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Entrevista

Idea Blanco: “Siento que hace falta feminizar más la escena independiente»

Por Alexander Castillo

Desde hace unos años, Camila Flórez ha logrado adentrarse y transitar por la escena musical independiente a través de palabras y canciones. Periodista de profesión, ávida lectora y, además, cantante, compositora e intérprete bajo el nombre de “Idea Blanco”, la artista de Talca vive paseándose entre ambas caras de la moneda.

Hace poco estrenó uno de los contendores a disco nacional del año (opinión del redactor), un álbum homónimo en el que reluce no solo su afición por artistas como Alice Phoebe Lou, Sade o Adrianne Lenker, sino que nos permite ver el trozo de su alma que adora la poesía y, con firmeza, se posiciona ante nosotros como una mujer consciente de su yo-político

En Expectador nos reunimos con Camila, ¿o Idea?, en una distendida —y extendida— conversación que repasó sus raíces en el mundo de la cultura y el periodismo, además de revisar detalles del making of de “Idea Blanco” y analizar la actualidad de la escena indie chilena.


¿En qué momento te empiezas a relacionar con la música y la cultura?

Desde muy chiquitita me empiezo a relacionar con la música. En segundo o tercero básico, por ahí, en una actividad de alianzas del colegio piden a alguien que quiera cantar para representar a su alianza, para ganar puntos. Yo recuerdo que levanté la mano porque yo me sabía una canción. Tenía siete años, me sabía solo una canción y era una que le gustaba mucho a mi mamá: “Como la flor”, de Selena Quintanilla. Me acuerdo que salí a cantarla, ganamos puntos y todos aplaudieron. A raíz de eso, mi profesor de música de ese colegio me toma, por decirlo así. Me dice «oye, tú te tienes que unir al coro» y ya no me suelta más. 

Estuve en ese coro dos años, después me cambié de colegio y fue cuando llegué a Talca. En ese entonces vivía como dos, tres años en Rancagua, después llegué a Talca y estuve estudiando coro, me metí a academia, estuve en internados de música. Me gané unas becas, entonces pude estar en conservatorio dos años de piano.

Canto lírico estudié como diez años en total y ahí empezó mi gusto por la música en específico. Por la cultura, en general, porque yo estudié periodismo, empezó también de pequeña. De ser muy ñoña, de los libros, muy nerd en el sentido de que a mí me encantaba leer. Me encantaba leer poesía, era mi refugio de muchas cosas que me estaban pasando y yo me quedaba horas extras en el colegio para seguir leyendo. Así empieza mi amor por las artes, como una segunda casa.

¿Y entraste a estudiar periodismo pensando en dedicarte al ámbito cultural, o fue algo que definiste con los años de estudio?

Fue algo que definí con los años. Mis motivaciones para entrar a la carrera eran, primero que todo, que a mí se me daba muy bien comunicar. Quizás no era tan directamente comunicativa, pero sí me gustaba mucho escuchar las historias de la gente, que siento que es algo clave del periodismo. Tenía mucho, también, un sentimiento de justicia, de que si yo podía hacer algo para arreglar la situación o contar la situación de cierta persona, lo iba a hacer. 

Dentro de eso me hacía mucho sentido el periodismo, sentía que le daba el foco a los temas que uno quisiera. Eso se unía mucho y me hacía sentido, porque yo siempre fui muy curiosa, entonces me fijaba en cosas que, después, en la carrera de periodismo, me felicitaban por eso, porque eso es como el “hilo periodístico”, que le llaman. Tú empiezas a jalar el hilito y empiezan a aparecer cosas. Eso yo lo tenía en el colegio y me gustaba un montón.

Durante la carrera me di cuenta de que las culturas eran un sector del que pocos hablaban de una manera transversal. O sea, quien tiene acceso a la cultura y quien puede pagar esa vitrina está ahí y quien no, no. Eso fue una de las cosas que me motivó, por ejemplo, a empezar a trabajar al tiro. Yo llevaba dos años de carrera y me puse a hacerle prensa, con los conocimientos que tenía, a todos los que me rodeaban. A los artistas emergentes les cobraba súper poco, como 20 lucas (ríe) y les hacía todo el trabajo porque a mí me gustaba reportear, sacarles el rollo.

Un acercamiento muy social hacia la cultura

Sí, muy social. Muy de la comunidad, diría yo.

Aprovechando que hablamos de eso: ¿Cómo ha sido trabajar en la música desde el ámbito de la prensa?

