Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Juan Manuel Hernández
De cierta forma, el show de lanzamiento de ‘Las cosas lento’ de Niña Tormenta realizado el viernes 8 de septiembre en Espacio del Ángel, viene a dar cierto carácter cíclico a la propia carrera de Tiare Galaz. Después de todo, fue tema de conversación el regreso discográfico de la cantautora tras ‘Loza’ en 2017, y si bien han pasado 6 años, no hay marca de tiempo que realmente tome importancia en lo obrado por Tiare. Al menos no en un sentido temporalmente estricto.
Y es que el cobijo que las canciones de ‘Las cosas lento’ expresan, recae en aquel sitial más sentido y complejo emocionalmente, que se materializaría de formas preciosas en la presentación. De esta forma, la artista llenó sus filas con Chini, Álvaro, Maca y una breve pero impactante aparición de Alfonsina García en las primeras dos piezas interpretadas: «Vivo imaginando cosas» y «Mirada encendida».
Cuidados a sus espaldas con un precioso set up de telares de colores y texturas rústicas que le daban una vida distinta a las luces emanadas, Niña Tormenta repasó su discografía con interpretaciones de naturaleza prístina, con un cuidado detallista en los arreglos. Esto refiere al propio universo en el que canciones como «Voy a hacer las cosas lento» o «Flor de lavanda» se desenvuelven, frágiles y sensibles, en siluetas conmovedoras que invaden la fibra emocional.
En ese sentido, las músicas y músicos en escena convergían a la luz de un folk de cámara de contenido idiosincrático que, en esta ocasión, vería las canciones de ‘Loza’ reimaginadas en las versiones más vistosas, abundante y sedosas de sí mismas. No miento al decir que las lágrimas se hicieron ver en las mejillas de muchos en temas como «Lozapenco», «A la mar fui por naranjas», o, especialmente, «Edificios nuevos».
La resiliencia, el cuidado estético, el corazón desnudo y el sentir colectivo de todas aquellas personas que participaron de este proceso importantísimo para Tiare, hicieron de este show –que repletó el recinto, por cierto–, uno de lo más completos que haya visto este año. Un hito en sí mismo, que reconoce la propia infinitud del sentir humano, sus complejidades y vicisitudes, que, ante el presente abrumador, no queda más que vivirlos a pulso. Así, habitando cada momento.
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