Live Review

Roger Waters en Chile: Sin espacio a tibiezas

Escrito por Francisco Norambuena
Fotos por Andie Borie y DG Medios

 

Después de cinco largos años, anoche el Estadio Monumental acogió un espectáculo que fue mucho más que un concierto. Fue una marcha contra la guerra, el genocidio y los abusos políticos, donde nos unimos en una voz cargada de lucha, esperanza y amor, liderada por el incomparable Roger Waters.

Es bien sabido que allá donde va el ex miembro de Pink Floyd, sus ideas políticas generan controversia. Esta vez no fue diferente, con incidentes como la censura exigida por la justicia argentina. Sin embargo, su compromiso es evidente: es un fiel defensor de los pueblos vulnerados, demostrando su apoyo al invitar a dos teloneros destacados para cada una de sus presentaciones en nuestro país.

En la noche del 25 de noviembre, el espectáculo se inauguró con las presentaciones de Rosa Quispe Huanca y Manka Saya, donde los siete talentosos representantes de la música Aymara deleitaron al público impaciente con sus melodías alegres, llenas de saludos a la mujer y honores a la Pachamama, mientras ondeaban las banderas de los pueblos originarios. El espectáculo fue respaldado con vigorosos gritos y aplausos de parte de los espectadores, sumergiéndonos aún más en esta experiencia inolvidable.

A las 21:10 horas, la expectación se palpaba en el aire cuando las luces se apagaron y una pantalla y la voz de Roger nos iría diciendo tiempo restante para el inicio del show. La ansiedad se apoderaba lentamente de los espectadores. Pero, finalmente llegó el momento tan esperado. El viaje a la nostalgia comenzó con un estruendoso clásico: “Comfortably Numb” y “The Happiest Days of Our Lives”. Imágenes impactantes y un sonido envolvente dejaron a todos sin aliento, sumergiéndonos en un éxtasis colectivo.

No obstante, entre los momentos nostálgicos y únicos, destaca el emotivo recuerdo que Roger compartió con nosotros. Habló de su historia con el entrañable Syd Barrett: el recuerdo de aquel concierto, el viaje en tren donde surgió la idea de formar una banda; una historia que muchos conocíamos pero que nos llegó al corazón. Todo esto acompañado de dos himnos inigualables de la banda: “Wish You Were Here” y “Shine On You Crazy Diamond”. Fue un momento tan conmovedor que más de uno derramó una lágrima, sumergidos en la profunda conexión con la música y las memorias.

A eso de las 22:25, llegó el interludio, un breve respiro para los músicos pero también para nosotros, una pausa para recuperar el aliento y procesar la intensidad de la primera parte del espectáculo, que nos dejó completamente atónitos.

La segunda mitad del show no se quedó atrás; estuvo repleta de clásicos de la banda y aún más pirotecnia entre canciones. Todo comenzó con el icónico paseo entre el público del cerdo inflable, un preludio emocionante para interpretar una de las canciones más anheladas: ‘In The Flesh’. Fue un momento en el que todo el estadio se convirtió en un coro gigante, como si quisiera expresar ‘¡aquí estamos!’.

El concierto no solo fue un espectáculo musical, fue un recordatorio contundente en un mundo sumergido en conflictos y violaciones de los derechos humanos. En medio de todo eso, habíamos olvidado cómo sentir, creer en nosotros mismos y practicar el respeto mutuo. Roger nos invitó constantemente a buscar la paz y el respeto, recordándonos que la vida real no es un ensayo general. Fue como si necesitáramos escuchar canciones como ‘Run Like Hell’, ‘Money’, ‘Brain Damage’ y ‘Eclipse’ para volver a conectarnos con nuestra humanidad, para recordar quiénes éramos y lo que realmente importa.

Pero el clímax llegó al final, y fue sencillamente inolvidable. La sensación de estar en un bar, rodeado de música y cantando “Outside the Wall” alrededor de un piano con los músicos, se logró por completo, Además, ¿dónde más un artista del calibre de Roger Waters regalaría un brindis con mezcal para despedirse del público? Somos unos afortunados, Y aunque él se despida, nosotros claramente le devolveremos el brindis.

 

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