Live Review

Paul McCartney en Chile: El Beatle que detuvo la ciudad

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Andie Borie/DG Medios

Por mucho que hayan numerosos antecedentes, jamás dejará de sorprender lo que sucede cuando un artista del calibre de Paul McCartney se presenta en Chile. Aún si es que hay más de 5 décadas de historia, numerosos álbumes considerados obras fundamentales de la música, y el mismo hecho de que su presencia fue clave para modelar lo que conocemos por Rock y Pop el día de hoy.

Hablamos desde el anuncio mismo, en el que las redes sociales y portales de noticia se tiñeron con la paleta de colores del afiche oficial del concierto. El titular “Paul McCartney regresa a nuestro país con la gira Got Back Tour 2024” inundó todo a su paso, informando las conversaciones de miles de fans del ex-Beatle, ilusionados por este suceso que le daría fin a una espera de 5 años desde la última presentación del multiinstrumentista en el Estadio Nacional con su ‘Freshen Up Tour’.

No es menor. Es esperable, pero de alguna forma no deja de ser surreal. Es una leyenda viva quien compartió con John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Alguien que jamás se quedó en los laureles al seguir forjando una prodigiosa carrera con Wings, y también como solista.

Que se ponga un plan de tránsito a nivel macro en la ciudad de Santiago deja eso en evidencia. Tacos por doquier, la línea 5 del metro atiborrada por fanáticos de todas las edades, y vestimentas con estampados de cualquiera de los proyectos de McCartney configuraban el preámbulo de una velada promisoria –y grandiosa–.

Era como si todo el mundo quisiera decir con sus acciones “¡Bienvenido a Chile, Paul!”. Al punto de que desde la apertura de puertas el Estadio Monumental comenzó a llenarse rápidamente, panorama en el que el dúo nacional Dënver presentó sus hits de synthpop tales como “Profundidad de campo”, “Revista de gimnasia” y “Los adolescentes” ante, fácil, más de 35.000 espectadores atentos y respetuosos con su propuesta –en ese instante–.

No tardaría mucho a llenarse la totalidad del recinto. Se sabía, fue un Sold Out categórico. La previa inmediata fue adornada con versiones de canciones de los Beatles sonando en los speakers, y y un público compuesto de todas las generaciones esperaba con una sonrisa ansiosa en el rostro. Desde infantes hasta miembros de la tercera edad, una congregación reunida por un mismo punto en común: el regreso de Paul McCartney.

El comienzo del ‘Got Back Tour’ en Chile

A las 20:45 de la fría noche comenzó a reproducirse un clip en las grandes pantallas laterales del escenario, narrando de forma audiovisual la historia del oriundo de Liverpool desde que era un niño. Se vieron distintas postales en blanco y negro de su infancia y adolescencia, así como de los inicios de The Beatles. Después, y al son de “Twist and Shout”, el mismo tomó una paleta diversa de colores saturados, mientras seguía recorriendo documentativamente su historia hasta el día de hoy.

Ya a eso de las 21:15, con McCartney y sus músicos en escena, el júbilo llegaría al Monumental de la mano de un clásico, “Can’t Buy Me Love”, poniendo a cantar a todo el estadio ese rock n roll tan encantador. Acto seguido, “Junior’s Farm” de los Wings haría presencia ante un escenario azulado y hasta místico.

Hola chiquillos y chiquillas”, dice Paul McCartney invocando la propia jerga chilena, para dar paso a la bluesera “Letting Go”. Aquí demostraría rápidamente el conocimiento del arte del espectáculo, poniendo los bronces a hacer de las suyas en las escaleras del sector Pacífico. Se vienen varias sorpresas durante la noche, al parecer. Carisma puro, y recién es la tercera canción.

