Escrito por María Paz Carrasco
Fotos por Omar Yanez
Melómanos vieja escuela, infancias, banderas de Palestina y familias completas presentes en un cierre de semana catártico y reparador junto a Ana Tijoux presentando ‘Vida‘ (2024), su más reciente trabajo que destaca por ser una celebración vibrante de la resiliencia y la creatividad. La velada, marcada por una profunda dedicación y la capacidad de transformar el sufrimiento en arte, se convierte en un testimonio conmovedor de la fortaleza emocional de la artista.
A las 20:20, el espectáculo se presentó con algunas pifias, pero nada que pudiera empañar la intensidad y el carisma de la artista. En un acto de solidaridad y protesta, se vio ondear una bandera de Palestina, añadiendo una capa de significado y compromiso social a la noche.
El evento comenzó con una emotiva dedicatoria a Miguel, su ex bajista, a quien Anita agradeció con un sincero «disfruten». Desde el inicio, se evidenció la profundidad de la conexión personal que Ana Tijoux siente hacia su música y su equipo.
El setlist fue un viaje ecléctico, que comenzó con la potente «Niñx» y avanzó por éxitos como «Vengo», «Antipatriarca» y «Cora». La actuación también incluyó momentos especiales como «A veces» con la participación de Hordatoj, aportaron un toque fresco y dinámico.
Celebración de vida y música
Ana Tijoux sorprendió al público con una coreografía original, que invitó a los asistentes a explorar su fiesta personal. Siendo un show marcado por la experiencia familiar y comunitaria, transformando el sufrimiento y el luto en un espectáculo lleno de sabiduría y belleza. El momento culminante incluyó una versión renovada de «Shock», y la presencia de ritmos disco que dieron una nueva dimensión a la celebración de la vida y la música. Por otra parte, la proyección de una luna en “Calaveritas” junto a Raimundo Santander fue una de las canciones que añadió un toque romántico y mágico al ambiente-
El primer Movistar Arena de la artista también fue un tributo a la creatividad nacional, con un llamado a aplaudir a todos los artistas y creativos del país, resaltando la importancia de la hermandad en el arte.
“Vida” no solo demuestra la habilidad artística de Anita, sino también su capacidad para convertir cada desafío en una celebración de la vida y la creatividad. La noche fue un testimonio de la resiliencia personal y colectiva, y un recordatorio de que el arte tiene el poder de sanar y unir.
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