The Ghost Inside en Chile: La gran carga emocional tras el debut

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Andie Borie

18 años tuvieron que pasar para que la agrupación norteamericana The Ghost Inside finalmente se presentara en Chile. Una cifra no menor en lo absoluto, considerando la popularidad que goza el metalcore en territorio nacional, y, por ende, toda la idiosincrasia creada alrededor de este. El público chileno no tenía más que conformarse con las presentaciones videograbadas en algún rincón oficial –o no oficial– de YouTube. Sin embargo, tampoco es que no hayan ciertas justificaciones al respecto. Aunque con el show ya consumado, eso ya quedó en el pasado.

Chances y el despliegue de una honestidad inusitada

Ni más ni menos fue la agrupación nacional Chances la encargada del acto de apertura. Y es que con el año recién cumplido del excelente disco homónimo, el panorama cada vez brilla más para estos baluartes del metalcore más visceral. Tam Rivas, dueña de una voz versátil, expresiva y descarnada, entregó las cuotas distintivas de ese aspecto más honesto de este sonido.

Hablamos de un pulso agitado, sigiloso y estruendoso que se entremezclaba con secuencias de luces que enaltecían las expresiones más conmovedoras y shockeantes de su propuesta. Una que, aún ante la posición pasiva del público, si cosechaba una y otra vez aplausos tras la marcha de «Primero en Caer», el reventar de «10 Pm», o el desenfreno de «Condena». Sin duda, una presentación que brilló por su enfoque narrativo, en el que cada integrante, recurso y novedad formaron parte de este importante capítulo en la carrera de la banda, que no hace más que crecer.

Que todo explote: El arribo de The Ghost Inside

Puntuales, a las 21:00 hrs. dio inicio a un episodio especial de 1 hora que no desaprovechó absolutamente ningún momento. ¿Cómo decirlo? La Blondie se tornó en una suerte de espacio seguro donde cada quien desahogó todo tipo de penas, rabias y ansiedades en lenguaje que quisieran. Así fuera la emoción combustible en la arremetida inicial con «Engine 45» y «Unspoken», en el que los moshpits más agresivos estaban a la orden del día, o bien, con la potencia muscular del océano de voces conformado por un público inmerso en la intensidad del concierto.

Todo era un sentir colectivo. La adrenalina se proyectaba ante la reacción febril de los golpes en la piel en «Dark Horse» y «The Great Unknown», y aún más los anhelos por ese futuro ya decretado con nuevo disco que se materializaría en la promesa tácita al tocar «Death Grip». Todo el mundo se estaba viviendo el mejor día de sus vidas, y la agrupación se encargó de hacérnoslo saber.

Definitivamente nos volveremos a ver

El sello de la relación entre el público chileno y la agrupación estadounidense lo hizo Jonathan Vigil, quien se tomó diversas oportunidades para hablar sobre lo sorprendidos que están con el recibimiento que han tenido en Latinoamérica y en Chile en especial. Y es que, con todo el peso que tuvo el accidente que sufrieron en 2015 –en el que su baterista Andrew perdió una pierna–, tuvieron que pausar su carrera por lo que tampoco tenían mayor feedback de cómo eran las cosas de acá para con ellos.

Y bueno. Los hechos hablaron por sí solos, y el agradecimiento se percibía en las palabras del vocalista y las sonrisas de los músicos en escena. La promesa de un regreso que demore mucho menos se firmó a sudor, gritos y alegría, de la mano de temazos como «Pressure Point», el regalo del debut que fue «Faith or Forgiveness», o «Earn It».

De esta forma, el acto final no tomó forma de encore ni nada. Saltándose ese arquetipo del espectáculo, «Avalanche» y «Aftermath» fueron las elegidas para terminar de echar abajo la Blondie, y soltar hasta la reserva de energía más recóndita que, aún con una corta duración, fue un desafío al cuerpo impulsado por el deseo inherente a entregarse con todo.

Qué tremendo.