Escrito por Felipe León
Fotos por Tania Morello
La enorme tradición que posee la música de corte romántico se percibe hasta nuestros días, de maneras tan distintas como evocadoras. Con nombres que replican su importancia, y otros que sencillamente hacen suya dicha herencia, para generar algo aún más propio y personal. Como es el caso de Abel Pintos, indiscutido referente en esto último.
Carismática apertura
Un poco antes del esperado show subiría al escenario la cantante local Elisa, que prácticamente jugaría de local en el Teatro Caupolicán. Debido a lo ad hoc que fue su música para la ocasión, donde el romanticismo aflora en cada latido que impulsa su interpretación. Carismática apertura que sellaría con “Sin querer”, conocida por aparecer en la teleserie “Pobre Novio”.
Una antesala concisa para calmar las ansias por ver una vez más al destacado artista argentino, que se luciría el pasado miércoles 11 de octubre con un concierto ideal.
Siendo justos con la fanaticada, ¿qué puede ser más ideal que ver en vivo a Abel Pintos? En cierta medida, sus emotivas canciones bastan para contentar al público, pero si hay algo que ha destacado al cantante es la forma en que comunica su música.
El maratónico concierto de Abel Pintos
En ese sentido, el maratónico concierto que duró más de dos horas contó con secciones especiales, dedicadas exclusivamente a generar momentos de encuentro con la gente. Pues, cada asistente al Teatro Caupolicán sabía de algún modo que esto sería especial, y el buen Abel se conoce tanto a sí mismo, que no podía negarse a ser escuchado, de la mejor forma posible: en extenso.
Y en esto quiero ser enfático, porque el propio artista reveló que muchas veces tocando en Europa se encontró con una no tan buena disposición por parte de la productora. Señalando que no puede permitirse tocar tanto rato, debido a las limitaciones que en muchas ocasiones le impusieron. Pero el caso chileno (y latinoamericano) es distinto, con tal que incluso en el último tema “Piedra Libre”, la gente pedía que cantara más.
Pero tampoco es necesario adelantarse tanto para apreciar el gran show que dio Abel Pintos. Ya que, el argentino desde un comienzo se mostró con ganas de conectar, y de paso encantar a la audiencia.
Abel Pintos: Sensación íntima
Porque la expresión alcanza ribetes estimulantes en canciones como “Ya estuve aquí”, “No me olvides” o “Como te extraño”. Momentos que tradujeron su enorme sensibilidad, de forma honesta pero jugada, donde cada músico presente sobre el escenario aportó a generar una sensación íntima.
Aunque lejos de ser solo un gran compositor, Abel Pintos destaca por su magia como intérprete, dándole un nuevo vuelco a cortes clásicos de la conciencia colectiva. Por una parte, el cover de “Cactus” original de Gustavo Cerati conserva su esencia, más no teme a revelarse de manera distinta. O la recordada versión de “Bailando con tu sombra (Alelí)”, original de Victor Heredia, con la que ganó la competencia folclórica en el Festival de Viña del Mar.
Todo esto acompañado por una pantalla gigante que mostraba escenas del show, y acompañando cada intención tras las canciones que iban surgiendo. Pasando de un estado más eufórico y grandilocuente (dentro de su intimidad), hacia algo acotado, mínimo, y sencillo.
Siempre será una primera vez
Porque el artista no dudó en traer muchos clásicos de ayer y hoy, en una lectura acústica que marcó el rumbo del evento. De esta forma, Abel Pintos tocó los corazones de la gente con canciones como “Sin principio ni final” o “Abrazándonos”, las que serían cantadas, pero también escuchadas. Pues, el cantante dejó muchos momentos para simplemente apreciar.
La consistencia del afecto en la carrera de Abel Pintos sigue cosechando frutos. Lo hace con cada nuevo álbum, canción u concierto. Porque no importa si ha venido muchas veces o no tantas como su fanaticada esperaría: algo especial. O como el propio artista manifestó: “tocar en Chile siempre será una especie de primera vez”.
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