Qué buena onda volvernos a ver. esta noche voy a tratar de hablar un poco de español. Un poquito. I can do it”, frases de conexión que serían la antesala de un fan-favorite; “Drive My Car”. El público ya estaba en el bolsillo, coreando tan infeccioso estribillo. Tras unos agradecimientos, adelanta que habrán canciones de todas sus eras, para celebrar la fiesta más grande de todas, interpretando una versión absurdamente espectacular de “Got to Get You Into My Life”, entre bronces que abrillantaban tales acordes.

Con fuertes cánticos del público y un Paul disfrutándose el momento, llega una más nueva, “Come On To Me” –del ‘Egypt Station’ (2018)– con un appeal irresistible que justifica su presencia en tremendo set. Ya lo dije, McCartney jamás se estancó
en viejas glorias, y esto es evidencia de tal actitud. Si eso no es suficiente, definitivamente lo es todo el Estadio aplaudiendo a su paso.

Esta vez con una guitarra Les Paul en sus zurdas manos, llegaría otro clásico de Wings: “Let Me Roll It”, hipnotizando al océano de voces local con tal icónico riff. Aquí era posible hacer un vistazo a su carrera, habitando el panorama del pop rock como uno de sus grandes cultores, y ese guiño a Jimi Hendrix con «Foxy Lady», daba nota de su acertada y dinámica lectura al respecto.

Tras “Getting Better”, el ex-Beatle tomaría lugar con su fiel piano de cola Yamaha para dar una vívida interpretación de “Let ‘Em In”. Con un toque particularmente sentido –quizá por la madurez del paso del tiempo–, era visible ver a gente algo más conmocionada al mirar alrededor.

Escribí esta canción para mi hermosa esposa Nancy. Ella está aquí con nosotros esta noche”, dedicatoria que antecedería el romance en “My Valentine” –mientras las figuras de Natalie Portman y Johnny Depp se hacían con las pantallas, interpretando tal cándida pieza en lenguaje de señas–. En este instante, quedaba la sensación de que, en este punto de la vida del legendario músico, sus canciones emanaban una madurez que les hacía resaltar. “Maybe I’m Amazed” se vio beneficiada de ello, por ejemplo.

Paul McCartney

El ayer y hoy

En este punto del show, se percibía cierto relato temporal en el que, de forma sutil, Paul nos llevaba a los inicios de The Beatles. Así, y armado con una guitarra acústica, comienza a despachar una gentil versión de “I’ve Just Seen a Face” –del ‘Help!’ (1965)– que entregó una dosis de ternura a una audiencia totalmente absorta en sus emociones. Esto tendría un punto especial con “In Spite of All the Danger”, que fue la primera canción compuesta por The Beatles cuando aún se llamaban The Quarrymen y merodeaban las calles de Liverpool. El público, testigo de la génesis de su historia misma, cantaba a capella las armonías vocales tan pegadizas.

Después de Liverpool, fuimos hacia Londres al Abbey Road Studios. Hicimos un album ahí, con George Martin. Saludos a George. Esta es la canción”, contó McCartney antes de dar rienda a uno de los momentos más festivos de la jornada con «Love Me Do». Mismo momentum que “Dance Tonight” aprovecharía para llenar de alegría a las 40.000 almas agolpadas en el Estadio, quienes reían a carcajadas con los histriónicos pasos del baterista Abe Laboriel.

Esta vez solo en el escenario, el músico se entrega a la intimidad dentro de la inmensidad de lo que sucedía, interpretando una de las más esperadas de la noche, “Blackbird”, mientras la plataforma en la que se encontraba ascendía teniendo como testigo al público chileno coreando religiosamente “Blackbird fly, into the light of a dark, black night”. Misma emoción que entregaría un momento de catarsis en “Here Today”, dedicada a John Lennon, siendo recibida con reciprocidad por los espectadores elevando globos blancos en los aires –lo que fue agradecido por Paul–.

Decenas de imágenes de Los Beatles inundaron las pantallas en “Now and Then”, el tema lanzado de forma póstuma y que Paul McCartney interpretó con una gracia que, ciertamente, era capaz de conjurar el espíritu de los muchachos de Liverpool. No obstante, con “New”, el show tenía que continuar.

