Escrito por Felipe León
Fotos por Francisco Aguilar
Como ya es costumbre, el nuevo paso de Napalm Death por Chile desató el caos de un público eufórico por presenciar a la banda ícono del metal extremo. Una intensa puesta en escena se manifestó en Teatro Cariola, donde la entrega de sus integrantes como del público mismo alcanzó altos niveles de agresividad, en lo que fácilmente se podría definir como un hervidero de agitación.
La velada comenzó bastante temprano con el arribo de Eskröta, proyecto proveniente de Brasil que trajo consigo toda la intensidad del crossover thrash al recinto. Una sacudida que tuvo otro punto alto con Demoniac, destacada banda de thrash metal que se ha ganado un lugar dentro de la escena, gracias a los aspectos melódicos, técnicos y hasta progresivos que profesa su música. Finalmente, Gangrena demostraría el porqué de su notable trayectoria en el death metal nacional, motivando una vez más a la audiencia que ya comenzaba a repletar el recinto.
Lucifer: Lo clásico en un mundo moderno
La inclusión de Lucifer, si bien pudo generar un desconcierto para cierto público más afín con lo extremo, no fue más que un punto a favor en medio de tanta pesadez y descontrol. Con fuertes influencias de Black Sabbath, este híbrido entre la escuela setentera del hard rock y los primeros pasos del heavy metal cautivó a varios asistentes, ya sea a quienes iban a verles tocar o a aquellos que esperaban pacientemente por Napalm Death.
A la altura de las circunstancias, la banda repasó gran parte de su trayectoria con el fin de resumir de forma certera los alcances de su propuesta, ahondando con mayor detalle en el Vol. V de sus trabajos homónimos. En ese sentido, temas como «A Coffin Has No Silver Lining» o «At the Mortuary» generaron animosas reacciones, del mismo modo que «California Son», «Midnight Phantom» o la notable «Bring Me His Head» fueron respondidas con el mismo entusiasmo.
Un show que comenzó de forma correcta y que fue de menos a más, en parte porque sus propios integrantes fueron agarrando más personalidad sobre el escenario. De seguro, más de alguna persona llegará a la casa a escuchar los discos de Lucifer.
Una estampida de canciones
La congregación de almas que repletaron el Teatro Cariola ya vivían su propio espectáculo previo al arribo de Napalm Death. Entre abrazos y cervezas, además de una pelea en la platea, la atmósfera se tornaba algo más densa pero sobre todo comprometida con lo que vendría. Y sin mayor aviso, aparecían los cuatro integrantes de Napalm Death, Mark «Barney» Greenway, Shane Embury, Danny Herrera y John Cooke (y en espíritu el retirado Mitch Harris).
Junto a ellos, una estampida de canciones que evidenciaron la energía empleada por el grupo, las que fueron respondidas por mosh pits constantes y un ruido ensordecedor. Desde la apertura con la incombustible «From Enslavement to Obliteration», pasando por el tándem entre «Taste the Poison» y «Next on the List», ambas del querido ‘Enemy of the Music Business’ que selló pleno cambio de milenio.
Cada tema se vivió con la adrenalina que una banda como Napalm Death puede permitirse, contando con un catálogo amplio de creativas obras que pone a la agrupación en el lugar destacado que se encuentran. Pues, más allá de que la última década bajaran la constancia de lanzamientos, sus discos tardíos como ‘Apex Predator – Easy Meat’ (2015) y el más reciente ‘Throes of Joy in the Jaws of Defeatism’ (2020) son notables, de tal modo que «Metaphorically Screw You» o «Amoral» y «Contagian», respectivamente, se sintieron como clásicos de siempre.
Frente a los males del mundo
La tendencia a dejar boquiabierta a las audiencias de sus conciertos en Chile sigue al alza, ya que un encuentro como el del pasado viernes 4 de octubre es a todas luces inolvidable. Es tal el compromiso de Napalm Death con los directos que no pierden el factor sorpresa, al vivirse todo forma real, cruda, directa y política. El mensaje es claro.
Así como el impacto de las bases sonoras de la banda, como uno de los pioneros del grindcore o relevantes en el death metal. Aquello se debe en gran medida a trabajos que resultan históricos como ‘Scum’ (1987), del que sonaron temas como «Mad», «Instinct of Survival», la que da nombre al disco o la cortísima «You Suffer».
Por otro lado, «It’s a M.A.N.S. World!» y «Dead» de ‘From Enslavement to Obliteration’ (1988), «Suffer the Children» de ‘Harmony of Corruption’ (1990) (primer disco con Barney en voces) o «Continuing War on Stupidity» del ‘Order of the Leech’ (2002), continúan con ese espíritu rebelde. Siempre en busca de hacerle frente a los males del mundo, siendo durante gran parte del concierto celebrados los comentarios que hacía la banda, tanto en las letras como en las propias palabras.
¿Cómo respondería Napalm Death a la entrega de una bandera durante el show? «No banderas no fronteras».