Por Nicolás Merino
En teoría, el estreno de Furiosa es importante y llamativo por múltiples razones. Las cuales, por cierto, han demostrado no ser suficientes para atraer a la audiencia ni siquiera en su suma. Enumerando, podemos adivinar una atracción generalizada por el hecho de: ser nueva de Anya Taylor-Joy, ser una nueva (y la quinta ya) de la saga Mad Max o ser una nueva del director George Miller. Parece una mezcla perfecta y, en efecto, lo es. Furiosa es una obra maestra (la cuarta, después de Road Warrior, Pig In The City y Fury Road). Indiferentemente de que la conversación casual insista en mantener el filme injustamente invisibilizado.
Hay un detalle sobre el arte que parece un poco ignorado hoy pero es lo siguiente: el arte lo hacen las personas, y las personas son complejas por naturaleza. Por tanto, incluso la expresión artística más simple puede evocar complejidades que en un principio pueden parecer escondidas. Furiosa no es una película simple, entonces solo imaginemos cómo se desenvuelve una obra de estas características cuando se pone bajo la lupa. Y para efectos de una nota de internet, mejor agarrarse de alguna de las hebras antes que darle la vuelta completa a la obra (no es para web).
La otra opción, totalmente descartada para una situación así, es hacer una suerte de resumen pero agregando los típicos adjetivos vacíos e intercambiables. Para eso existen plataformas como IMDB, Letterboxd, Wikipedia y algunas de videos como YouTube o Tik-Tok donde seguro que habrá mucha gente feliz de hablar durante veinte minutos sobre cualquier película en términos de buena/mala, o como está de moda últimamente, la sepultura filosofía entretenida/aburrida.
La visión de George Miller
Esta es solo una lectura. Una de tantas que permite el filme. Y de verdad permite varias. No se trata de creerle a este párrafo o no, pues la película sigue en cartelera. Se puede comprobar.
Y como para cualquier película, es importante empezar con la personalidad encargada de la dirección. En este caso, el australiano George Miller. La versión de Miller que llegó a filmar Furiosa es una más cercana a aquella que escribió y dirigió 3000 Thousand Years of Longing antes que a la que ingenió Mad Max: Fury Road. Así mismo, 3TYOL de alguna forma está más cerca de Babe: Pig In The City que de su película antecesora en la filmografía del director.
Hoy debe quedar claro que las búsquedas artísticas de Fury Road realmente responden a inquietudes muy específicas. Esto para efectos del ejercicio del cine aplicado. Esa película es una brutalidad, una locura y un monstruo que no para de sorprender en ningún minuto. Pero es otro monstruo. A la luz de dos películas adicionales, queda claro que Fury Road vive y muere solo para sí misma. Aunque suene estúpido y contradictorio porque este texto es, literalmente, una crítica a una película que existe a partir de la vena de su antecesesora en la saga, pero son monstruos destinos. Lenguajes distintos.
Épica y realidad
Miller tiene un tema con el carácter épico de las historias. De hecho, más bien tiene un tema con las historias en sí mismas, como fenómeno primero y luego como disciplina. Y el diálogo de Furiosa con Fury Road puede ser su obra maestra en la búsqueda de ese relato. No las películas individualmente (que también son obras maestras), sino su conexión metafísica. Si sus suyas llegan a cotas épicas y de un sentido milenario es precisamente porque él decide abordarlas con la seriedad y misticismo suficientes como para que sus propias películas parezcan un eco de un proyecto ficticio que él solo interceptó e interpretó bajo las reglas del lenguaje cinematográfico.
Lo realmente interesante es que, en la realidad, esto no ocurrió así, ¿o si?
Es recurrente que distintos músicos del mundo se refieran al proceso de la composición como “una búsqueda”, como si las traducciones matemáticas de todas las composiciones musicales ya fueran parte del orden del universo y ellos solo tuvieran que encontrarlas. Como si estuvieran jugando al Buscaminas o a la pesca milagrosa. Y esta interpretación ha salido de múltiples bocas, que van desde las que pertenecen a gente como Keith Richards hasta Pablo Ilabaca. Sin contar que hace siglos que existe un debate tanto científico como filosófico que pone de frente la idea de que las matemáticas son una creación humana, versus la postura que interpreta este lenguaje humano como una mera “performance” de algo propio de una naturaleza más grande que la humanidad misma.
George Miller no está necesariamente invitando a incluir a la ficción o la mitología en ese esquema, pero vaya que su manera de filmar si asoma el debate.
