Escrito por Felipe León
Fotos por Andie Borie
Podríamos estar debatiendo sobre la importancia e influencia de Kraftwerk en la música popular por horas. No por nada, la banda alemana suele ser referenciada como una agrupación clave a la hora de entender el panorama, no solo de la música electrónica, sino que del pop en general, gracias a sus grandes avances tecnológicos, y un irresistible gusto por mezclar la vanguardia con lo accesible. Un toque humano en medio de una identidad robótica, que se dejó sentir con fuerza la noche del jueves 25 de mayo, en el Movistar Arena.
No por nada estos cuatro robots liderados por el incombustible Ralf Hütter, siguen siendo tan relevantes hasta el día de hoy. Claro, por lo adelantado que fueron en su época dorada, lo que hoy en día es algo mucho más reconocido, pero también por el magno sentido del espectáculo que proyectan, a través de un show repleto de efectos visuales que acentúan el motivo artístico detrás de cada pieza. Algo que el público agradeció en todo momento.
Aunque seamos claros en algo. Los conciertos en vivo que da Kraftwerk están lejos de ser un cliché, abandonando mucho de los rituales que podemos encontrar, por ejemplo, en conciertos de pop y rock. Elementos que si bien pueden aparecer durante la velada, son desplegados de una manera distinta. Un tanto indiferente por parte de estos músicos, que sobre el escenario, literal se transforman en unos robots, demostrando una nula comunicación con el público. O sea, la música y la propuesta visual son el principal catalizador, por ende no se necesita nada más que estas para entregar un mensaje.
Varios mensajes mejor dicho, codificados de manera minimalista en las líricas, pero con un soundplay asombroso detrás, donde dialogan esos ritmos maquinales que van reaccionando a las atmósferas desplegadas por la banda. Como en el caso del inicio con “Computer World”, canción escogida para abrir la jornada, que junto a ciertos guiños a temas como “Numbers”, traerían a la memoria ese relevante paso a los años 80’s que daría Kraftwerk con ese disco sobre las computadoras.
Problemáticas de la informática que seguirían siendo la tónica, rescatando temas de aquel Computer World (1981) como es el caso de “It’s More Fun to Compute” pegada a “Home Computer”, las que serían acompañadas por curiosos diseños poligonales. Futuro computarizado que daría paso a uno de los mejores momentos del concierto, cuando una nave espacial emprendió un viaje directo a la tierra, aterrizando en la entrada del Movistar Arena. Momento marciano musicalizado por esa increíble canción que es “Spacelab».
A estas alturas el público estaba inmerso en la experiencia, la que continuó desplegando lo mejor de la banda, a punta de temas como “Airwaves” y un juego visual que no daba tregua. Porque podías quedarte viendo a estos cuatro superhumanos, con esos movimientos mecánicos y un atractivo juego de luces de neón en sus vestimentas. O bien, pegarte en las pantallas, y viajar con la música.
Hay muchos lugares donde aterrizar, ya sea en la simbólica “Tha Man-Machine”, o tal vez en “Electric Café”. Ambas piezas con sus cautivantes sonidos continuaron expandiendo los motivos robóticos de Kraftwerk, entregándose a la repetición y a ritmos más movidos respectivamente. Para luego cambiar de manera drástica, con ese himno de carretera que es “Autobahn”, mucho más evocadora y de algún modo, emparentada con los inicios del grupo. ¿El primer hit de los alemanes?
Luego de conducir por esta soleada carretera hacia el pasado, Kraftwerk resolvió poner un dilema sobre la mesa, que hasta el día de hoy y a futuro es bastante relevante. Porque el romance virtual y el amor por computadora, es algo real, y muy fuerte en la actualidad. Por lo mismo, un tema como “Computer Love” sigue sonando tan fresco, con ese afán mucho más melódico que conecta bien con las temáticas cyborg-amorosas que retrata.
De un momento alto saltamos a otro igual de relevante, cuando comenzó a sonar “Das Model”, generando la reacción inmediata del público que se entregó a la sofisticación y el glamour de esta electrónica pasarela, con esa melodía tarareable que atrapa hasta las almas más ajenas al mundo de lo sintético. Así, las pantallas cambiaron su enfoque al mostrar a estas modelos del pasado, al son de la que es una de sus piezas más conocidas.
Pero al concierto le quedaba bastante, guardando sorpresas como “Neon Lights”, complementada por un mayor dinamismo en las luces de neón que llevaban puestas sus integrantes. Para luego visibilizar las consecuencias del mal uso que se le dio a la energía nuclear, al interpretar la canción “Radioactivity”. Algo así como un recordatorio de los accidentes que han ocurrido en torno a esta, y cómo no, el uso bélico por parte de países como USA con la catastrófica bomba atómica.
En cierta medida, Kraftwerk siempre ha hecho de su música un vehículo para comunicar cosas. Pero también para ambientar competiciones deportivas como el “Tour de France”, llevando su electrónica al mundo de las bicicletas. Un verdadero viaje por los paisajes y la velocidad que promueven estos eventos.
Uno de los momentos más esperados de la noche fue cuando nos invitaron a ese tren de la memoria que es “Trans Europe Express”, transportando la escucha directamente al movimiento de los trenes, con un sonido característico que emula de manera acertada su andar. Una parada obligada en ese clásico álbum del mismo nombre, que además tuvo ciertos guiños a otros cortes de aquella obra, como es el caso de “Metal on Metal” y parte de “Abzug”.
Ya para el final, comienzan a sonar los preparativos de la icónica “The Robots”. Algo así como la pieza central dentro de toda la parafernalia maquinal que ofrece el grupo, forjando una comunicación entusiasta con el público, a partir de sus ritmos mecánicos y voces robóticas. Otro punto alto de la noche, previo a abandonar el escenario.
Un potencial regreso de estos cuatro superhumanos se comenzaba a percibir, a medida que la audiencia del Movistar Arena mostraba todavía ganas de más. Y como no, Kraftwerk respondió con canciones que son un verdadero obsequio para sus fans más leales: “Planet of Visions”, y la taquillera “Music Non Stop”. Guinda de la torta de una jornada que quedará en la memoria del público chileno, y en las tarjetas de memoria de estos hombres-máquina.
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