Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Juan Manuel Hernández
Por la propia naturaleza de las circunstancias del regreso de The Lumineers a nuestro país, creo firmemente que la aproximación personal es la más apropiada para abordar el sinfín de sensaciones engendradas la noche de ayer en Teatro Caupolicán. Después de todo, pasaron 9 años desde su última y única presentación por estos lados en la versión 2014 de Primavera Fauna. Naturalmente, muchas cosas pasaron desde entonces, tanto para la agrupación como para quienes siguen su carrera.
Cambios de formación, nuevos trabajos discográficos, fenómenos mundiales, sucesos personales que influyeron en el día a día de los músicos, y, bueno, el crecer con esas canciones para nosotros. Tantas cosas arrastraba este retorno que fue propiciado, finalmente, por la gira mundial de promoción de su último LP, ‘BRIGHTSIDE’ (2022). Había mucho que expresar y sentir, así que sin más preámbulos, vayamos a lo sucedido.
«Estoy caga’o de miedo, pero también muy honrado«.– comenzó diciendo Nando García, cantautor de Los Andes quien fue el encargado de abrir el show de los estadounidenses contando con apenas un poco más de veinte minutos. Optando por el propio encanto de la honestidad, el artista abrió su set con «No Siempre Es Triste Llorar», track de ‘Pirueta’ (2021) en la que comparte también con Clara Löffel. De inmediato, el público que ya llenaba el teatro posaba su atención en los delicados acordes de Nando, quien se ganaría rápidamente los corazones de quienes le escuchaban, tal y cómo se notó tras el tributo a Pedro Lemebel en «Marifrunci».
«Gracias por la atención, están haciendo de esto una de las experiencias más hermosas de mi vida«.– prosiguió diciendo el cantautor, visiblemente conmovido por la recepción, y sintiéndose en la libertad de desnudar sus sentimientos, siguió con «Material Particulado en Suspensión», a lo que la audiencia ya encandilada por dichos versos, acompañó cada instante ondeando las luces de sus celulares, pintando una postal estrellada que se traduciría –posteriormente– en unos fuertes cánticos populares con el «olé, olé, olé, Nando, Nando…«.
Dándose un momento para experimentar con un secuenciador, García construye paso a paso los elementos necesarios para «Que Bien», con un público que capto rápidamente el beat con sus palmas, imbuyendo de un aire prístino tamaña canción. De esta forma, y con un Nando conectado y con la confianza suficiente para hacer de la audiencia un elemento más de su show, llega «Grito y Plata», con los aplausos correspondidos de cada asistente que dio forma a un precioso final para su show. Con cientos de corazones conquistados que pedían más temas, el cantautor, feliz, dio por terminada su presentación.
La calidez que reinaba en el recinto en ma previa inmediata al arribo de los oriundos de Denver al escenario, era palpable. Un Teatro Caupolicán lleno de familias, parejas y amistades que ansiaban la llegada de Wesley Schultz, Jeremiah Fraites y sus compañeros, quienes llegaron puntualmente a las 21:00 hrs. para dar inicio a una jornada de ensueño con una celebrada, cantada y aplaudida «Cleopatra».
Cada integrante abrazando sus personalidades, y expresándose de forma visible como tales, vivían cada una de sus piezas como si fueran sus fans más grandes. Aunque, claro, con un tema como «Flowers in Your Hair», la actitud festiva del público era infecciosa. En ese sentido, la tónica del concierto quedaba del todo establecida, en el que cada segundo de esta presentación era vivida con cariño y entrega, siendo muestra fiel de ello la conmoción colectiva de «Ho Hey», con un inquieto Stelth Ulvan que corría de lado a lado acercándose de cerca a aquellos de la primera fila. Era realmente sanador ver a más de 5.000 personas cantando al unísono el «Ho! Hey!», y los numerosos músicos en escena se dejaban empapar por dicha alegría.
