Más allá de tener grandes canciones, el EP Príncipe estrenado hace dos años por Alley infería que su segunda obra sería aún más memorable. Esa sensación de sugerir el potencial de una artista que entre muchas cosas, resalta por el compromiso de crear una experiencia provechosa desde todos los rincones que busque habitar. Tal como sucede con su reciente corta duración Limerencia.
Un conjunto de cuatro canciones desbordantes de luminosidad, consagradas sobre un manto de referencias que desembocan en un emocionante synthpop. Ya sea desde la influencia indie pop en la excelente apertura que es “1955” y su oxigenada vitalidad, pasando por la estrellada melancolía pop soul de “Andrómeda”, con esa vibra nocturna y acertada colaboración como lo es Catalina Navarro. Se siente su vigorosa madurez, sin perder el calor que impulsa estas composiciones.
Desde el fuego del amor y las incertidumbres de la relación nacen las inseguridades, por ende “Noche” se alza como una remembranza a la música disco que canaliza el dilema de la posible ruptura. A lo que Alley responde con “Ataduras”, una pieza más reflexiva sobre los obstáculos (auto) impuestos que dificultan todo.
Aprendizajes y memorias en un EP como Limerencia que sabe de fortalezas creativas, sinceridades sentimentales y grandes canciones. Himnos para cantar y bailar; sufrir y sanar, que nuevamente ponen a la artista dentro de los grandes registros de este 2023.
Escrito por Felipe León
“La última canción del disco la escribí casi 12 años después que las demás, por lo que se presenta como una revolución y una forma mucho más madura de ver las cosas”, puntualiza Alley.
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Por Alley
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