Live Review

Steve Hackett en Teatro Coliseo: Lamb Lies Down

Escrito por Nico Merino
Fotos por Alejandra Besoain

Así como varios otros músicos que están alejados de la banda con la que construyeron grandes obras, Steve Hackett de Genesis lleva ya varios años apoyándose de distintas bandas para materializar en vivo la música que alguna vez grabó con la banda. Y quizás nadie en el mundo estaría dispuesto a decir algo así como que la obra temprana de Genesis no es estúpidamente importante e influyente para la historia del rock progresivo, así como para el rock en general.

Desde 1971 hasta 1974 que se dedicaron a hacer solo y exclusivamente obras maestras (y esto siendo tremendamente injustos con el Trespass y el Trick To The Tail, que también son de un altísimo nivel). A lo largo de esa época de oro salieron siete discos cuyas canciones eventualmente se recopilarían en el disco en vivo Seconds Out, hoy un clásico entre los grandes discos de rock en vivo.

En esta oportunidad, Hackett venía con un show temático donde se imitaría el setlist de la presentación en vivo registrada en ese disco, acompañado del tributo nacional a Genesis: Genetics. Partió con la interpretación de un par de piezas propias y luego se lanzó con ese disco clásico.

Sobre el disco, a esta altura cualquier comentario negativo pasa como revisionismo. Pero sobre la presentación en vivo de ayer sí se pueden señalar algunos aspectos más complicados. Partiendo por la formación, donde la naturaleza de las circunstancias nos dejó con dos guitarristas. La verdad es que no existió mucho diálogo ni química entre estas, se puede también señalar la falta de aporte al contemplarse injustificadamente un instrumento extra para performar canciones que ya sonaban tan maximalistas con una cantidad de músicos más limitada. De hecho, muchas veces estas guitarras se veían obligadas a tocar prácticamente lo mismo. Distinto fue el trabajo y los intercambios entre los dos bateristas sobre el escenario, en general mejor logrado y creativo.

Por otro lado, quizás ni el sonido ni la química de la banda no fueron los oportunos. En parte se podría decir que faltó inyección (y que la acústica del Teatro Coliseo no ayuda mucho), pero esto pasa por una problemática en la filosofía de las intenciones. Cuando esa generación de bandas clásicas de rock progresivo hicieron sus discos esenciales, claramente estaban pensando en la incorporación de múltiples elementos musicales técnicos y académicos, pero sobre la base mínima del Rock. Esto nos dejó esas grandes obras con una química y un sabor particular que hace sentir estos discos tan enérgicos, familiares e interesantes. Básicamente, estaban ampliando los límites de la música popular –a lo que en ese entonces parecía imposible- pero con un eterno amor por la inmediatez y lo que consideramos popero (en una época en la que la popularidad del rock era lo suficientemente exorbitante como para pasar por la música más “oreja” posible, más que el pop incluso). Se recomienda la lectura del libro de Norberto Cambiasso, Vendiendo Inglaterra Por Una Libra (Gourmet Musical, 2014), este otorga una fotografía más sensible y mucho más detallada de aquel espacio cultural.

¿Qué tiene que ver todo esto? El punto es hacer una señalización a lo que fue la energía del rock progresivo en su momento, y antes de que lo rodeara ese elitismo preocupado de edulcorar una tendencia en específica, como si fuese la única manifestación digna de escuchar que ha tenido la música popular alguna vez. Pasa que esa era un poco la tónica del evento, no necesariamente por el ambiente, que al final no tiene nada que ver con el desempeño de los músicos. De hecho, esa religiosa interpretación tan carente de pasión era lo que termina alejando las canciones del recuerdo más positivo y candente de Genesis.

No se trata de esperar que trajeran la teatralidad y el vestuario que manejaban en vivo durante la época de Peter Gabriel (ni pensarlo), tampoco se trata de esperar que la banda suene con la cohesión de aquella que escribió esas canciones. Lo que se está señalando es que esa proyección (con aires de espejismo) de la obra de Genesis podría terminar siendo algo matapasiones. No hay intenciones de ser despectivo en esto pero literalmente era una banda tributo, Hackett jugaba un papel más que nada adicional.

Podemos hacer un alcance esa vez que Mike Portnoy (ex Dream Theater) trajo a Chile su proyecto ‘The Shattered Fortress’, donde tocaba un set de canciones de su banda formativa acompañado de los músicos de Haken. Portnoy lograba mover la estética de su propuesta para darle un alcance emocional a las interpretaciones y hacer que estas tuvieran una vida propia, no se trataba de invitar al mundo a admirar lo grande que fueron las canciones de Dream Theater. Y de hecho, otros dos miembros de Genesis eventualmente se transformaron en monstruos comerciales que además fueron tremendamente creativos, avanzaron sin mirar atrás e incluso siendo considerablemente influyentes en géneros bastante ajenos a los de su banda formativa.

Genesis ya no existe, listo. Nadie está esperando que suene igual. Es la forma en la que se abordan las canciones (y el show) lo que define la tónica y quizás esta no fue la mejor.

Claro que sí, la interpretación de Hackett fue espectacular. Era genial verlo en vida y si, también era genial tener la oportunidad de escuchar en vivo temas como “Supper’s Ready” (el momento más esperado por muchos) o “The Lamb Lies Down On Brodway”. Pero no se evocaba mucho más que el gusto visceral de enfrentarse a esos clásicos tan solo por ser clásicos. Por suerte tenemos los discos, que hoy son ese cordero descansando y esperando ser evocado, pero de repente estos pueden existir perfectamente (sino mejor) lejos de Broadway, o el Teatro Coliseo, o cualquier escenario que se le parezca.


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