Live Review

Virus en Chile: Fotografía perpetua de lo pasional

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Alejandra Besoain

 

Existen ciertas formas de –intentar– medir la trascendencia de un proyecto artístico en un espacio demográfico en específico, porque, claro, los números siempre serán datos duros e irrefutables, pero existe una forma algo más intangible de hacer ello. Cuando la música de una banda se convierte en un arquetipo transferido de generación en generación, devela el porqué es posible ver en shows de Virus en pleno 2023, a un público tan diverso, en el que fácilmente se pueden visualizar padres, abuelos, hijos y nietos disfrutando de la sintética y frenética música de los hermanos Moura. De ahí que el retorno de los argentinos haya causado tanta conmoción en sus seguidores, porque sus canciones son ni más ni menos que patrimonio invaluable de Latinoamérica.

La banda invitada de la velada fue ZEBRA 93, una elección que dio en el clavo para ser el acto de apertura de Virus. Ello descansa en dos razones principalmente, y es que por una parte, tal y como la chileno-argentina Julia Grisenti lo dijo en un par de oportunidades, existe una actitud de admiración devota por los trasandinos en una química comunitaria en el que cada presente –ZEBRA 93 incluidos– daban muestras de reciprocidad a lo hecho por Virus. Por otra, fue su propuesta de un pop sublime, cristalino y detallista que fue encantando uno a uno a los asistentes del Teatro Coliseo, quienes pudieron disfrutar de canciones como «Veleros», la reciente «Amanecer», o el cierre precioso con «Corazonada», cosechando ovaciones que clamaban por más minutos sobre el escenario. Un triunfo absoluto.

Un Teatro Coliseo totalmente sold out recibió a JulioMarceloMario y cía. totalmente absortos en la algarabía de formar parte de una velada que entrecruzó todo tipo de emociones y sensaciones cercanas al impulso pasional de la propuesta de Virus. Momentum que comenzaría en lo más alto de inmediato, con un éxito eterno como «Sin Disfraz», el que invocó con sus clásicas notas sintéticas el coro religioso de dichos versos llenos de sensualidad. Sin soltar el afamado ‘Locura’ (1985), el baile toma el pulso primal de cada asistente para danzar al ritmo de «Tomo Lo Que Encuentro», «Lugares Comunes» y «Pecados Para Dos». Un primer capítulo de una jornada totalmente entrañable.

Tras el cálido saludo de un Marcelo Moura impasible y relajado, las melodías de terciopelo de «Dame Una Señal» se encargarían de adornar cada rincón del Coliseo, engendrando en su sinergia natural intercambios de besos entre parejas y amantes que, de seguro, musicalizaron más de algún recuerdo con este track –y otros de la agrupación–. En ese sentido, el tono tentador de «Superficies de Placer» y el mar de voces en «Imágenes Paganas» perseguían el ritmo fluido de una presentación que minuto a minuto relajaba los movimientos de todos los presentes –banda incluida, en especial Marcelo–. Como si se tratase de un proceso corporal en el que la memoria muscular de cada quien recordase largas noches de fiesta.

Las habilidades de Julio no han envejecido en lo absoluto, lo que se percibió a la perfección en «Destino Circular», mostrando las distintas caras que nutren el esquema creativo de Virus. Y en este sentido, sin duda un elemento fundamental en su historia fue el rol del difunto Federico Moura, la icónica voz de la banda argentina, quien se apoderó de los speakers para interpretar junto a sus compañeros «Dicha Feliz», en la medida que algunas nostálgicas lágrimas se derramaban en las mejillas de varios fanáticos conmovidos por el homenaje.

Uno de los elementos que caracterizaron el concierto fue el cambio de roles ocasional en las voces entre Marcelo y Julio, quienes rindieron interpretaciones algo más cercanas y emocionalmente frágiles de «Despedida Nocturna» y «Transeúnte Sin Identidad». Una muestra algo más solemne que se esfumó con la pomposidad de «Amor Descartable», plasmándose con todo el Teatro Coliseo coreando el estribillo de forma extasiada y, porqué no, llena de felicidad. De esta forma, todo tipo de momentos aparecieron con el baile frenético en «Mi Ciudad» –con un pequeño discurso previo de como fue la primera canción compuesta por la banda–, el intenso karaoke con «Pronta Entrega» y la aparición de Fede nuevamente con «Agujero Interior». Un verdadero gusto.

Mario Serra, el baterista original de Virus quien retornó en 2020 a su formación, propinó un solo de batería que sabía de matices y un pulso rítmico in crescendo que jugó entre el humor de Marcelo y la energía contagiosa de Serra al darle a los tambores. Así, el final llegaba dejándonos en lo más alto: el rock n’ roll de «Wadu Wadu», los sintetizadores psicodélicos de «Mirada Speed», y las voces comprometidas en gritar cada verso, estrofa y estribillo de «Luna de Miel en la Mano». De esta forma, tras «Carolina» y la promesa de un regreso, el público chileno tuvo la oportunidad de renovar su voto de fidelidad con los argentinos, en una relación que de oxidada no tiene nada. Todo lo contrario, no ha hecho más que nutrirse y seguir superando la prueba del tiempo al reclutar jóvenes y adolescentes en su fiel público. Precioso es decir poco.

Setlist:

  1. Sin Disfraz
  2. Tomo lo que encuentro
  3. Lugares Comunes
  4. Pecados Para Dos
  5. Dame Una Señal
  6. Superficies De Placer
  7. Imágenes Paganas
  8. ¿Qué Hago En Manila?
  9. Destino Circular
  10. Ausencia
  11. No Va Más
  12. Dicha Feliz
  13. Despedida Nocturna
  14. Transeúnte Sin Identidad
  15. Drácula
  16. Amor Descartable
  17. Probador
  18. Mi Ciudad
  19. Pronta Entrega
  20. Agujero Interior
  21. Solo de batería
  22. Wadu Wadu
  23. Mirada Speed
  24. Luna de Miel en la Mano
  25. Carolina

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Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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