Morbid
Live Review

I Am Morbid en Concepción: Tesoros del inframundo

Escrito por Hernán Carrasco
Fotos por Gonzalo Hidalgo

Parece increíble que Concepción recibiera a dos miembros originales de la ya legendaria agrupación de Death Metal, Morbid Angel. Más allá de que las disputas con Trey Azagthoth -Otro miembro de los originales- hayan ocasionado la formación de I Am Morbid por parte del icónico vocalista David Vincent. La lectura de esta congregación mantiene un legado fuerte con los inicios de Morbid Angel.

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Es por esto que la inclusión de Pete “Commando” Sandoval en las baterías, genera un dueto fundamental en la base de los oriundos de Tampa. El grupo también lo completa -y complementa- las guitarras de Richie Brown (Mindscar, ex-Trivium) y Bill Hudson (NorthTale, Doro), integrantes que le dan un increíble sazón melódico a la complejidad de los riffs y solos extremadamente rápidos.

La gira latinoamericana de I Am Morbid comprende lo que sería una celebración a los 30 años de la obra maestra del Death Metal, Covenant. Disco que fue fundamental en la solidez del género para la década de los 90, que conllevó a modernizar un sonido crudo de metal extremo, dándole cabida a una ominosidad sin igual, abriéndole las puertas a muchas bandas que los veían como referentes.
Y sin duda que la jornada del día de ayer en La Bodeguita de Nicanor, fue una muestra de aquello.

La entrada de la jornada en La Bodeguita comenzaba con los nacionales de Radamanthys, que congregaron el Death Metal de su disco The War Within en un enjambre sónico único. También junto con los nacionales de Soulinpain, banda que contiene un legado de más de 15 años en un sólido sonido de melodeath, siempre brutal y al hueso.

Ya cerca de las 21:20 horas, la aparición estelar de David, Pete, Bill y Richie encendió el flagrante suelo de La Bodeguita. El destellante show de luces rojiazules da la bienvenida a I Am Morbid junto con el estremecedor grito del público metalero. La acción inmediata, doble bombo y guitarras punzantes, y el manifiesto ominoso de la voz de David para performar la apertura del show con “…Immortal Rites” del Altars of Madness (1989). Un clásico inmediato como fuego de entrada que contuvo una respuesta del público penquista que fue detonante de una sinergia sin igual muy “invocadora” por parte de la agrupación. Un constante intercambio de velocidad, potencia y monstruosidad que va aplastando sin cesar los oídos de la audiencia.

El retumbante sonido que conlleva a la expresión más visceral del metal, no dejó espacio alguno para muchas pausas. Como si fuese una maquinaria de sonido punzante, le siguieron temazos como “Fall from Grace” y “Visions From the Dark Side” del Blessed Are the Sick (1991) y del Altars, respectivamente. Un mantra que invoca los pasos iniciales de Morbid Angel en la época fines de los ochenta, inicios de los noventa. Aún cuando el Death Metal recién estaba en una época formativa y cruda.

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Con gritos de “Olé, Olé, Olé…Morbid, Morbid” forjaban un intercambio único con la audiencia. En ese momento David Vicent aseguraba que le encantaba venir a nuestro país a tocar y que seguramente volverían de nuevo. Pasaje que sirvió para interpretar la seguidilla de canciones del aclamado Covenant en el marco de su gira de 30 años. La intro de “Rapture” caldeó los ánimos del público que participaba constantemente en un “mosh” pequeño dado el espacio del recinto. En “Pain Divine” la constancia técnica de la agrupación fue asombrosa, el intercambio de solos extremadamente rápidos y atonales entre las dobles guitarras de Bill y Richie, formaron ese sazón único, melódico y sumamente estruendoso.

La maquinaria seguía con “Vengeance is Mine” y “Lion’s Den” vociferando un blásfemo “…Kill Them All for Slander…. Kill them All and Mute Their Ways…”, pasando también a la abisal “Sworn to the Black”, una canción puramente maldita. La imaginería de I Am Morbid nos demuestra que, aún con el paso del tiempo, los tipos siguen con una propuesta bestial y técnica por donde se le mire -Y sin lugar a dudas la voz de inframundo de David sigue sonando como antes-.

Y es eso, el paso del tiempo puede ser un detonante para que muchas agrupaciones cesen sus actividades tanto en público como en estudio. Las diferencias creativas o personales que pueden definir el futuro de una banda, las separaciones inesperadas que terminan esa relación de sinergia y compañerismo suceden, claramente. Lo que no sucede es que ese legado de la agrupación quede en el olvido, y ese formato de “celebración” de un disco icónico, siempre es bienvenido.

El recorrido también aterrizó en el gran Domination (1995) con “Eyes to see, Ears to Hear”, la más “paciente” “Where the Slime Lives” y la poderosa “Dominate” que fue coreada multitudinariamente. Los clásicos como “Maze of Torment” revolvieron el espacio con una apertura infernal. La puesta en escena también dio espacio para un dueto de guitarras casi estilo “neo clásicas” entre Bill y Richie para dar continuidad a la última parte del show, un show corto, pero sin pausas, mucha intensidad y potencia rítmica por parte del blast beat de Pete que manejó los tiempos como un verdadero maestro del Death Metal.

Así, sonaron como guinda del pastel temas que cerraban el arco del Covenant como “Blood on My Hands” y la popular “God of Emptiness” -canción que cierra el disco- que mantiene esa vibra casi doom/gótica en la segunda parte de su estructura. Ya despidiéndose de Concepción, agradecido por la respuesta de la audiencia, I Am Morbid se iban con un último tema del Covenant con “World of Shit (The Promise Land)”que asciende con un breakdown rupturista. La banda se despidió, Pete dedicó unas palabras en español para agradecer el tiempo a los fervientes seguidores de Morbid Angel, cerrando una noche perfecta de metal extremo.


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