Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Aarón Castro
Son tantas las reseñas de conciertos de bandas de power metal que comienzan hablando de la estrecha relación de la banda en cuestión con Chile. De que se hace repetitivo, sí, pero de que es un fenómeno que necesita ser revisitado, también. Es el fenómeno que permite que, el mismo año que vinieron Fabio Leone y Kiko Loureiro como solistas, además vuelva Angra por tercera vez tras la pandemia. Y más encima, en un cuidadísimo formato unplugged.
Literalmente sólo pasa en Chile. Bueno, y en Brasil.
De hecho, en el marco internacional e histórico de las cosas, aún con toda la importancia real que supone Angra para el desarrollo del power metal, no es exactamente una banda tan en boca. Sí, alguna vez salió mucho al baile porque una de las tantas renovaciones de músicos de Megadeth incluyó al querido Loureiro. Fuera de ciertos intercambios motivados por cultos a la personalidad y conversaciones completamente extra musicales, Angra de a poco volvió al espacio cerrado al que siempre perteneció. Aunque quizás para Chile no.
Para esta oportunidad, la propuesta no deja de ser igual de curiosa. Lo que Angra presentó ayer en el Teatro Teletón no solo fue un unplugged, sino un concierto a la altura de esas grandes epopeyas metaleras de amplio nivel de producción. De hecho, el viernes recién se habían sacado este mismo show por primera vez en el país de origen de la banda. Habían algunas dudas en torno a la versión que llegaría a Chile, pues en Brasil la banda se apañó de un cuerpo de cuerdas, algo que parecía improbable para la fecha en Chile.
Y bueno, obviamente llegaron las cuerdas, un piano de cola, iluminación ad-hok a la jornada y toda la parafernalia que parecía impensada. Obviamente responde a la teórica anticipación que una banda así con un concierto de estas características podría despertar en Chile. Y lo de “teórica” no es accidental; el teatro no estaba exactamente lleno, lo que puso algunas cosas en perspectiva, sobre todo considerando que el mismo Loureiro juntó mucha más gente en el mismo espacio hace tan solo unas semanas.
Pero pasando de la conversación contextual a la textual es que aparece lo que realmente importa: el show. Obvio que hay cosas que decir, algunas más nerds y quisquillosas que otras, pero en general positivas.
Comencemos por la previa, que fue bastante ominosa. Sin teloneros, con el escenario listo, equipado y decorado con una iluminación inéditamente sensible para tratarse de un concierto de metal. Naturalmente, no hubo teloneros, o nada de esto hubiese funcionado bien. Sin contar que tenían una música incidental bastante opresiva que aparentemente invitaba a enfocarse en el show que estaba por venir.
La banda brasileña salió al escenario con total naturalidad a las 20:10 horas. Sin introducción envasada ni nada. Existe esta idea quizás demasiado occidentalizada de que los formatos acústicos implican un intrínseco carácter íntimo. No solo esto es históricamente incorrecto, sino que es un generalismo un poco extraño, pues se apoya en darle significados estáticos a símbolos que son permeables por definición. Ahora, ese carácter íntimo también tiene formas de retratarse. Hay gente que no puede pensar en su propia introspección sin darle un carácter épico. No es un dato menor a la hora de fijarse en las versiones acústicas de una banda de power metal.
El punto es que un show de Angra en pleno 2024 naturalmente va a responder al espíritu autorreferente con el que la banda ha construido una respetable mitología propia. Hacer versiones acústicas implica acceder a muchos cambios que no siempre son para mejor, a menos que se le tenga demasiada estima y confianza a la obra, como fue el caso.
Angra comenzó con la entonable «Nova Era», un corte clásico. El inicio del concierto adoleció de ciertos problemas de sonido que se fueron solventando en la medida que avanzaba el show. Como audiencia, hubo que ceder un poco para entrar de lleno en la narrativa que la música ofrecía.
El show siguió, curiosamente, con algunos cortes más progresivos del catálogo de la banda. Las versiones acústicas de temas relativamente largos como “Make Believe” o “Storm Of Emotions” funcionaron bien. No sería irresponsable afirmar que el traspaso al formato acústico tampoco fue ni tan aportar ni tan radical para efectos del producto final. Para efectos de todos los recursos que se dispusieron, quizás cabía espacio para algún giro de tuerca más llamativo sobre las versiones originales. Fueron versiones de baladas.
Cosas que sí destacaron fueron, por ejemplo, el momento del pase a “Reaching Horizons”, la primera canción alguna vez compuesta por la banda original. Más encima, la versión estuvo a cargo de Rafael Bittencourt –el miembro más antiguo– tocando y cantando en solitario, que no dejaba de ser un lindo tributo al fallecido André Matos, uno de los ex miembros más antiguos.
Otro de los puntos altos fue la invitación de la talentosísima cantante Vanessa Moreno. No sólo es una figura que claramente evoca la seguridad de estar escuchando a una artista de formación docta, sino que su propia presencia llenaba el escenario a niveles que incluso a Angra le costaba alcanzar. Fueron tres temas con ella, primero “Here in The Now”, luego ese cover de “Wuthering Heights” de Kate Bush, que precisamente tiene su versión en el ‘Angels Cry’ (1993). Y la versión acústica estuvo bastante cerca de la versión original de la canción. Fue un alto momento.
Moreno se despidió con “Tears Of Blood”, en otra alta nota épica. Se dio paso a ya la última sección del concierto con algunas otras epopeyas épicas como la clásica “Holy Land” o “Rebirth”. Angra ya tenía al público un poco más en el bolsillo, lo que hizo el concierto en general más ameno y divertido. Llegamos a “Bleeding Heart” y para el bis.
No está de más agregar que el público, además de no haber sido demasiado cuantioso, tampoco estuvo muy motivado. Hubieron quienes se tomaron mucho más en serio el carácter docto de la jornada antes que el fogatero que podría haber ofrecido el formato acústico. Fue lo que fue, no está mal. El único momento en el que esto cambió fue con la única canción del bis, “Carry On” del ‘Angels Cry’ (1993), una de las más populares, melódicas e irresistibles entre todo el catálogo de Angra.
Ahí ya todos cantaron, otros se pararon del asiento y así. Fue la celebración que algunos se estaban guardando. También fue un poco como la mínima expresión de la locura que siempre ha evocado Angra en Chile con su formato convencional. En general, el concierto tuvo mucho de esta tónica: pasar la propuesta y las ambiciones del proyecto por un embudo que limita un poco las mismas aspiraciones del proyecto, aún cuando los músicos sean lo suficientemente ominosos para omitir esta sensación. Hay gente muy nerd de Angra, y bien por ellos. En general fue un concierto, aún cuando ambicioso, limitado en su ambición.
Setlist de Angra Unplugged en Chile:
- Nova Era
- Make Believe
- Storm of Emotions
- Gentle Change
- The Bottom of my Soul
- Silence and Distance
- Reaching Horizons
- Here in the Now
- Wuthering Heights
- Tears of Blood
- No Pain for the Dead
- Holy Land
- Late Redemption
- Rebirth
- Bleeding Heart
- Carry On
Revisa la galería completa de Angra Unplugged en Chile a continuación: