Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Pedro Downey
El viernes pasado vivimos una fiestera jornada en la Sala Bandera Negra. Se trató de una tocata de Silabario en compañía de Asia Menor y la banda penquista Ninguna Forma. En el marco de la bulla de Asia Menor, estaba todo sentado para que fuera un gran capítulo y panorama para Concepción. Esta es una mínima crónica.
La cita era para la noche en la mencionada sala. Literalmente estaba hasta el techo. Había una cantidad inédita de gente que rebalsaba las gradas del local. Así mismo, gente a los costados de estas gradas y adelante de ellas. En este contexto salió Ninguna Forma al escenario, un proyecto de slowcore a la rockera. Muy cercanos a la onda de bandas como Duster, pero sin esa delicadeza más ‘popera’ que proximamente se expandiría a través de los parámetros del género. Ninguna Forma abrazaba el desprolijo pero también el minimalismo esquelético. La gente los escuchó con atención y respeto durante su set conciso.
Pronto vendría uno de los platos prinicpales, Silabario, y por primera vez en Concepción. Al final se dió que Silabario salió al escenario antes que Asia Menor, pero manteniendo la dinámica de presentar el set más largo de la jornada. Fueron trece canciones, que además se fueron extendiendo a punta de improvisaciones.
Silabario tiene para presentar un catálogo extenso. Incluso fuera de las canciones mismas y la condición de clásico que ha generado cariño a través de los años, estas van dotadas de un nivel de improvisación francamente fascinante. La banda tuvo una época más ruidosa en cuanto a presentaciones en vivo. Las guitarras atronaban un caos que hoy se ve más renegado y pauteado. Dentro de todo está bien. Fue una oportunidad para ver una nueva faceta de la banda.
Después de varios movimientos tratando de acomodar al público, la tocata se para para un concurso de disfraces. Ganó un personaje reconocido en la escena, está de más nombrarlo. Pero fue una instancia divertida y le suma al carácter de carrete que este tipo de eventos generalmente tiene y que les da un toque especial. Esta fue una adición puntual pero el espacio y el ánimo para que se den estas dinámicas habla de una salud en la escena, como también una importancia como evento social al solo hecho de que existan tocatas predispuestas de esta forma.
Era el turno de la banda favorita de Chile ahora mismo. Hace tan solo unos meses que Asia Meror estrenó la obra mayor Enola Gay. Una pieza que se llega a sentir angular en cuanto a la forma íntima con la que abordan esa mezcla entre Art Punk y Math Rock. Es uno de esos discos chilenos que se sienten infinitamente bullados y convertidos en unos clásicos instantáneos. Es con este bagaje y entusiasmo con el que la banda sale al escenario a tocar. Parten con un extenso e insistente tema nuevo antes de pasar a ‘Patio’ y ya de ahí no hay vuelta atrás. La química de la banda en vivo es una cuestión absurda. El nivel de los músicos es digno de admiración y también lo es la naturaleza que se genera.
Fue una gran tocata. Como estas hay varias. Incluso se puede hablar de cierto promedio. Pero si el promedio va por este nivel, estamos bien.
Más fotos a continuación:
OLYMPUS DIGITAL CAMERA
