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Apuntes sobre «The God Machine», de Blind Guardian

El año pasado, el mundo recibió lo que, hasta hoy, es el último disco de la legendaria banda de power metal Blind Guardian. La placa en cuestión es The God Machine, y para sorpresa de nadie, es un disco que no solo cumple con las expectativas, sino que también es una honesta manifestación del espíritu y la filosofía de la banda.

Antes de este lanzamiento, lo último del proyecto había sido Legacy Of The Dark Lands (2019), publicado a nombre de Blind Guardian Twilight Orchestra. Salvo apreciaciones estéticas, es un proyecto muy distinto a todo el resto del cuerpo de trabajo de la banda. De partida, no es Blind Guardian; es la Orquesta Filarmónica de Praga con Kürsch cantando encima. Y las letras son un relato que funciona como una secuela a la novela de Markus Heitz de título The Dark Lands (2019). Fue un proyecto multimedia que apunta a un tipo de fanático dispuesto a pasar por un nerdeo muy profundo para absorber a cabalidad la propuesta del proyecto.

Obviamente y contrario a los estereotipos, no todos los fanáticos de Blind Guardian están dispuestos a pasar por ese compromiso. El disco en general fue mal recibido. Y la verdad es que como pieza si puede ser un poco tediosa al no existir un acceso generalizado a su contexto. Además que, de nuevo, es música distinta. Entonces se puede decir que desde el 2015 que no hay un disco convencional de Blind Guardian, uno de metal digamos.

Cuando salió Beyond The Red Mirror, este fue bien recogido, igual que prácticamente toda la discografía de la banda. No todos los discos son obras maestras (aunque sí tendrán al menos dos), pero todos son, por lo bajo, muy interesantes. Lo más cercano a un tropiezo es ese proyecto del 2019.

Este es el contexto con el que llega The God Machine. Y lo primero que tenemos en la superficie es a la banda inquieta por concebir estas canciones. El disco se siente inquieto, es particularmente rápido (incluso para el estándar de la banda) y no pierde tiempo con nada. De hecho, tampoco es muy largo, rodea los cincuenta minutos y para el power metal, eso es más o menos liviano.

Justo con esta inquietud, viene una natural honestidad y una sensación de que la banda, aún en sus fantasías, pone la coherencia interna por delante. No le están tratando de demostrar nada a nadie. Tampoco tienen por qué hacerlo.

Alguien podría decir que es más de lo mismo, pero una contra interrogante válida sería pedir que se especifique qué es exactamente “lo mismo”, considerando la distancia temporal con el disco anterior. También considerando un factor que en este texto se desarrolla más adelante, pero es ese compromiso tan real con el espíritu de sus propias ficciones. El power metal siempre se ha tratado de construcciones de mundos, y la suspensión de la realidad se puede conseguir tanto creando distancias de la realidad misma como aferrándose a esta. Blind Guardian siempre fue más por la segunda (incluso aunque hayan hecho cosas como adaptar El Silmarillion, de Tolkien). Son una banda a la antigua, y en un principio el power metal seguía teniendo los pies atados a la tierra más real que era la base del heavy metal. Luego se expande a todos lados

Igual nunca es mal momento para preguntarse a qué se refiere exactamente la gente cuando habla del Power Metal más genérico o basal. Esto considerando que incluso entre las bandas más clásicas y formativas existen distancias tan grandes entre las sensibilidades. Si, es verdad que Blind Guardian perfiló un sonido que incluye ciertos denominadores comunes, pero no es exactamente estoico y menos lo será en el marco de la comparación con otras expresiones del género.

Volviendo al marco en el que sale el disco. No deja de ser una banda formativa y quizás todo lo que sale hoy es un sólido agregado a la base que son los discos clásicos. Algo que tiende a atravesar la forma en la que pensamos en la discografía de Blind Guardian es el hecho de que Nightfall In The Middle Earth (1998) sea un disco tan importante (y uno tan consciente y prudente con el lugar donde se está metiendo, contrario a la soltura de su trabajo más tardío). El favorito de muchos, pero también uno que juega en sus propias reglas, lo cual ciertamente crea una barrera. Existe gente cuya noción de la banda se limita a ese disco. Tampoco es música demasiado distinta a la que tocaron en el resto de su discografía, para nada. Es su circularidad como álbum conceptual la que lo transforma en un punto aparte. Parecido a lo que pasa con Pink Floyd y el The Wall.

¿En qué afecta esto último al nuevo disco de Blind Guardian? Al disco, en nada. Sobre el lanzamiento mismo, igual es digno de mencionar cuál es el contexto en el que se inserta un nuevo elemento discográfico. Quizás ya ha pasado suficiente tiempo como para que nadie espere realmente un nuevo disco conceptual de primer nivel como el Nightfall. O quizás aún es tiempo; contrario a la narrativa que fuerzan los metaleros, la lista de grandes lanzamientos tardíos hechos por bandas veteranas es larga. Sin ir mucho más lejos, The God Machine claramente dista de ser una obra maestra, pero dista aún más de ser un álbum sin dignidad alguna.

Da la impresión de que la banda solo hace uso de la comodidad que se ganaron. No puede ser un disco “por cumplir” porque tampoco hay nada que cumplir realmente. Siguen haciendo uso de su sonido: los coros, los gritos, la velocidad, los cambios de tiempo (matizando y forzando los límites de los recursos percusivos), esos solos tan melódicos. También es una banda que siempre ha sido muy comprometida con la épica de su propuesta y narrativa, por eso no se hace nada difícil seguirle el hilo a lo que intentan plantear.

Es la vuelta completa. Concretar mundos de fantasía para que después no haya nada más en lo que pensar que en la banda misma. Es en esta parada que Blind Guardian visitará Chile el próximo 14 de noviembre en el marco de una jornada en el Teatro Caupolicán con la compañía de la banda nacional Enigma. Las entradas se pueden conseguir en PuntoTicket.

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