Escrito por Bryan Sepúlveda
Fotos por Alejandra Besoain
Después de 5 años desde la última vez que tocaron en nuestro país, la banda originaria de Madrid se presentó nuevamente en el Teatro Coliseo, espacio que ya los acogió el 2018 y que tal como indicaron ellos fue el ‘’mismo sitio, pero distinto lugar’’. Esta vez nos presentan sus últimos discos “Cable a tierra” (2021) y el álbum en directo “Bailando hasta el apagón” (2022)
El acto de apertura estuvo a cargo de Laró, que aprovechó de mostrar su propuesta de indie folk al público asistente al lugar. Oportunidad en la que repasó algunas canciones de su reciente disco, Bailar en la cuerda floja.
Pasadas las 21:05 de este domingo primero de octubre, el público se encuentra expectante, se apagan las luces y comienzan los gritos de los fans, el show inicia con un juego de luces, una batería que funciona como base rítmica para el resto de los músicos. La banda española y la energía que transmiten orgánicamente hacia su público se hace notar. Todo es euforia y baile.
La agrupación de rock alternativo, que juega al mismo tiempo con sonidos experimentales cargado de sintetizadores, utiliza melodías contagiosas que invitan a danzar alrededor de discursos introspectivos, desesperanzadores, incluso distópicos, pero que al mismo tiempo evocan amor y satisfacción, como si la invitación fuera a sacar herramientas positivas del legítimo malestar que produce la existencia de vivir en sociedad.
Si bien Vetusta Morla se presentó en nuestro país para expresar su arte musical, también hubo espacio para manifestar la importancia de reconocer parte de la historia chilena, aludiendo a los 50 años de la dictadura cívico militar, y también para graficar la importancia de no generar espacios donde el fascismo pueda emerger. Todo arte está cargado de un contexto político, y el discurso de los españoles es claro en manifestar una postura opuesta a la ideología de ultraderecha.
El concierto estuvo envuelto en el aroma de sus grandes éxitos como Maldita Dulzura, Copenhague y Valiente. Canciones que se entonaron con la energía característica de su vocalista, y la entereza de todos sus integrantes que dotan cada estrofa de una amplia gama de instrumentos. Es así como, el mismo sitio se transforma en distintos lugares, sentires y expresiones de un público que dialoga con los músicos, emocionándose con el vals de 23 de junio y bailando hasta el apagón con Saharabbey Road.
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