no sólo de este disco, y ahora que toda la rabia, toda la pena y todo el dolor fueron expulsados, puede que sea momento de cicatrizar.
BRONCE es una joya con todo el potencial de ser uno de los mejores álbumes del año, si es que no de la década, y eso se debe al talento que hay en Déjenme Dormir como banda, reconociendo también las labores de Juan Diego como productor de este trabajo y las de Emanuel Irarrazabal tras la mezcla y la masterización, porque vaya que suena bien.
Citando al Sello Casata: “BRONCE para Déjenme, oro para la música”.
Por Alexander Castillo
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Por Déjenme Dormir
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Sello Casata