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Mudvayne y ‘L.D. 50 (2000)’: Cuando el nu metal se puso progresivo

Escrito por Hernán Carrasco

El Knotfest ya está a la vuelta de la esquina, y el 2 de noviembre el Parque del Estadio Nacional vibrará al ritmo del metal –y puedes adquirir tus entradas por PuntoTicket–. Como ya es tónica, repasaremos a cada una de las bandas que encabezan este esperado evento, explorando algún disco en particular o reflexionando sobre su legado dentro del género. Hoy es el turno de una banda que ha dejado su marca en el mainstream del nu metal: Mudvayne. Y para adentrarnos en su esencia, nos sumergiremos en su álbum debut, ‘L.D. 50’ (2000), un trabajo que desafió las expectativas y cimentó su lugar en la escena.

Mudvayne: Entrando en la oleada de los 2000’s

En un mundo donde el metal alternativo y el nu metal se habían convertido en el canon de la música más pesada, el auge de bandas como Korn, Nothingface, y en cierta medida Deftones, forjó una identidad única: un sonido visceral que, sorprendentemente, podía ser introspectivo y emocional. Estas bandas desafiaron las expectativas tradicionales del metal, llevándolo en nuevas y audaces direcciones. Para los 2000, las bandas de la nueva oleada se sometieron a un sonido aún más mainstream como Linkin Park, Il Nino o Slipknot, llevando el género a un éxito mundial. Fue en este caldo de cultivo donde los oriundos de Peroa, Illinois debutaron con un explosivo larga duración, justo entrando en el nuevo milenio: Hablamos de Mudvayne y su álbum ‘L.D. 50’ (2000).

Mudvayne es, sin lugar a duda, una banda que intentó un discurso distinto. Aunque su estética visual generó inevitables comparaciones con Slipknot, quienes también adoptaban una caracterización teatral en la escena del nu metal, Mudvayne siempre tuvo una identidad propia. Si bien no es algo inconexo, ya que el debut de la banda fue producido por Shawn Crahan, percusionista de Slipknot, lo que refuerza ciertos paralelismos. Sin embargo, la agresividad del proyecto radica en una atención generalizada hacia el  nu metal influenciado punzantemente por el groove metal, funk metal y el metal progresivo.

 

‘L.D.50’: Un correntoso entre el nu y el progresivo

En ‘L.D. 50’, Mudvayne lleva la exploración sonora a un nivel técnico superior en comparación con sus contemporáneos, fusionando la contundente sonoridad del groove metal con la influencia de bandas como Pantera, que aportan una pesadez inconfundible a sus riffs. Esta agresividad se equilibra con un apartado rítmico que presenta repeticiones punzantes, como en su canción más conocida, “Dig”, un verdadero himno del género. Este enfoque crea una intensidad hipnótica que mantiene al oyente al borde. Además, el funk metal juega un papel crucial en su identidad sonora, donde el bajo de Ryan Martinie se convierte en el hilo conductor que resalta la complejidad y versatilidad de la música de Mudvayne, capturando su esencia distintiva de manera magistral.

Muchos sostienen que Mudvayne logró capturar una esencia de metal progresivo en sus canciones. Si bien esta afirmación puede parecer exagerada, viéndolo en retrospectiva, si hay momentos y guiños. Temas como «Prod» —donde la influencia de Tool es notable— y «Death Blooms» presentan una complejidad técnica que se manifiesta en estructuras y compases intricados. La destreza técnica de los músicos brilla en estas piezas y en tracks de siete minutos como «(k)Now F(orever)», sin sacrificar un ápice de la visceralidad y una agresión machacadora.

 

Chad Gray y la narrativa química detrás del álbum

La narrativa de ‘L.D. 50’ se nutre de metáforas sobre la adicción y la toxicidad. El título mismo, ‘L.D. 50’ —dosis letal media— simboliza el punto de quiebre, la dosis mortal. Este concepto permea el disco, desde “Internal Primates Forever”, que aborda la angustia de la adicción, hasta “Pharmaecopia”, donde Chad Gray rebuzna en la dependencia a sustancias tóxicas. Esta toxicidad se refleja también en la lucha existencial y el sentido de identidad, explorado en canciones como “Nothing to Gein”, que toma inspiración del infame asesino en serie Ed Gein, o “Severed”, donde el deseo de desconexión interna y liberación del sufrimiento personal es evidente.

Si bien el larga duración se entrevera entre líricas al hueso y metáforas y alegorías intoxicantes. Lo que si se vislumbra es la crudeza y vulnerabilidad del propio hablante lírico, aún siendo una maquina constante de agresión vocal. Temas como “Cradle” funcionan perfectamente de esa manera, demostrando la sincera dualidad del nu metal en ese entonces.

 

Mudvayne: Afinando el panorama

Para muchos, Mudvayne sigue siendo una banda de culto dentro del mainstream. ‘L.D. 50’ fue un disco que, aunque polarizó a la naciente fanaticada del nu metal en los años 2000, recibió un notable reconocimiento crítico. Sin intentar ajustarse al molde radiofónico de la época, el álbum logró capturar himnos que, hasta el día de hoy, siguen siendo coreados por sus seguidores. Con el paso del tiempo, ‘L.D. 50’ ha obtenido un lugar clave en la redefinición de los límites del nu metal, mostrando que un disco puede ser visceral y emocional, pero también intelectualmente desafiante.

Preparados ya para el Knotfest este 2 de noviembre en el Parque Estadio Nacional, Mudvayne no viene a desatar nostalgia, sino a recordarnos por qué ‘L.D. 50’ dejó huella: visceral, técnico y directo al hueso. El caos está asegurado.

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