En términos personales es gracioso, le digo yo, porque muchas veces voy a medios donde me conocen por mi trabajo de llevar a otros artistas y me dicen «oye, yo ya te conozco a ti» (ríe) y me tengo que presentar en la doble vida. En términos más críticos, es como un doble espionaje, por decirlo de alguna forma. A mí igual me toca ver las barreras de las comunicaciones en Chile y estar desde el lado de quien da una oportunidad para mostrar historias y, también, del lado en donde quizás no te llaman tanto para algunas cosas. 

Vivo las dos caras, pero me ha servido un montón. Sumado a la quehacer artística tengo el detrás de escena; he conocido a muchos artistas grandes y pequeños que tienen diferentes tratos con la prensa dependiendo de si ven que son gigantes o si ven que son un medio pequeño que está creciendo. Ser periodista me enseñó mucho de que no importa, en verdad. Alguien te está dando una voz, un micrófono, y te está dando la posibilidad de hablarles y todos los espacios cuentan. A mí, personalmente, me ha servido un montón para ser súper consciente y, por lo demás, para ser súper crítico, también. Ver en qué están los medios ahora.

«He vivido experiencias preciosas que están dirigiendo el nacimiento de nuevas canciones»

¿En qué momento decidiste que tú también querías hacer canciones? ¿Cuándo pensaste «me voy a lanzar a publicar mi música»?

Durante el estallido social participé en la creación de una red estudiantil de información. ¿No ves que habían varias barreras durante el estallido? Creamos algo que se llamaba Red Estudiantil Independiente. Ese tiempo estuve casi todos los días cubriendo en Baquedano, yo vivía en Diagonal Paraguay entonces estaba siempre en la zona cero.

No descansaba del estallido. Pasó que llegó una fecha muy importante para mí, que es el 25 de noviembre, el Día Internacional Contra la Violencia de Género, y yo no me podía el cuerpo porque llevaba tantos días reporteando y con la presión que todos sentíamos en ese momento de que Chile estaba explotando, estallando, que no salí a marchar. El tema es que yo veía a las cabras afuera de mi ventana y yo hacía música, hacía canciones pero para mí y no se las mostraba a nadie. Dentro de eso nace esta canción, “Paso Seco de Mujer”, porque era como un regalo. 

Fue un compromiso mío, medio juego también, como «ya, yo hoy no salí a marchar porque estoy muy cansada, pero no tanto como para hacer una canción que diga lo que pienso o que entregue como regalo porque alguien más se siente igual que yo». Entonces, dentro de eso que es lo que pasa con las marchas feministas, que te sientes acogida, la pasas súper bien, dentro de eso nace esta canción y fue la primera que dije «yo creo que esta canción le va a servir a alguien más», que la van a escuchar y que quizás alguien más se encuentra con esta canción, conmigo. En eso nace el deseo de querer publicarla. Con esa canción, nomás, no tenía más hacia adelante. Tenía algunas que había hecho, pero no necesariamente las quería mostrar. Ahí parte todo.

De ahí congelé la carrera por la pandemia, un semestre, y tenía muchos textos que me gustaban de la carrera. No sé, me hacían leer a García Lorca y yo leía la literatura complementaria de él. Me fascinaba no tanto lo que me daban a leer en la U que, por ejemplo, leía a Susan Sontag sobre la fotografía y después me leía más de Susan Sontag, sus manifiestos, sus blogs, sus diarios, y ahí tuve un tiempo durante la pandemia de decir «oye, ¿y si musicalizo esto, saco historias de acá, canciones?» y ahí nació el EP. Así como que parte todo. Primero por “Paso Seco de Mujer” y después por los textos.

¿Y tú dirías que estos años de experiencia que has tenido trabajando en prensa musical ha moldeado la forma en la que ves y trabajas sobre tu propia música?

Yo diría que se nutren complementariamente. Es un poco lo que dice C. Tangana, que él tiene un yo que vive experiencias y tiene su yo musical. Yo me encuentro muy identificada con eso, siento que en algún punto se entremezclan, obviamente. De repente, cuando me dicen «¿Te digo Idea o te digo Cami en la entrevista?» Yo suelo decir que ya, estoy en entrevista, entonces “Idea”, pero ya en la composición en sí, claro, totalmente. Hay muchas cosas que me pasan mientras estoy haciendo mis labores de prensa. Por ejemplo, ahora soy productora de un programa de TVN y he vivido experiencias preciosas que están dirigiendo el nacimiento de nuevas canciones porque, al final, el “yo personal”, el que experimenta la vida, habla en el “yo musical”, ¿cachai? Un poco así lo defino hasta el momento.

