Difuntos
Entrevista

Andrés Olivos de Difuntos Correa: «Queremos sacar algo nuevo»

Conversamos con Andrés Olivos, vocalista y guitarrista fundador de los Difuntos Correa sobre la vuelta de la banda y de su actualidad viviendo en el sur de Chile. Con su disco debut «Tramposo Amor» (2004) finalmente en Spotify, la icónica banda de rock nacional vuelve a los escenarios tras una década de ausencia. La próxima fecha es para hoy sábado 15 en la Aula Magna del Liceo Manuel de Salas.


Una década sin los Difuntos

¿En qué parada están los Difuntos Correa y cómo se fue reagrupando la banda después de todos estos años? 

Estamos en una parada distinta porque nuestras situaciones, nuestras circunstancias, son un poco distintas ahora. Antes nosotros estábamos viviendo todos en la misma ciudad. Ahora ya no es así, estamos repartidos por Chile, entre Santiago y el sur. Eso hace que nuestra forma de trabajar tenga que haber cambiado también. Estamos juntándonos ahora como en intensivos, ¿cachai? Nos juntamos primero esa vez que tú me viste en la Plaza Pocuro, creo que no nos habíamos ni siquiera juntado. Después nos juntamos una vez a ver qué pasaba entre nosotros, en la onda musical, digamos, porque siempre la verdad es que ha estado bien a nivel personal.

Esta cuestión terminó porque todo tiene su ciclo y cuando nosotros nos fuimos, uno, queríamos hacer otras cosas y dos, la cosa había crecido a un nivel que nos hacía difícil seguir porque teníamos que pegar demasiado. Teníamos que comer de la banda nosotros, tenía que comer el sonidista, el monitorista, los roadies, que tenían su familia, o sea, teníamos que estar demasiado pegando para que la maquinaria funcione.

Entonces ahora como que nos juntamos en otra parada, y la parada es como una junta para hacer los proyectos que nos hacen ilusión. Ya no necesariamente como un asunto de que esto tiene que ser como nuestro único trabajo, fuente de ingreso, bla bla bla, que eso le mete mucha presión al proyecto, sino que más bien estamos ahora agarrando como los desafíos que queremos tomar. No por obligación sino que por ilusión. Estamos en una primera etapa de reconectar con la gente que estuvo en contacto con nosotros, sobre todo después de tocar tanto en vivo por Chile. 

Finalmente, éramos una banda que tocaba mucho, pasamos los primeros tres años de que salimos con más de 100 shows al año, casi como un show cada tres días. Íbamos donde nos llamaban, teníamos toda esa energía como de la juventud y también como de la poca necesidad. Entonces, en ese peregrinaje, digamos, de donde la relación era muy banda en vivo, público que nos iban conociendo, se juntó como una masa de gente grande y súper real. Porque es como más allá de que, no sé, ahora estoy súper pegando en la radio o en redes sociales o en la tele. Fue una relación que se formó en los shows en vivo que uno tiene que llegar a revisitar.

En general nos ha pasado que en los shows que hemos hecho, vamos así como en una escalerita subiendo peldaños, y el público respondió. Nosotros no sabíamos si iba a pasar eso o no, y la verdad no se trataba demasiado de eso en un principio. 

Hicimos un show chiquitito primero en El Clan, que se vendió al tiro, después hicimos uno en Copiapó, nos invitaron a tocar al casino y quisimos hacerlo porque era entretenido. Siempre nos había ido muy bien en Copiapó. Hicimos un concierto al principio, nosotros y Sinergia, en una calle así grande en Copiapó, y fue todo Copiapó (risas), así fue como que no pasaban muchas cosas en esos momentos. Todo el mundo nos decía “oh ese fue mi primer concierto de rock” y como que tenían esa vivencia como súper amorosa. Llegaron, no sé, 1.300 personas al show. 

Nos hemos dado cuenta de que todo ese viaje que nosotros hicimos hace tanto tiempo todavía tiene energía, la gente creció pero la gente sigue teniendo esas vivencias, esos recuerdos que quiere volver a sentir de alguna manera. Yo creo que queremos seguir en esa onda, pero yendo a visitar a las ciudades de Chile donde tenemos que estar según nuestra historia. Entonces ahora estamos pensando, tenemos que ir a la Serena, Coquimbo, que era como un lugar donde siempre tocábamos. Tenemos que ir a Conce.

El periodo de la inmortalización

El primer recuerdo que tengo de ustedes es del Festival de Viña. ¿Dé dónde sale la idea del cover del “Tiempo en las bastillas”?