Queda claro que el atractivo de este show a esta altura, era la libertad que sentía cada quien al cantar los unos con los otros, con conocidos y desconocidos, que cantaban con júbilo «Angela», o escuchaban atentamente las anécdotas de Wesley. Una de ellas siendo cuando tuvo un accidente automovilístico junto a su esposa, volcándose su vehículo en un suceso que, inevitablemente, le haria mirar con perspectiva su propia vida. De tal agradecimiento, es que nos regala una sensible interpretación de «Where We Are», instante en que las emociones florecían de capullos cultivados con nuestras memorias.
Tampoco olvidar cuando habló de aquel fan que le confesó que bailó en su boda «Dead Sea», a lo que, con humor, Schultz nos expresó que no sabía como decirle que era, en realidad, una canción de ruptura amorosa, prosiguiendo con esos delicadas notas de un indie folk delicado. Tras «A.M. Radio», el vocalista en solitud, se vio acompañado por la inmensitud de un mar de voces que recitaban el estribillo «Slow it down, Angie come back to bed. Rest your arms, and rest your legs«, con la pronta llegada de Jeremiah con su fiel pandero y bombo –además de una sección de cuerdas–.
Uno de los momentos más lindos de la noche fue lo ocurrido en «BRIGHTSIDE», instalándose rápidamente un océano de luces en el teatro mientras Wesley se acercó a sus seguidores para cantar entre ellos. Un gesto de cercanía agradecido y que daba gusto ver. Así, regalo tras regalo, hit tras hit, el cancionero mostrado dejaba un panorama vibrante en que, finalmente, se coreaba en Chile tracks como «Ophelia», además de otros clásicos como «Gloria» y «Sleep on the Floor».
Todo parecía un regalo, un abrazo, una caricia o unas palabras de amor. Desde la referencia a Rolling Stones con el icónico coro de «You Can’t Always Get What You Want» en medio de «Leader of the Landslide», hasta la paleta de colores de violetas y azules que bañaba la interpretación de «Salt and the Sea», e incluso las voces armonizadas de los músicos en «Walls». No había instante que quedase en la monotonía. Todo lo contrario, cada canción sudaba todo tipo de emociones, que regresarían tras el encore después de «Big Parade», tema en donde quedaron grabadas en la memoria (y risas) las invertidas de Stelth en su piano, o el salto del mismo alcanzando el pandero de Jeremiah.
Ya en el acto final del show, era hora de sellar, desde la intimidad en el dúo en «Donna». Gritos de ovación por doquier que emocionarían hasta el corazón más gris, que se convertirían rápidamente en euforia ante la llegada de Schultz a la reja recorriéndola de extremo a extremo, correspondiendo el cariño de sus fanáticos.
Finalmente, y con «Stubborn Love», y con el Caupolicán más estruendoso que nunca, quedaba en claro el lindo mensaje de la banda en los versos «it’s better to feel pain, than nothing at all«, que, en el macro contexto de esta instancia, significaba la idea de vincularse. Convivir con las asperezas, recuerdos, y todo tipo de experiencias y relaciones que puedan ser amargas como gratificantes, desagradables como increíblemente felices, pero hay que sentir. Es ese vínculo el más importante, la clave para rescatar momentos únicos que siempre seremos capaces de percibir, vivir y sentir. Y la promesa del regreso tras corear como si no hubiese un mañana esta pieza, es reflejo del infinito cariño que hay tras esas palabras y mensaje.
Setlist:
- Cleopatra
- Flowers in Your Hair
- Ho Hey
- Angela
- Where We Are
- Dead Sea
- A.M. Radio
- Slow It Down
- Charlie Boy
- Brightside
- Gloria
- Sleep on the Floor
- Ophelia
- Leader of the Landslide
- Salt and the Sea
- Gale Song
- Walls
- Big Parade
- Donna
- Submarines
- Remington
- Reprise
- Stubborn Love
Revisa la galería de fotos completa a continuación:
The Lumineers