Live Review

Nana Kitade en Chile: Rebelde melodrama

Escrito por Juan Pablo Ossandón

Fotos por Tania Morello

 

Para la sorpresa de sus fanáticos, el anuncio del debut de Nana Kitade en Chile fue un regocijo tremendo, y cómo no, si muchas de sus canciones formaron parte fundamental de distintas series de anime, TV, etc. que causaron un impacto profundo en cada quien. Un vínculo creado alrededor de recuerdos atesorados al crecer con nombres como Fullmetal Alchemist y que, al fin, podrían tener una expresión en el vivo. Y vaya de qué forma fue.

Y es que un show como el de Nana Kitade ignoró todo tipo de convenciones de la música en vivo, y más aún, los códigos tácitos de artistas y bandas japonesas que suelen ser más estrictos en su relación con los fans –por temas de management, más que nada–. Déjenme decirles que ese no fue el caso.

Al ritmo de adorables canciones de j-pop y j-rock es que el espíritu rebelde de Nana Kitade desplegó canciones como “pureness”, “Wish in the Blood”, y “SUICIDE LOVES STORY” –ending de PERSONA–, y que, por la propia cercanía física que propiciaba la Casa Huemul, permitió a la artista estar a tan sólo centímetros de las primeras filas de fanáticos. De ahí que compartiera desde cerca, dándoles la mano, e incluso dándose el lujo de hacer stage diving –o una humorada como que un fanático le abrochara un zapato–.

En ese sentido, si bien el concierto en términos de recursos fue bastante sencillo, ya que era la voz de la artista y la pista de sus canciones acompañándola, la verdad es que la propia actitud, entrega, carisma e interpretación de Kitade lo que hizo del show totalmente redondo, y sumamente memorable. Adueñándose del escenario en la medida que su interpretación melodramática entrega versiones vibrantes de canciones como “Post Pink” y “13nichi no Kinyoubi”, desatando la locura en un público que, si bien se manifestó tímido en un principio, era bastante obediente con el lenguaje corporal de la artista, desatando saltos y manos alzadas al son de los ritmos propugnados.

Y es que uno de los elementos más a destacar del show, fue el cómo Nana Kitade se las arregló para ignorar la barrera idiomática, y lograr comunicarse a cabalidad con una audiencia siempre atenta. Ya sea entregando una que otras frases en español, y en su mayoría en inglés, encontró la forma de decir en su idioma nativo lo feliz que estaba de estar de muy cerca con sus fanáticos, ya que la distancia entre Japón y Chile es enorme, al punto de que allá es verano y acá invierno. Algunos letrados en el idioma lo entendieron a la perfección, y otros entendieron con su propio lenguaje corporal el mensaje. Si eso no es conexión, no sé que podría serlo.

De esa forma, y con un encore que no demoró en llegar gracias al “olé, olé, olé, olé… Nana, Nana” que sorprendió en demasía a la artista, Nana Kitade cerraría su set de una hora y media con “tsukihana” y “Kesenai Tsumi”, clásicos que desataron el mar de voces más grandes de todos. Una carta de amor como ninguna, que de seguro quedó en el banco de memorias de los asistentes en un sitio más que especial. Dedicación pura.

 


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Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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