Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Andie Borie
Como el último recital de la primera tanda de shows de Frontera Multi-Fest, esta vez fue el turno de Christina Rosenvinge, quien llegaría con Los Subterráneos una vez más a celebrar los 30 años de ‘Que me parta un rayo’, pieza angular en la discografía de la artista española. Un trabajo que ha venido revisitando con shows en distintas ciudades del país tanto en el primer semestre como en el actual –y que la llevará al REC y Temuco también–.
Una de las adiciones de última hora a esta presentación, fue la de Alan Sutton y Las Criaturitas de la Ansiedad, proyecto argentino dueño de un indie pop histriónico y camaleónico, en el que la figura carismática del propio Alan fue capaz de encantar no sólo a sus fans acérrimos, sino que también a quienes les escuchaban de forma más casual mientras esperaban la llegada de Rosenvinge. Una tarea que no les pesó en absoluto, y es que en solitario –como el pasado 21 en Sala Metrónomo– como invitados, el frenesí de sus canciones terminó por contagiar a todo el mundo. Algo casi obvio, considerando los atractivos pop de «Cultura Porno Disney», «Astronautas», y el cierre en punto con «No Tengo Hambre, Tengo Ansiedad». Saldo positivo, sin dudas.
Respecto a lo obrado por Rosenvinge y sus secuaces, sortearon unos problemas técnicos al comienzo del show dejando a Los Subterráneos jammeando un build up ante la eventual llegada de la artista, quien terminaría por propinar una coreadísima versión de «Tu por mí». Gran porción del público ignoró por completo la disposición organizada de sillas, para estar lo más cerca posible de Christina, quien tendría unas palabras de agradecimiento ante sus fieles seguidores. «Gracias por mantener vivas estas canciones durante 30 años«.– dijo la española, quien se veía encantada interpretando estas piezas de un pop rock sensible presentes en temas como «Tengo una pistola» y «Alguien que cuide de mí».
Con la cercanía que la destacada, Christina compartió distintos pensamientos y preocupaciones propias, con tal de que las emociones y su vertiginosidad nunca dejen de florecer. Un sentir que siempre intenta traer de cerca, de tú a tú, viendo los rostros sonríentes y conmocionados que cantan sus canciones, interactuando con ellos. Dicho de otra forma, siempre viviendo cada segundo regalado, oportunidad que, justamente lr abrió este disco, el cual salió en una época en que ella, bajo sus propias palabras, no sabía aún si se quería dedicar a la música.
Junto a «Dile a papá» y «Pálido», la artista termina de repasar esta colección de canciones entrañables que nunca, pero nunca dejaron de ser coreadas por una audiencia comprometida a encarnar los propios recuerdos imborrables que brotan de ‘Que me parta un rayo’. Y así, una Christina siempre sonriente, sincera y sintiente, dio cierre a un show sumamente emotivo.
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