Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Sebastián Carrillo
Un evento importantísimo para todo indiehead es el que congregaría en un mismo lugar a tres figuras importantísimas del indie latinoamericano: las agrupaciones argentinas de dos generacio es distintas El Mató a Un Policía Motorizado y Las Ligas Menores, y los baluartes del circuito chileno, Niños del Cerro. Una instancia que no sólo sería una consagración de Santiago Motorizado y sus compañeros por estos lados, al tocar en Teatro Caupolicán y presentar ‘Súper Terror’, sino en instalarse como un show en un venue en el que los nombres latinoamericanos no suelen instalarse, como el afamado recinto de San Diego. De esa forma, sí, todo el mundo sentía que era un deber formar parte de esto.
«Muchas gracias por llegar temprano«.– dijo en repetidas ocasiones Simón Campusano, vocalista y guitarrista de Niños del Cerro, quienes congregaron una masa de gente bastante inusual para aquellas agrupaciones a cargo de ser «el acto de apertura». De esta forma, la banda nacional demostró el excelente presente que han tenido gracias a su ética de trabajo, en el que ‘Suave Pendiente’ (2022) ha sido todo un hito, y que, en esta presentación, tuvo presencia importante con hitazos como «Povidona» y «Esta Enorme Distancia».
Pero por supuesto, la historia de estos chicos va más atrás, y el fiel público que pide desaforadamente entre canciones cualquier pieza, indica el atractivo que su indie rock y neo-psychedelia poseen. De otra forma, se sintieron como verdaderos momentazos «Flores, Labios, Dedos», «Sísifo» o la fiesta bien saltada de «Contigo», dejando una preciosa postal en el Caupolicán, la que se repetiría al final con «Mamire». Qué grandes que son, cabros.
Siendo el turno de Las Ligas Menores, con un Caupolicán mucho más repleto, la audiencia quedaría encantada una y otra vez con el indie pop bien cercano al twee pop que hizo vibrar a todo el mundo. Con una actitud que, al igual que el resto de las agrupaciones que se presentaron dicha noche, quedaría en la honestidad perfilada sin mayores parafernalias el peso de entregar interpretaciones honestas.
Hablando en concreto, es el carácter juguetón de canciones como «A 1200 Km», «Me Espera» y «Peces en el Mar» los que harían del set tan vibrante. Un público saltarín y participativo que sintió cada acorde y nota de Annabelle y sus compañeres de banda, dejándose la vida en «Contando Lunas», en el que no hubo acople capaz de interrumpir el ambiente generado.
Un Teatro Caupolicán casi a su máxima capacidad fue la que recibió al conjunto argentino liderado por Santiago, quienes en sus dos décadas de historia han legado decenas de canciones a públicos de todas las generaciones. Adolescentes, adultos jóvenes, muchos ya padres, otras tantas y tantos yendo a su primer concierto. Todos unidos bajo un mismo sentir colectivo, presenciar las honestas piezas de los trasandinos, quienes venían con «Súper Terror» bajo el brazo.
Cargado a sus últimas dos obras, el show de El Mató recorrió toda su discografía, y todo conocedor sabe que cada canción llama al cantar al unísono. Quizás sea una obviedad, pero créanme que al ver como cada asistente coreó religiosamente «El magnetismo» y «La noche eterna», llegaba a ser una imagen estremecedora en que, aún ante el corte meloso y pseudo tranquilo de las piezas, el público chileno se tiró de todas formas a saltar inagotablemente, con uno que otro sujeto audaz nadando sobre las manos del público en el rito del crowdsurfing.
Es que de eso termina tratándose este show, un evento catalogado como un paraíso indie, en el que cada quien compartía una historia con alguna canción. Alguna lágrima o sonrisa que haya sido sonorizada con canciones como «Más o menos bien». Incluso, aún con lo reciente de ‘Súper Terror’, piezas como «Medalla de oro» y «Coronado» se sintieron tan entrañables y nostálgicas, incluso con las texturas sintéticas de dicho trabajo.
Con ese panorama es que no había necesidad de más. El propio espíritu del indie, encarnado fielmente por El Mató y las agrupaciones anteriores, eran comprendidas en su totalidad, bajo el velo mancomunado en el que toda la experiencia se formó en una sola, en el que las canciones terminaban por plasmarse en las alegrías y tristezas de cada quien. Tras «Mi próximo movimiento», nadie, pero nadie quería irse.
Setlist:
- El magnetismo
- Un segundo plan
- La noche eterna
- Las luces
- El perro
- Vienen bajando
- Tantas cosas buenas
- Más o menos bien
- Medalla de oro
- Destrucción
- Diamante roto
- El tesoro
- Excalibur
- El mundo extraño
- Coronado
- El universo
- Moderado
- Ahora imagina cosas
- Fuego
- Chica de oro
- Mi próximo movimiento
Revisa la galería de fotos completa a continuación: