Live Review

Haggard en Blondie: La importancia de la historia

Escrito por Felipe León
Fotos por Remigio ‘Mojo’ Olivares

 

14 años es mucho tiempo, pero en medio de la extensa ruta recorrida por la historia universal, pueden convertirse en algo así como una anécdota. Un aperitivo que de algún modo, influyó en el recibimiento que le dió el público a los alemanes de Haggard, que después de casi una década y media, regresaron a Chile para entregar un concierto memorable, repleto de grandes canciones de su repertorio, las que fueron cantadas como los grandes himnos que son.

El frío no fue impedimento para que un número no menor de personas asistiera al evento. Mucha ropa negra y cabellos largos se podía ver dentro del recinto (y afuera haciendo la fila), esperando el arribo de Haggard. Pero también dispuestos a ver el atractivo acto de apertura, Kiepja, un proyecto local que hace de la música étnica, la principal fuerza creativa a la hora de componer. Así, en medio de tambores y cantos, las tres mujeres a cargo brindaron un show interesante, repleto de momentos ritualistas para trascender. Una propuesta que vale la pena conocer más en profundidad.

Tras el llamativo show de Kiepja, se vivieron con mucha paciencia unos minutos de espera, previo al arribo de los alemanes al escenario. Porque los 10 músicos que conforman la banda, salieron pasadas las 20 horas, tomando rápidamente sus posiciones para así inundar la Blondie de música.

Una que ha acompañado a su fanaticada chilena, ¿5? ¿10? ¿20 años? Tal como lo preguntó en un momento Asis Nasseri, principal artífice del proyecto. Y sí, es más común de lo que uno piensa que luego de una gran ausencia, sin material nuevo en años, que el público no se renueve o que simplemente esos gustos que existieron en su momento por determinada banda, terminen como un gran recuerdo en la memoria. Cosa que curiosamente no sucede con Haggard, pues la Blondie lucía llena y se percibía algo así como una fidelidad hacia ellos.

Tampoco es de extrañar esto, ya que proyectos así los hay muy pocos. Si bien, esa mezcla entre lo neoclásico y sinfónico con el metal cuenta con varios exponentes en esta y las pasadas épocas, son pocos los que consiguen un culto así de grande e importante. Haggard no suenan obvios, al contrario, su fusión obedece más que a forzar ambas uniones, a buscar un punto en común, ocupando la intensidad y los riffs galopantes para acentuar ciertos momentos en las canciones. Con una fidelidad por la música de finales de la baja edad media europea, así como la renacentista y barroca, que consigue transportar la escucha a otros tiempos.

Vividos o no, la obra de Haggard se encarga de aquello, construyendo de principio a fin un concierto pensado para conmemorar su valiosa carrera. En este sentido, el ensamble hizo sonar instrumentos como la flauta, violín, viola, bajo, guitarras, piano, clavecín, órgano, batería o el cello, utilizando una voz soprano, tenor y por supuesto, las narraciones épicas, misteriosas y guturales de Asis Nasseri, con el fin de detenerse en cada disco estrenado. La comunicación fue clave en esto, siendo el propio Asis el encargado en varias ocasiones de introducir las historias.

Por una parte, el álbum Awaking the Centuries (2000) fue uno de los principales protagonistas de la noche, desde el inicio con “In a Fullmoon Procession”, pasando por la dupla “Heavenly Damnation” y “The Final Victory”, o la que da nombre al trabajo, ampliamente celebradas por el público. Seguido por ese Eppur si muove (2004) dedicado a Galileo Galilei, explorado a partir de pistas como “Per Aspera Ad Astra”, “Of a Might Divine”, y “The Observer”, donde quizás se refleje de mejor manera las profundidades que puede albergar la propuesta de Haggard.

Sin  embargo, otros temas como “La Terra Santa”, “The Sleeping Child” o “Tales of Ithiria”, provenientes de su último larga duración a la fecha, Tales of Ithiria (2008), sorprendieron gratamente, demostrando lo bien que ha envejecido este álbum. Incluso una de su primer LP, And Thou Shalt Trust… The Seer (1997), salió a la luz, siendo “In a Pale Moon’s Shadow” otra gran victoria de Haggard y los asistentes al concierto.

Un viaje a la importancia de la historia. Un sello característico a estas alturas de este brillante y apasionante ensamble, que dejaría para el final una serie de momentos memorables que se iban sucediendo, uno tras otro. Porque “Herr Mannelig” hizo cantar a toda la audiencia, mientras que “Upon Fallen Autumn Leaves” y “Eppur si muove” dejarían en claro la impronta sonora de Haggard. La misma que utilizaron al adaptar el himno nacional de Chile, en un momento curioso pero manifestado con mucho cariño y respeto por el proyecto. Pero no terminó el concierto hasta que sonó “Hijo de la luna” junto a Lulyta Garza, la celebrada versión de Mecano que coronó la noche como debía ser.


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