«Es un disco del que me siento muy orgullosa»

¿Cómo fue el proceso de armar y grabar este disco?

Muy entretenido. Fue arduo, fue largo, y empezó en febrero o enero de 2023. Yo llegué con unos demos que había grabado en el verano con Merci, Martín Pérez Roa, que es un excelente productor y un excelente músico. También miembro de “chicarica” que es una banda espectacular. Yo le muestro estos demos a él, porque igual coticé con varios productores, y para mí fue clave que Merci me dijo que mis canciones le parecían raras. A mí me encanta eso. Entonces, cuando él nombró esa palabra yo dije «esta persona lo entendió todo». 

Nos pusimos a conversar y teníamos muy buena afinidad musical, para mí era muy importante que la persona con la que yo trabajara también fuera melómana, porque yo soy muy melómana. Dentro de eso, le mostré cierto contexto musical que tenía, como «mira, si trabajara esto yo lo trabajaría de acá, hasta acá, hasta acá». Le mostré como un cuadrado, por decirlo así, de referentes musicales y él me dijo «sí, me lo imagino perfecto y lo nutriría con esto, esto y esto» y me mostró unas cosas que iban súper en la línea de lo que yo quería hacer.

También gracias a un Fondo de Cultura que me gané pude financiarlo. No todo, pero gran parte. Así empezó el trabajo del disco y lo trabajamos durante un año más o menos e íbamos abordando canción por canción. No era en el orden del disco porque no había un tracklist en ese entonces. Empezamos, no sé, por “Lo Perfecto”, por decirte un ejemplo, y «ya, yo creo que la dirección va hacia acá» y conversábamos sobre la dirección de la canción, la empezábamos a trabajar.

Yo componía líneas de bajo o de teclado o de sinte, después el Merci hacía otras cosas. Después grabamos guitarras, reemplazamos lo que habíamos grabado, después capas de voces y así lo fuimos trabajando. Fue súper minucioso, sabíamos que era un trabajo minimalista. También sabíamos que era muy indie, que venía como a explorar los parámetros del indie y eso. Fuimos avanzando lento, pero muy conformes con todo lo que hacíamos.

¿Y, de todas estas canciones, tienes alguna favorita?

Uy, es que hay varias que son mis favoritas. Paso por temporadas. Actualmente me pego mucho con “Los Modelos de tu Furia” o con “Caída Libre”, pero también amo a “Marie Laurencin” y todo lo que habla. Creo que el disco en general es un disco del que me siento muy orgullosa, entonces les guardo un espacio especial pero, sin duda, “Para: Paloma” es más personal. Todo el disco es personal, pero esta es súper personal porque es para mi hermana, entonces se lo paso comentando, si es que le gusta, si la escucha, y me dice «la escucho todos los días» (ríe) entonces para mí eso es más especial.

Justamente quería preguntarte sobre “Para: Paloma”. Creo que, del disco, es quizá la canción más distinta y me llama la atención ese sample que suena en los quiebres instrumentales. ¿Qué es eso? ¿Cuáles son los elementos que conforman este tema?

Para: Paloma”, sí, es una canción medio breakcore. A modo de confesión, pensé que a nadie le iba a gustar, porque yo dije «es muy distinto, ¿qué otro artista independiente está haciendo tanto breakcore?» Había un precedente, según yo, que era la Chini con un tema que a mí me encanta, “Está Bien”, que lo produjo el Cocó. Yo decía que eso era lo único a lo que se podía parecer. Pensé que a nadie le iba a gustar y ha sido la más querida del disco.

El sample en sí es mi hermana. Hay un cassette que tenemos en mi familia que son las primeras palabras de mi hermana, una dinámica donde mi mamá le pregunta a mi hermana cuánto la ama a ella, a mi mamá, y mi hermana dice «harto» pero es un chiste porque si tu escuchas la grabación completa, la idea era que la Paloma dijera “¿cuánto te amo?”, la palabra, y ahí respondiera “harto”, y mi hermana no entendía, entonces todo el cassette es mi mamá intentando explicarle que responda esto (ríe). Yo sé que a mi hermana le encanta ese audio, porque de verdad es muy gracioso. 