Es que, bueno, eso como que tiene una… Yo creo que tiene una narración bien práctica finalmente, porque me parece que en ese momento cuando nosotros hicimos la versión de Los 80, el 13 tenía la producción del festival. Entonces ahí había un tema como de “oye mira estos locos ya tienen el tema hecho”, y es como ya, a nosotros nos dijeron “oye va a haber esta cosa – de lo no me acuerdo cuántos años habían del festival – y quedará en muchas canciones chilenas”. Tenemos el “Tiempo en las bastillas” y como que igual esa versión de verdad como que siento que quedó súper bonita también. Tiene los violines, tiene el clavecín entre medio, o sea, quedó una producción bien buena.

Entonces nos dijeron, “¿quieren participar con este tema?” Que aparte era un tema muy emblemático del Festival de Viña porque el año 78 Ubiergo como que empezó su carrera con esa canción en un tiempo que estaba súper peludo. Ubiergo tenía esa sutileza de poder decir súper intrincadamente las cosas. Fue una actuación súper emblemática y yo creo que claro, pegaba muy bien con el festival finalmente revisitar esa canción. 

Al principio nos llamó el Boris Quercia para que hiciéramos el opening de Los 80 y que era esa la canción, eso estaba cerrado. Nosotros que éramos un grupo así como más, digamos, rockero tipo energético de canción en vivo (…) la gente saltaba en los shows, ese era como el core del asunto. Hicimos primero una versión que era muy prisionera, de los años 80. La onda más ska de Los Prisioneros. Pero no, no quedaba con esa, (…) a lo nostálgico que tenía que tener el tema entonces hicimos varias iteraciones ahí como con el equipo de Los 80 hasta que llegamos a esta versión. De repente yo agarré el ritmo del riff de guitarra de Wonderwall, de Oasis y como que empecé a hacer los acordes de ese tema y fusioné como esa rítmica. Sobre esa base empezamos a construir.

 

Fue como una fusión de tu influencia del colegio tipo noventero con esto que venía de mucho antes. Es una cuestión nostálgica no solamente para la gente que escucha, sino para ti. 

De todas maneras. Eso partió así (…) y después vinieron los violines. Yo tenía justo una prima que estudiaba violín y la llevamos para la casa para que hiciera los demos. 

La producción, claro, igual ellos pensaban que a la serie le iba a ir bien pero no tan bien como les fue. Nosotros tampoco. O sea, nos mostraron en ese momento como un extracto de la serie, dijimos, “oh, está increíble”, pero uno pensaba que iba a ser menos mainstream quizás. Que iba a ser más como esas series como más de culto. Pero pegó en el corazón de Chile.

 

¿Qué fue lo que pasó que se demoró tanto tiempo en estar Tramposo Amor, el disco debut de los Difuntos, en streaming? 

Es que ahí fue un atado como discográfico. Lo que pasa es que ese disco era de la EMI y la EMI la compró la Universal y Universal tenía sus propias prioridades como para subir cosas – digamos – y todo ese catálogo de la EMI, como de los 2000 para atrás, nunca se subió. Hay una cantidad de discos bacanes que en el fondo quedaron ahí como guardados en una bodega. Nosotros nos comunicamos con Universal hace tiempo porque era como, “oye, cómo no va a estar ese disco ahí”. Tuvimos la suerte de que ese disco lo grabamos nosotros con un proyecto Fondart, entonces el máster era nuestro, pero el fonograma, los derechos de difusión de ese los tenía la EMI.

Lo que nosotros agarramos fue que nos conseguimos de nuevo la grabación y la remasterizamos. La volvimos a paquetar en otro fonograma que es como remasterizado y ahí nosotros la pudimos subir. Eso lo hicimos ahora porque en verdad como no estábamos juntos tampoco teníamos como una pata ejecutiva trabajando. Ahora cuando nos juntamos de nuevo empezamos a hacer todas esas cosas que teníamos como pendiente. Ahora nos falta como una nueva pata que, aparte de tocar en vivo, es sacar algo nuevo. Eso es lo que se debería venir así en un mediano plazo. 

 

¿Cómo fue para ti componer música o tomar la guitarra en medio de cuando crecen tus hijos? ¿Había algún momento para ti en el día para poder componer? ¿Cómo era eso para ti? 

Es que yo la verdad que nunca estuve 100% fuera pero estaba haciendo cosas desde otro ámbito. Aparte de ser audiovisual trabajé harto en estudios de grabación haciendo música para otros en su momento. Hacíamos discos para la tele, discos como para canciones que tenían para teleseries, para los ganadores de programas de talentos. Ahí estuve un rato y después seguí haciendo y, sigo hasta hoy también, música para audiovisual. Ahora hice para una serie infantil y en ese sentido sigo con el músculo bien activo. Sobre todo el músculo de la producción.

