Escrito por Felipe León
Fotos por Andie Borie
Puede que los años pasen y la energía no sea la de antaño, pero si hay algo que dejan en claro muchos actos rockeros es el deseo de morir con las botas puestas. Claro, en un sentido figurado, esta primicia alberga algo más que un acto de nostalgia: una razón para vivir. De cierta manera, los dos actos que se congregaron la tarde noche del viernes 3 de mayo en el Teatro Caupolicán hicieron gala de aquello, como fue el caso de Sebastian Bach y por supuesto, Mr. Big, los grandes del hard rock que están en plena despedida de los escenarios.
Porque la jornada estuvo ardiente, como un llamado a las glorias pasadas cargadas con tanto estilo por ambos nombres, que con su música y canto respondieron con orgullo a sus herencias. Como debe ser.
Pero no estuvieron solos, ya que QueenMilk desplegó parte de sus logros en un evento que si bien a esas alturas no contaba con mucho público, se encendió de inmediato. Debido al gran manejo hard rockero que profesó la banda, demostrando que están lejos de ser solo un acto de apertura, gracias al nutrido y directo imaginario que albergan canciones como «Sweet Love» o «The World is Yours».
Incombustible
Pese a que la velada contaba como número principal con los legendarios Mr. Big, la sola presencia de Sebastian Bach le otorgaba un caché especial al evento. Un hito no menor considerando la trayectoria del ex vocalista de Skid Row, quien no dudó ni un segundo en entregarse a una audiencia que lo recibió con los brazos abiertos, y un entusiasmo que el vocalista no tardó en responder.
La noche estaba en llamas con la agitada performance del canadiense, solo superada con la impresionante voz que conserva. Así, con el carisma al 100% y una tonelada de clásicos a su haber, impregnó de potencia, emotividad y frescura el recinto de San Diego, donde los autógrafos no faltaron para quienes estaban apostados en la reja. Pues, se le vio en todo momento muy cómodo y entregado a la euforia que provoca su siempre rebelde música.
Una incombustible presencia que canalizó, tanto en cortes solistas como «What Do I Got to Lose?» o «Everybody Bleeds», como en los explosivos bombazos de SR que tradujo en «Here i Am», «Big Guns» o la clásica «Slave to the Grund». Sin embargo, las versiones a otros artistas a modo homenaje también se hicieron presente, con improvisadas alusiones a Dio, Lemmy y Neil Peart.
Por lo mismo, la presentación de Sebastian Bach se sintió como una destellante alusión a los oídos, guardando para el final una trilogía de temas de culto como «Monkey Business«, la emotiva «I Remember You» y «Youth Gone Wild».
Inolvidable
Digamos que la tarea de superar o equipararse a lo demostrado por Sebastian Bach se transformó en un gran reto para Mr. Big. Tampoco es que fuese una competencia, pero si hay algo que destacar de la última presentación en Chile del clan de Los Ángeles fue la experticia con la que salieron al comerse el recinto. Claro, jugaban de local y eso se sintió de principio a fin, pero no fue lo único.
La sola manera en la que plantearon su show se puede leer como una revisión de su legado más clásico, atendiendo únicamente a sus primeras cuatro placas en larga duración, en especial el celebrado ‘Lean Into It’ (1991). En ese sentido, la ejecución misma de las instrumentales destacó por el virtuosismo, además de contribuir a la conexión que de inmediato se logró con piezas tipo «Addicted to That Rush», «Daddy, Brother, Lover, Little Boy (The Electric Drill Song)» y «Alive and Kickin'». Un deleite para su fanaticada.
Bajo esta lógica, los liderados por Eric Martin sacudieron el Teatro Caupolicán con una energizante nostalgia que hizo cantar, saltar y moverse al público, que respondió al igual que la banda, entregados al «ahora o nunca». Por lo mismo, el recibimiento de canciones como «Green-Tinted Sixties Mind», «Voodoo Kiss», «Never Say Never» y «Just Take My Heart» fue automático, las que se sintieron como un gran regalo.
Al igual que el hitazo «To Be With You» y la ganada reversión de «Wild World» de Cat Stevens, fotografías de un momento inolvidable que dejó en manifiesto la importancia de Mr. Big en la música. Una despedida triste, sí, necesaria, tal vez, pero que estuvo a la altura de las circunstancias.
Nos vemos en otra vida.
Más fotos a continuación:
Mr. Big
Sebastian Bach
QueenMilk