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El thrash metal en la cima otra vez: Sodom y ‘M-16’

Escrito por Juan Pablo Ossandón

 

La banda alemana de thrash metal, Sodom, regresa a nuestro país el 7 de septiembre después de 10 años de su última visita. Con dicho motivo resulta de lo más interesante revisar uno de los hitos modernos del subgénero, y que, hasta el día de hoy, es una obra fundamental en su discografía.

Las razones de la porqué ‘M-16’ (2001) tuvo el éxito que tuvo –y con ello el respeto que ostenta ahora–, superan los principios conceptuales de Tom Angelripper y sus compañeros. La guerra, después de todo, casi siempre ha sido un tema recurrente en su obra.

Diría que ‘M-16’ fue la carta de triunfo de Sodom ante la mala salud que tuvieron los sonidos clásicos/ochenteros del metal. Uno capitalizado, principalmente, por el heavy y el thrash, y es que, más allá de excepciones como lo hecho por Metallica Megadeth a principios de los ’90 (en lo que al subgénero respecta, y por supuesto que se pueden argüir más ejemplos), la verdad es que los tiempos forzaron a estas bandas a repensar sus propuestas.

El grunge y el rock alternativo habiéndose tomado los charts, y los ápices más extremos del metal llevando la batuta en materia de creatividad, el thrash no la estaba pasando bien. Muchos cambios de formación, trabajos tibios, decisiones cuestionables o incluso radicalismos (siendo Testament uno de los pocos proyectos que decidieron endurecer su sonido aún más).

El caso de Sodom, en retrospectiva, no fue tan abismal por así decirlo. Y es que ciertamente, aunque no del todo parejos, sus trabajos noventeros como ‘Better Off Dead’ y ‘Tapping the Vein’ si propinaron piezas claves en los shows de los alemanes. Pero el sonido no variaba mucho realmente, y parecía que habían tocado techo a nivel creativo.

Por eso ‘M-16’, con la llegada del nuevo milenio, mostró un nuevo Sodom. Uno que no temía miedo a ser melódico, uno muchi más trabajado y acabado a nivel compositivo, y, por ende, con una narrativa mucho más exquisita. Canciones como «Napalm in the Morning» jamás habrían sucedido antes, y en ese sentido, este trabajo sería uno de los pilares fundamentales del thrash metal post-2000 junto a ‘Violent Revolution’ de Kreator o ‘The Antichrist’ de Destruction, entre otros.

Un sonido mucho más claro, consistente, febril pero no bruto, agresivo pero no impulsivo. Un disco que dejó infaltables piezas como «Among the Weirdcong», el tema homónimo, «Remember the Fallen» o «I Am the War. Una joya.

 

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