Yo lo que hice fue digitalizarlo y copiarlo. Ya teníamos un BPM definido, entonces fui chopeando al ritmo que más me gustaba. Si escuchas la canción con más detenimiento, hay unos “ah, ah”, eso es mi hermana también. Como que descompuse la cinta y me puse a chopearla en distintas partes para darle más textura a la canción. Por lo demás, son capas y capas de sintetizadores, de guitarras que pasan por secuenciadores, entonces tienen otra figura. Muy inspirada en Alice Phoebe Lou, en “Dirty Mouth”, me encanta esa canción, y de ahí nació un poco la idea de llevarla a una canción rápida. Yo decía «una canción rápida, que sea vertiginosa» y después yo le sumé el toque electrónico.

«Hace falta meter más política en la música»

Antes mencionaste que el disco venía, en cierta forma, a cuestionar o remover lo que suena actualmente en el indie, ¿cuál es la imagen que quieres proyectar como artista?

Me gustaría proyectar una imagen positiva de la figura de una mujer música, artista. Me pasa que me gusta sentir que está incomodando un poco la figura de Idea Blanco como personaje de la escena, porque siento que, si bien la paso bien en las tocatas, todavía me falta ir a una y —que es lo que espero lograr— que sólo hayan cabras. Que sólo hayan gritos de mujeres coreando canciones, que es lo que le pasa a artistas que vemos que ahora están explotando, como Chappell Roan.

Si tú ves los vídeos, son puras cabras gritando y pasándola chancho, hay disidencias y es un espacio más seguro en los eventos de tocata. Eso yo lo veo desde que ella es emergente, desde que tocaba para 200 personas hasta ahora que es gigante. Lo mismo me pasa con una artista de España que admiro mucho, Amore. Ella habla de su público, que son sus princesas, que son sus ladies, ¿cachai?

Siento que hace falta feminizar más la escena independiente y que no de vergüenza. Pasa mucho actualmente que siento a mis compañeras de escena muy temerosas de alzar la voz, o de ser femeninas, o temerosas de que algún compañero o colega de la escena no esté de acuerdo con tu concepto, o con tener un concepto.

Todas esas cosas quizás incomoden al inicio, pero le hacen muy bien a la escena independiente para diversificarla. Al final del día uno va a una tocata y ve a dos chicas y esa es la realidad. Yo llevo en este circuito cuatro años, tres haciendo música, y me he topado con muy pocas chicas y que después continúen en el tiempo. ¿Ese contexto qué nos dice? Que es un espacio en el que, quizás, la figura de la mujer o las mujeres no se han sentido tan cómodas.

Algo que a mí me gustaría mucho sería eso, aportar a diversificar la escena, a que colegas se sientan con más propiedad hablando con colegas mujeres. Dentro de eso también apoyar a que futuras generaciones de músicas se sientan a gusto en el indie pop, que no sea un espacio hostil. Eso me gustaría lograr, quizás con Idea Blanco y, también, obviamente harta colaboración con compañeras colegas.

Siento que estamos un poco fragmentados. Se ha dado una diversificación del rock y en el rock está pasando un montón de cosas. Yo admiro mucho a los chiquillos, pero siento que en el indie pop, como género en sí, estamos un poco desarticulados. Igual me gustaría ayudar a que esa red se unifique, por ejemplo.

¿Cómo ves, entonces, el panorama actual de la música independiente en Chile desde el ámbito de les artistas disidentes, las artistas mujeres?

Me ha gustado mucho ver un avance. Se ha notado el profesionalismo de la escena. Ya nos especializamos, cierta generación independiente que ha nacido. Ya sabemos quienes hacen pop, quienes hacen indietronica, quienes hacen indie pop y quienes hacen rock como tal, shoegaze o punk. Si bien estamos profesionalizados, quizás, en nuestro sonido, siendo que falta harto de articulación. Por ejemplo, en el caso específico de mujeres y disidencias, de organizarnos, de juntarnos más, de hacer cosas entre nosotres, abanderarnos. 

Sé que hay mucha gente que lo hace y a esa gente la admiro, la sigo, algunas son mis amigas también, pero sí siento que falta más. No sé si dar el siguiente paso, pero de seguir haciéndolo más y que nos articulemos desde un lugar político musical importante. Hace falta meter más política en la música. Estamos muy livianos y qué mejor que un sujeto político que es, por ejemplo, la mujer y, en las causas más disidentes, las disidencias, obviamente. La diversidad.

 

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