Live Review

Diana Krall en Chile: ‘Estoy aquí para ustedes’

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Andie Borie y DG Medios

 

Cinco años tuvieron que pasar para el regreso de la pianista canadiense Diana Krall, quien prometía una noche lleno de interpretaciones de clase mundial, en la que el rostro más carismático del jazz sentaría una velada selecta y distinguida. Sin embargo, las circunstancias forzaron un cambio importante en la presentación de la artista, puesto que, y cómo se menciono al inicio del show por parte de la producción, los músicos que acompañaban a Krall no pudieron presentarse por problemas de salud.

En ese sentido, las cosas se dieron de forma bastante particular, y es que la jazzista quiso presentarse de todas formas, en un formato minimalista en el que ella y su piano de cola eran los protagonistas en el escenario del Teatro Caupolicán. Una muestra no sólo de respeto a sus seguidores, sino de cariño, y, por sobre todo, entereza al tener que improvisar un concierto completo. Es justamente este punto el que se lleva el calificativo de idea principal de su show, puesto que la artista optó por preguntarle a la misma audiencia que querían escuchar, haciendo todos los esfuerzos por tocar cada una de dichas piezas –y que, como mencionó, llevaba ensayando todo el día para poder cumplir–. Así, y con «Almost Like Being In Love» –original de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner–, comenzaba su encantadora presentación.

Durante su show de una hora y media, la artista se entregó completamente a los designios de un público inmerso en sus piezas, en el que sus dedos inquietos que circundaban las teclas de su piano nos permitieron escuchar temas como «We Just Couldn’t Say Goodbye» –de Harry Woods–, la coreada de forma sutil «‘I’ve Got You Under My Skin» –de Cole Porter–, y tantos otros hits como «Temptation» –de Tom Waits– y «East of the Sun (and West of the Moon)» –de Brooks Bowman–. Cabe destacar el carácter cercano, totalmente fuera de libreto con el que se expresaba la pianista, agradeciendo humorísticamente que hayan preferido asistir a su show que a los Red Hot Chili Peppers, hablando de su hijo próximo a cumplir 17 años, o anécdotas con amigos que tenía al tocar en Vancouver.

De esta forma, el show se siguió gestando como un testimonio de cariño en el que su voz smokey y versátil brindaba regalo tras regalos, tales como «All or Nothing at All», «The Look of Love» –celebrada por el público–, e incluso «Peel Me a Grape», que bajo sus propias palabras jamás tocaba, pero esta era una ocasión especial así que haría el intento. Además, se dio varios momentos de rendir tributos a sus artistas e influencias, como al tocar «A Case of You» de Joni Mitchell –que sonó totalmente conmovedora–, o bien, antes de tocar un tema de Buffalo Springfield, aprovechó de rememorar anécdotas con Neil Young, quien, en su momento, le dio la oportunidad de ser el acto de apertura de sus shows, con una Diana Krall totalmente agradecida de dicho gesto.

Ya para despedirse, tras una agradable hora y media de velada, una canción como «Night and Day» –de Cole Porter–, causó conmoción con sus románticos versos «Night and day, you are the one. Only you beneath the moon, under the sun«. Una reacción del todo natural, ante la propia naturaleza íntima del show. Todos fuimos cómplices, compartimos muchas risas y reaccionamos de distintas formas ante las interpretaciones de la canadiense, perfilando un show único que, a pesar de las dificultades previas, terminó siendo para mejor, entregándonos una faceta única de la artista. Una memoria que definitivamente atesoraremos.

Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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