L7
Live Review

L7 en Chile: Música inflamable

Escrito por Felipe León
Fotos por Juan Manuel Hernández

Inflamable es una palabra que describe a la perfección el show brindado por L7, la noche del jueves 2 de noviembre en Club Blondie. Palabra que se asimila también a la esencia propia de la banda. Una que es bastante contagiosa. Incendiaria por naturaleza.

Álvaro España a través de un dj set, le dio ambiente al lugar. Pinchando desde actos como Idles o Fontaines D.C, el conocido también por ser vocalista de Fiskaled Ad-Hok dio en el clavo con géneros musicales, que de algún modo u otro se complementan con la propuesta de L7.

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A eso de las 21 horas salen a escena las cuatro integrantes de L7: Donita Sparks, Suzi Gardner, Jennifer Finch y Demetra Plakas. Provocando el ruido de un público que ya se impacientaba. Habían ganas de desatarse.

Y esto fue lo que pasó. Por lo mismo, el aspecto llameante de la banda nacido a partir de ciertas temáticas, que más allá del hecho propio que enuncian, son abordadas a partir de la expresión, se impuso con mucha pasión. Esto en un sentido amplio, trazado desde la frustración y la rabia a lo emotivo y melódico.

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Características que fueron replegadas hacia el público, de forma carismática y ruidosa. Como una sacudida a los sentidos, qué hizo lo propio en el cuerpo, generando saltos y demás reacciones. Pero también apuntó a una reacción más propia del canto, a partir de una inercia contagiosa entre el sonido de L7 y las ganas de pasarlo bien.

De esta forma, el aspecto más maduro de su rock alternativo más notorio en sus dos últimos discos previo a su ruptura, se evidenció en canciones como «Drama», «Bad Things» o «Non-Existent Patricia», provenientes del The Beauty Process: Triple Platinum (1997). Del mismo modo, «Human» aportó un grano de arena, directo desde el LP Slapp-Happy (1999).

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Aunque también se vio exteriorizado ese costado más nuevo, cimentado por L7 en un disco más reciente como Scatter the Rats (2019). Por lo mismo, el equilibrio entre lo directo o irónico propuesto en dichos lanzamientos fue bien recibido por el público, qué igual acompañó temas como «Fighting the Crave» o «Stadium West».

No obstante, la cima de su fuego prendió aún más los ánimos, en ese gran disfrute de piezas más próximos su primera época. La más punk y grunge. Canciones como «Monster», «Wargasm», la más popera e icónica «Pretend We’re Dead«, «Scrap» o «Shitlist» dejaron en claro lo clásico que es Bricks Are Heavy (1992). Aunque «Deathwish» o «Shove» del Smell the Magic o «Andres» del  Hungry for Stink (1994) también hicieron lo suyo.

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El concierto de L7 cumplió a cabalidad. Una verdadera comunión de intensidad, liberación y por supuesto, mucho rock.


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