Juan Wauters en Chile
Live Review

Juan Wauters en Chile: Alma intrépida

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Aarón Castro

 

De cierta forma, un show de Juan Wauters en Chile es sinónimo de una complicidad construida por el júbilo que emana el uruguayo. De esta forma, y siendo una de las figuras más peculiares y únicas del mundo de cantautores oriundos de Latinoamérica, esta nueva presentación que tendría Juan Pablo en nuestro país en Espacio del Ángel sería distinta –o mejor dicho, aún más única que de costumbre–.

Es que Wauters es un excéntrico. Es alguien capaz de ir moviéndose desde su morada en New York a distintas partes del mundo con una curiosidad similar a la de un niño conociendo el mundo. Es un sujeto que, aún con pocos recursos sobre el escenario se las arregla de llenarlo con nada más que su energía radiante. Así fue desde el primer minuto con «En Mi», que, con tan sólo su guitarra acústica, contagió a todo el mundo con su espíritu hiperkinético.

La sencillez con la que se expresa, más lo mucho que brilla su aura como persona, llegan a ser hasta inauditos en el mundo de hoy. La alienación a la que nos enfrentamos día a día llega a ser desesperanzadora muchísimas veces, sin embargo, el ver como alguien como Juan Wauters es capaz de dibujarnos una sonrisa de oreja a oreja con sus canciones como «Pasarla Bien» y «Locura», o también de hacernos reír con sus saltos, giros y corridas por el escenario en temazos como «Así No Más» y «Milanesa al Pan», nos deja con una sensación de cobijo sumamente gentil.

Pero, nuevamente. Juan Pablo es un alma intrépida, que se mete a las fauces de la bestia aún con tribulaciones clarísimas a la vista. Aún si es que venía saliendo convaleciente de una fuerte gripe –después de 7 a 8 shows–, o si sus uñas se quiebran en sus rasgueos –ojo que no usa uñeta–, no hay nada que lo detenga. Muy por el contrario, si incluso llega a haber algo como el COVID-19 que inmovilizó a todo el mundo, dicho fenómeno no hizo más que cambiar el rumbo de los proyectos de Wauters. ¿Pero detenerse? Jamás.

El uruguayo nos contaba como le encantaba tocar solo en el escenario, porque le brindaba oportunidades que en banda no suele tener. En sus palabras, le permite estar en la cuerda floja, encontrando en los riesgos, bordes y desperfectos un refugio en el que es donde realmente florece su genialidad y creatividad. Si hasta nos regaló dos canciones inéditas a cappella, así como también «Disfruta la fruta» en el que las voces interactivas del público realmente añadían sazón –o la minireferencia a Cola Boy con «Unity»–.

Ya con la guitarra de regreso a sus manos, el uruguayo se salió del libreto –si es que siquiera hubo alguno– pidiendo canciones a la fiel y comprometida audiencia que gritó desaforadamente «Guapa», «Nube Negra», «Dos», «Sanity or Not», y tantas otras. Una vez más, la actitud impredecible y juguetona del cantautor realmente nos hacía sentir felices de estar vivos, y presenciar un acto de humanidad como pocos en estos tiempos –a través de la música–.

«Blues Chilango», «Camina, Pensá», «Woodside, Queens», y varias más formaron parte de un repertorio que puso a todo el Espacio del Ángel a cantar con una confianza de amigos de toda la vida, que veían como Juan Pablo se relacionaba horizontalmente con aquellos que disfrutaban de sus piezas. Así sea compartir una piscola, reírse de como se hacían callar entre ellos, o de cómo un asistente quedó de «Wikipedia de Juan Pablo» al saberse datos que ni él mismo tenía idea.

El regreso a casa fue calentito, y es que repetirse el plato con Wauters será una constante. Después de todo, es imposible no contagiarse de su actitud cuando se le ve cantar una de sus canciones favoritas como «Muy Muy Chico». Qué corazón más grande que tiene.


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Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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