Los protagonistas de Miller son míticos o legendarios, en el sentido puro y literal de las palabras. No son adjetivos dispuestos con propósito de “abacanar” historias que ya son interesantes por sí mismas. De hecho, son historias que por sus propias características más basales (o reglas con las que se interpretan estas mismas) ya responden a una naturaleza mítica inapelable, Todas sus películas se sienten gigantes, aún con lo falladas que puedan ser (hay solo dos que realmente pueden calificar como “falladas”: Mad Max Beyond Thunderdome y Happy Feet 2). Viene a ser un poco redundante justificar como esta afirmación se adapta al cuerpo total de su filmografía, pero ante las dudas más probables:
-Para efectos del contexto de su propia ficción, el personaje de Nicholson es una leyenda en Witches Of Eastwick.
-Lorenzo’s Oil se salvaría, pero ese montaje previo a los créditos le refuerza un carácter mítico a la historia que, por cierto y además de estar basada en hechos reales, es una performance cinematográfica de dramón épico para un guión que en otras manos hubiese terminado tan solo como un olvidable hit cebollero del cable. Incluso son el mismo casting.
La mitología de Furiosa
Furiosa, como personaje, ya tenía suficiente mitología adherida por la propia trama de Fury Road. En parte, se podría decir que aún existiendo hoy una nueva película enfocada en ella, su carácter se mantiene en un lugar más o menos similar. Para efectos de la personaje, lo que realmente se amplía es la información a disposición de la audiencia.
Por donde realmente crece el mito es a través del Yermo (sí, con mayúscula; The Wasteland). En la superficie, puede acusarse a Fury Road de invitar a la interrogante de “¿quién mató al mundo?” como una incógnita más de su propio mundo ficticio. En realidad es una pregunta para el público: “¿hoy, en pleno 2015, quién lo está matando?”. Nueve años después, aún cuando todavía no hay una respuesta que pueda satisfacer a los desesperados por llenar las páginas de su libro de “lore certificado”, Furiosa -más encima siendo una precuela- se encarga de mostrar el proceso de podrida autodestrucción obsesiva y contagiosa entre quienes siguen matando ese mundo real que vive fuera de la pantalla.
Temas a tratar
Furiosa es una película sobre el vicio, los espirales descendentes, las frustraciones que acompañan la naturaleza de las ambiciones y, sobre todo, el molde narrativo al que las vidas se amoldan. Cuando Dementus le pregunta a Furiosa si acaso «Do you have it in you to make it epic?» (¿tienes lo suficiente para hacerlo de manera épica?), lo que realmente está pasando en pantalla es que Miller reflexiona -e invita a la audiencia a la reflexión- si es que pueden resolverse nuestras más personales inquietudes si es que estas soluciones no son traducibles a una proyección de enjundia narrativa con todas las de la ley.
Y quizás genuinamente convencida de lo que plantea el voladero de luces de Dementus, Furiosa efectivamente encuentra una forma to make it epic.
No por nada -voluntaria o involuntariamente- terminamos otorgándole un esquema narrativo a nuestras propias experiencias personales. Llevamos el ejercicio narrativo en la sangre. Y en ese hermoso documental dirigido por el propio Miller titulado 40000 Years of Dreaming, existe una cuña del susodicho en la que afirma que el cine no comenzó con la tecnología de la imagen en movimiento, si no que hace cuarenta mil años cuando apareció la primera historia.
Es una cita más linda que cierta, pero lo pertinente es que asoma la relación del director con el peso de las historias como disciplina humana. Y bueno, el apéndice de esas palabras vendría siendo el cuerpo de su propia filmografía.
La apuesta de Furiosa
¿Cómo es que Furiosa realmente se hace cargo de poner en práctica todas estas palabras grandilocuentes? Primero, en tono. Luego, en los detalles y en la forma de entregarlos. Hay recursos típicos de las precuelas que están en la lógica del guiño. Otras, las más, llegan a llenar esos espacios que la perfección de Fury Road aparentemente denunciaba como autosuficientes. Hay elementos de la Mad Max anterior que ahora pesan muchísimo más, incluso la actuación de Theron tiene otra dimensión acaso más sensible y torturada. Por cierto, la actuación de Taylor-Joy es impresionante. No porque haga tal o cual cosa que exija un nivel alto, sino por la gran capacidad de mantener el tono y la línea de la interpretación antecesora del personaje.
Toda la trama está, por supuesto, sobre el esquema de este escenario post apocalíptico y aquellas recurrencias que le han dado éxito a Mad Max y aprobación a Miller. La narración, por un lado, obviamente es impecable, pero así también lo es la ejecución. Las escenas de acción son alucinantes aún con todo el internet cacareando que el IGC se ve falso. Para una película así, es lamentable detenerse en el IGC, aunque efectivamente se vea falso. Pero es lo de menos, de verdad.
De nuevo, este es solo uno de los alcances. Furiosa se siente como una película gigante porque efectivamente lo es. Muy recomendable. Sigue en cartelera.