Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Nicolás Rosales
Brujería es una banda muy querida por su público chileno, lo que es visible en su relación forjada con múltiples visitas a nuestro país, con recordadas fechas en las que hubieron, incluso, desmanes y bombas lacrimógenas dentro del recinto. No es necesariamente algo que celebrar, pero como mínimo, es muestra de la pasión visceral e hirviente que tienen los seguidores de la agrupación comandada por Juan Brujo.
Es por eso que esta instancia era especial, y es que la razón que los trajo nuevamente a Chile –y a varias ciudades–, fue la celebración de los 30 años de ‘Matando Güeros’, el gran clásico de la banda que les insertó rápidamente como un nombre a temer en el grindcore más brutal.
La jornada fue bastante extensa, contando con diversos actos de apertura de nombres adyacentes al metal extremo y el grindcore nacionales, tales como Roasted Goat Leg, Social Crisis, Conspiración y Teofobia. Diversas propuestas desafiantes que subieron los decibeles contundentemente desde las 18:00 hrs. en adelante, y que, por sobre todo, sirvió como una asombrosa vitrina de grandes propuestas chilenas que levantaron varios moshs en la cancha.
Todo fan de Brujería sabe muy bien lo que esperar en sus shows. Después de todo, hablamos de sonidos como el grindcore y el deathgrind que destacan por su impronta directa y al hueso. Pero no por eso es menos impactante, y es que lo hecho por Pinche Peach, El Sangrón y Juan Brujo reviste, fuera de todo cliché, una verdadera aplanadora.
Desde el minuto 0 con la intro envasada de «Pura de venta» el recinto ya se mostraba enardecido y ansioso por desatar la locura. Era una verdadera fiesta, una peligrosa y viciosa, como la afrenta más grande de todas, lo que se vio de inmediato con hitazos como «Leyes narcos», «Santa Lucía» y «Seis Seis Seis». La guitarra de Anton Reisenegger sonaba tan insidiosa como dura de roer, elaborando un vertigonoso set de desmadre total.
Y es que así son las cosas con Brujería, y así siempre han sido, y así siempre lo serán –como ellos anunciaron, el 15 de septiembre lanzan nuevo álbum, ‘Esto es Brujería’–. Cada uno de los demoledores tracks del afamado debut de la banda se sentían retumbar hasta en la caja toráxica, ya sea con «Cruza la frontera» o «Machetazos», las que, al combustionar, era visible ver muchísimos rostros felices.
Y es que de eso se tratan las cosas con esta banda. Sí, es un sonido desafiante que tiene de tópicos un sinfín de temáticas incómodas o, al menos, vistas negativamente en el tejido social. Pero ahí es donde la contracultura se nutre, y encuentra una forma de expresión que permite sacar toda pulsión reprimida.
De esta forma, por supuesto que el resto de la discografía tomaría presencia con temazos como «Brujerizmo», «Marcha de Odio», y «La ley de plomo». Todas veneradas con el mismo ímpetu, coreadas al punto de desgastar las cuerdas vocales, y mosheadas hasta más no poder.
Así, y con Juan Brujo con machete en mano, el clásico tema homónimo del debut tiraría el Teatro Cariola hacia abajo. Era tal goce que parecía una fotografía documentativa de una faceta adictiva del metal extremo. Nadie estaba agotado, nadie quería ceder, y aunque el final llegó inevirablemente con la irreverente «Marijuana», todo el mundo regresó a sus casas –o al after– inyectadísimos con la energía propinada por esta máquina de show.
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