Escrito por Bryan Contreras Sepúlveda
Fotos por Sebastián Carrillo
Si alguna vez has asistido a un concierto de metal, sabrás que la experiencia vivida es única e irrepetible a otros espacios musicales, el lugar básicamente se transforma en un sitio donde la energía, agresividad y potencia son parte del menú principal. En este caso, sentir la experiencia de ver y escuchar próceres de la escena Death Metal, como es el caso de David Vincent y Pete Sandoval, ambos ex Morbid Angel -ahora I Am Morbid– es garantía absoluta de calidad, ya que estos componentes básicos de este tipo de conciertos aumentan exponencialmente.
I Am Mobid se encuentra realizando una pequeña gira por la zona central del país, celebrando 30 años del disco Covenant (1993), donde el paso por Santiago era obligatorio. Las coordenadas de este ritual apuntaban a Club Blondie, epicentro alternativo de la región metropolitana, tanto por la música, ambiente, vestimenta y personas que adhieren. A priori puedo decir que no visualizo un mejor lugar para que bandas como estas puedan exponer su arte.
El ritual parte a las 20:30 hrs en punto, Pete Sandoval ingresa primero que todos al escenario, iniciando los primeros golpes en la batería, aumentando la velocidad progresivamente hasta convertir el instrumento en un arma que no deja de atacar. David Vincent ingresa posteriormente en compañía del resto de la banda, dando la apertura oficial a la agresividad musical de I Am Morbid. Lo cual no es lo mismo que violencia, sino que con este concepto entendemos la forma de sintetizar la hiperactividad como unificación de los instrumentos. Junto a la técnica gutural del legendario vocalista, solos de guitarra que evocan euforia y contenido que alude al dolor, muerte, insatisfacción y displacer, entre varios otros tópicos.
El público metalero es fiel a sus leyendas, y el día de ayer no fue la excepción, desde el primer minuto se mostró el cariño y admiración por los héroes del averno que bajaron hasta nuestro país ubicado en el extremo sur de América. Mal que mal, Chile es uno de los mayores consumidores de este tipo de música según los rankings de análisis musical. ¿Qué será que este tipo de ritmos nos fascina tanto? Si bien puede haber varias respuestas, el hecho de generar un espacio adrenalínico y energético responde posiblemente a la pregunta: el metal es energía y camaradería.
Un ejemplo de esto es el clásico ‘’mosh’’ baile que se frecuenta en este tipo de conciertos, donde las personas realizan movimientos con piernas, brazos y cabeza con agresividad, esto en un espacio circular donde el que quiera participar, puede ingresar. ¿Pero qué pasa si alguien se cae o sale lastimado? Fácil, el resto de los adherentes lo levanta y ayuda, el metal funciona así, no es violencia desmedida, es un espacio de descarga emocional. ¿Por qué nos da tanta felicidad participar de este tipo de espectáculos entonces? Quizás necesitamos simplemente descargarnos. Si alguien puede ayudar a responder esta pregunta, que se manifieste.
En I Am Morbid no podían no faltar los ‘’mosh’’, saltos, gritos, gente avanzando con fervor hacia el inicio de la cancha cuando oían las canciones que más hacen sentir. El día de ayer fue un rito claro, donde los maestros del inframundo jugaban su papel a la perfección, y nosotros éramos su ganado que bailábamos al ritmo que ellos imponían. Covenant es un disco que no falla, siendo este un éxito de inicios a fin, la ceremonia estaba asegurada, y durante una hora y media de duración, la Blondie emanaba oscuridad y potencia con canciones como ‘’Pain Divine’’, ‘’ Vengeance Is Mine’’, ‘’ Rapture’’ y ‘’ The Lion’s Den’’.
Más fotos a continuación:
I Am Morbid
Soulpain