Hago clases de diseño sonoro para audiovisual en una escuela de posgrado, que se llama Núcleo de Autoría Escénica, es super bacán, hay puros bacanes. (…) Yo he hecho varias canciones, pero en el fondo armar un proyecto como para el público creo que tiene otros desafíos. No agarré tanto eso porque siento que estaba con muchas cosas como para hacer una carrera. 

En Frutillar, entre mis varias actividades, soy como el maestro Yoda de la Escuela de Rock Municipal de Frutillero (risas). Voy ahí dos tardes a la semana y le ayudo a las bandas que hay en Frutillar, así como a un consultor, un consejero. Bandas de cabros de colegios. Igual siento que la nueva generación tiene que ir muy para atrás para encontrar como un referente.

 

¿Qué significa Black Dancing? ¿De dónde sale el concepto para empezar esa canción?

Esa es una historia real de Checho, del guitarrista, con una mina. Es como una historia súper chiquitita, así como de que se toma una micro, se cruza la ciudad para llegar y después en el fondo es como una historia de carrete amor a medio juvenil. 

¿Tipo “Brigada de Negro” de Los Prisioneros?

Claro, claro. Yo la veo muy así, como muy Santiago Centro, una mina que se toma una micro y que llega a nuestra casa a vacilar. Tiene todo el aura sexual también y como toda esa onda. Es una foto de esa energía de ese momento, de mucha libertad. Nosotros en esa época teníamos la energía de vivir el día, de lo que pasara. Estaba bien. No mirar ni más adelante ni más atrás, sino vivir a concho lo que estaba pasando. Difuntos siempre vuelve a esa energía, sobre todo cuando tocamos en vivo.

 

Es como, olvídate de la pega, de los estudios, de todos. 

Claro, olvidémonos de eso y enchufémonos con esa energía como de la espontaneidad.

 

¿Cómo llegaste a Frutillar? ¿Cómo ha sido el cambio de aires para ti y tu familia?

Yo llegué primero porque sentía que ya me había dado las vueltas suficientes en Santiago y que necesitaba, primero, cambiar de aire. Segundo, me pasa que acá en Frutillar hay una escala que me es muy cómoda. Es como, yo llegué para acá, y a los dos días ya había conversado con el alcalde y así como, oye, “¿qué haces con la escuela de rock?” También me pasa que Santiago está muy segregado socialmente, acá mi hijo va a la escuela de fútbol y van los cuicos y los no cuicos. Hay una escuela de fútbol y es lo que hay.  En Santiago, casi que si tú estás en cierta comuna, tienes que ir a la escuela de esa comuna, con los mismos niños que viven ahí, con tal equipo y tal, y tal, y tal. De alguna manera eso me tenía medio chato.

Siento que se sienten mucho más las diferencias en Santiago, y también que eso es muy heavy. También la agenda, la agenda noticiosa, política, bla bla bla, vive ahí y se hace carne ahí, y no de las mejores maneras. Uno también es como carne de cañón de las manipulaciones. Entonces ahora, no sé, por el tema de la violencia, la inmigración, yo como que converso con mi gente allá y siento que están mucho más metidos en esos grandes bloques discursivos. Saliendo de Santiago está más liberado de eso. 

En torno a la parte creativa, Frutillar es considerada como Ciudad Creativa de la Música de la UNESCO, y está todo avanzando. Hay muchísima actividad cultural, muchos músicos dando vueltas, hay muchos eventos, instancias para colaborar con otros, hay músicos clásicos, hay cantautores, hay desde mi lado rockeros. Es una ciudadcita de 15.000 personas, pero todo está pasando en ese ámbito. Yo he colaborado harto con gente de acá y todos con proyectos más chiquititos pero que igual llenan caleta y creo que ahora que nosotros vamos a hacer nuestra segunda pata (…) es la pata más de composición y todo eso yo creo que vamos a salir de Santiago para hacerlo. 

 

Hacer un gran retiro de los Difuntos Correa, así como meterse en una van y meterse todos con las instrumentos para hacer música fuera de Santiago, encuentro que sería un proyecto bastante bueno. 

Ahora se viene, porque te vamos a estar contando de todas maneras. Entonces, como que de alguna manera por ahí va el asunto. La actividad de los Difuntos como banda era en su mayoría, o por lo menos la mitad, era fuera de Santiago. La gran mayoría de los conciertos que hicimos lo hicimos fuera. En regiones. Ahí está nuestro público, somos una banda más regional. 

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