Escrito por Felipe León
El recontra confirmado regreso de Haggard para el día martes 13 de junio en Club Blondie, no sólo pone fin a una larga espera de 14 años por verlos nuevamente en vivo, sino que también invita a mirar en retrospectiva el legado de un proyecto como pocos. Porque los alemanes son embajadores absolutos dentro del metal sinfónico, con una cosecha propia que fusiona una mirada neoclásica de la música, abierta a adoptar lenguajes medievales y renacentistas, así como pasajes más propios del periodo clásico, y una brutalidad heredada del death metal que lo vuelve tan evocador y recreativo como explosivo y dramático.
Elementos que se conjugan dentro de una narrativa que avanza por un imaginario triunfante, pasando desde lo progresivo y denso a lo misterioso. Un debate constante entre los aspectos orquestados, la pesadez más de banda, y el maravilloso trabajo vocal que abunda en cada uno de sus discos.
Si bien los cimientos de la banda están ligados al death metal de corte técnico, fue con su primer disco And Thou Shalt Trust… The Seer (1997) donde el sonido más reconocible de Haggard se comenzó a gestar. La perspectiva histórica que revelarían estas canciones, pasaría a ser un elemento que trasciende toda su discografía, siendo junto a lo sinfónico, algo en común entre sus álbumes. Así como los conceptos que hay detrás de sus obras, otro factor importante a resaltar, desplegado con satisfactorios resultados en su posterior lanzamiento, Awaking the Centuries (2000).
Los germanos tomaron a una de las figuras más legendarias y misteriosas de la historia, como lo es Nostradamus, llevando su experiencia durante la peste negra a un plano musical, donde todos los elementos mencionados anteriormente se configuran de forma esencial. Esa mística y el equilibrio entre los momentos sinfónicos, los metaleros, y los derechamente medievales, se fortalecen aún más -o a la par- con su siguiente estreno, el aclamado Eppur si muove (2004). Esta vez tomando la figura de Galileo Galilei en un relato apasionante, donde entra en conflicto su vida y descubrimientos contra los dictámenes del poder eclesiástico.
De cierta forma, Haggard gozó de un gran prestigio dentro de los círculos afines, no solo al metal sinfónico, pues también lo harían con personas interesadas en la historia, en especial de los períodos finales de la edad media y el comienzo del renacimiento. Aún quedaría un álbum más por estrenar como Tales of Ithiria (2008), manteniendo intacto el sello de la banda, pero el fuego creativo se extinguiría después de eso; o más bien, pasarían a una búsqueda minuciosa de un potencial nuevo trabajo que a la larga nunca llegó.
Aunque las esperanzas por nueva música no se pierden, resulta más importante aún, conociendo el nivel de calidad de sus obras, que se tomen el tiempo que quieran. Ya el solo hecho de tener a Haggard en Chile otra vez, basta y sobra. Para no perdérselo.