Live Review

Haken en Chile: País proguero

Escrito por Nicolás Merino

Fotos por Francisco Aguilar

 

Asistir a un evento de rock o metal progresivo en Chile es una experiencia de condiciones bien específicas. Incluso en un contexto donde hay bandas de convocatorias gigantes, como King Crimson o Dream Theater, los patrones también se van repitiendo. Fue el caso del ambiente para Haken ayer, presentándose por segunda vez en Chile.

¿A qué nos referimos? A una anticipación, un comportamiento entre los asistentes y una búsqueda de la fascinación a través del deleite de las ejecuciones. Además, esa idea media abstracta de que cada banda que viene es, siempre, una banda con la que existe un compromiso acérrimo y una especie de relación íntima. De hecho, había un ambiente donde se percibía una relación increíblemente familiar aún siendo que la banda nunca había venido. El público ‘proguero’ es así, parecido al de los fanáticos del power metal.

Ayer fue la segunda vez que Haken se presentó en Chile en el nombre de la banda. Si habían venido cinco de los seis músicos para acompañar a Mike Portnoy cuando este trajo su proyecto Shattered Fortress a Chile en 2017. En esa oportunidad, el baterista formativo de Dream Theater estaba interpretando temas de su ex-banda por primera vez desde su salida de esta. El resto de los músicos eran los de Haken, banda que por cierto, medio como que se llevó la bendición de Dream Theater y la gente tiende a pensarlos como sus herederos, aunque existan bandas más en el espíritu de DT, como Native Construct. Pero esa es otra conversación.

El tema que si queda en el medio es que, en una actitud muy propia de los metaleros, el tiempo creó un consenso en el que Haken son los mayores exponentes del metal progresivo supuestamente contemporáneo. Puede ser. Lo complicado es que, en pleno 2023 sigamos pensando que una banda del 2007 es nueva. De igual manera, aún con todos los años encima, era la primera vez que venían a Chile a tocar su material.

La jornada comenzó algo así como veinte minutos después de la apertura de puertas. El encargado de dar inicio a la jornada fue Gabriel Hidalgo. Cualquier chileno que escuche metal tiene alguna referencia de esta personalidad. Es un guitarrista que ha estado, casi siempre, insertado en el mundo de la música más técnica. Su figura se ha manifestado a través de distintos proyectos y ayer iba bajo el nombre de Hidalgo. La banda que lo acompañó era sólida y, así mismo, las composiciones. El teloneo de Hidalgo es como un clásico a esta altura, uno sabe a lo que va y generalmente se cumple.

Luego siguió el proyecto argentino Presto Vivace. No necesariamente parecido a Haken, pero con una personalidad y propuesta propia fascinantes. Más aún considerando que eran solo tres músicos interpretando instrumentos (convencionales, dejemos afuera la voz). Y la voz de la chica era espectacular. Como cualquier presentación proguera que se respete, hubo varias salidas del escenario para dar paso a los pasajes experimentales más locos, que recordaban a discos como Red o Awake. En general fue muy placentero de presenciar y no deja de ser un lujo tener a una banda así en el evento.

Después de una pascua larga (cuarenta minutos), se apagaron las luces para encenderse un juego de luces de una elegancia deslumbrante. Punto aparte para la iluminación: daba para pensar en otros eventos realizados en el Teatro Coliseo donde de verdad pareciera que las luces están dispuestas para que nadie entienda nada. Bueno, como sea, se enciende este juego hermoso y sale a escena la banda, todos con ligeras camisas que evocan la paleta de colores de la portada del Fauna (2023), el disco que venían presentando.

Salieron con un corte del disco nuevo, Taurus, y luego al tiro a su disco más celebrado, el The Mountain (2013), con In Memorian. La gente celebraba, si, pero más que nada apreciaban. De nuevo, hay una gran disposición a ser asombrado por las ejecuciones en vivo. Por supuesto que Haken era capaz de dar eso, aunque su música nunca fue demasiado hacia allá. Igual hay que considerar que Haken está más cerca de algo así como la pasividad de Leprous antes que cualquier otra banda de metal progresivo de su generación. En un mundo donde existen proyectos como Ne Obliviscaris o Between The Buried And Me, ellos claramente eligieron el camino de rozar el rock progresivo, sin reducir el metal al nivel de ser así como Porcupine Tree, pero desplazándose lo suficiente. Incluso en el gran The Mountain no dejan de salir a la luz constantemente todas esas sensibilidades Genesis y Jethro Tull (onda Songs From The Woods) de una forma muy prominente y para nada disimulada.

Fuera de The Architect, Celestial Elixir y dos temas del Invasion, el concierto fue esencialmente un pinponeo entre el Fauna y el The Mountain. Igual tedioso. El último disco de Haken se ha aparecido como el menos querido, y para ser la segunda vez en Chile… Bueno, da lo mismo igual, el nivel de interpretación es tan alto que no deja de ser igualmente divertido y fascinante de presenciar. Si se extrañaron igual temas del Visions (2011), uno de los favoritos del público en general.

Celestial Elixir y al final falso. No hubo intermedio.

El bis fue la interpretación íntegra de la suite Messiah Complex, del Virus. Fue épico y es una decisión muy afortunada el que haya sido integrada en su setlist. Tampoco es tan larga, pero si es deslumbrante, sobre todo en vivo. Ojalá vuelvan. Seguramente vuelvan. A veces, tras algún concierto, se habla de crear o fortalecer lazos con el público de la ciudad en cuestión. No es el caso para una relación con este estilo como la que tiene Chile. Chile es proguero y metalero. Haken seguramente vuelva con un setlist rotundamente renovado (así son estas bandas) y todos seremos felices.


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