«Este carrete está cuático»

Con un “olé, olé, olé” de un participativo público elogiado con un “¡la raja!” de parte de McCartney, el espectáculo continuaba con grandilocuentes versiones de “Jet” –con su espíritu de estadios– y la absoluta psicodelia de “Being for the Benefit of Mr. Kite”, las cuales llevarían toda una bola de nieve de emociones, experiencias y recuerdos en el tributo a George Harrison con “Something”, uno de los puntos altos de la noche. Interpretada con ukulele en un principio, para ingresar con fuerza la banda en la mitad de la canción, el espíritu del recordado guitarrista de The Beatles estuvo presente en las voces que coreaban esta pieza de su exquisita autoría.

Lo que vendría sería muestra de lo bombástico que puede ser la música de Paul McCartney. Es decir, no hubo no una sola alma que no cantara ni bailara “Ob-La-Di Ob-La-Da”, que se situaba casi como un abrazo al corazón en tiempos tan dificultosos. Así lo hizo el despliegue rock de “Band On the Run”, alimentando a los deseosos de más escándalo, o a los nostálgicos con “Get Back”, con numerosas escenas del documental del mismo nombre adornando su narrativa.

En este instante, Paul tomó lugar nuevamente en su piano Yamaha, entrando rápidamente con los acordes memorables de “Let It Be”, convirtiendo al Estadio Monumental en el coro más tremendo de todos que buscaba, intensamente, sanar y ser capaces de dejar ir. Un mensaje que es fiel reflejo de la actitud positiva que rodea la figura del ex-Beatle, quien no se guardó absolutamente nada con “Live and Let Die”, dejando despegar todo un set de pirotecnia que configuró la postal más apoteósica de la velada, con los colores de los fuegos artificiales que pintaban el cielo al son de tan electrizante tema.

Paul McCartney

Antes de llegar al encore, McCartney entregaría una de las piezas más populares de su banda madre, “Hey Jude”, levantando una verdadera experiencia colectiva que, y hay que ser realmente sinceros, llenó de júbilo hasta al más indiferente. Imposible no sonreír, amar ni agradecer, y es ese acto final se hizo con un lugar preciado en la memoria de cada asistente.

 

El acto final de Paul McCartney en Chile

Al regresar al escenario, con un Paul flameando la bandera de Chile, y otros con las de Inglaterra y la de la comunidad LGBTQ+, el artista preguntó al público con un español correcto y coloquial que se sostuvo durante la jornada: “¿quieren más?”, y ante la respuesta afirmativa de la audiencia, contestó “okay, sí po’”. Ese sería el vamos de “I’ve Got a Feeling”, en el que la voz de John Lennon aparecería en la segunda mitad de la canción para traer nuevamente al dueto de voces de The Beatles. Lágrimas cayeron por muchas mejillas, de seguro.

El resto fue nada más que celebración, incluso literalmente con “Birthday”. El reprise de “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” pegada a la explosiva y aplaudida “Helter Skelter”, que marcaría el inminente final del show con el grand finale del medley del ‘Abbey Road’ (1969) con “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End”. De verdad que los espíritus de 40.000 asistentes quedaron por las nubes, presenciando el que fue uno de los mejores conciertos del año por el propio peso del fenómeno que es su persona.

Paul McCartney

Así, los fuegos artificiales marcaron el final para regresar a casa con el mejor de los recuerdos, anécdotas que contar a nuestros mejores amigos, y alegrías que compartir con nuestros seres queridos. Así de lleno quedó el corazón, supera la propia individualidad e inevitablemente se convierte en algo colectivo. Así de grande como una ciudad, la que se detuvo para recibir al Beatle con los brazos abiertos.

Nos vemos la próxima vez”, fueron las últimas palabras de Paul McCartney. Increíble.

Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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