Live Review

Jackson Wang en Chile: La cándida gentileza tras la sonrisa del artista

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Nicolás Rosales M.

 

El otrora miembro de GOT7Jackson Wang, ha estado en una intensa búsqueda de significado en sus últimos años. Una tarea de una carga personal gigantesca, en el que el artista ha puesto en tensión distintos aspectos de su vida, sitios en el que la fama que le ha significado su exitosa carrera en la música, se ha entrometido en diversos puntos que han obnubilado su propio autocuidado. Más aún, el multifacético rapero, cantante y bailarín –y cuantos otros oficios más–, ha desnudado sus pensamientos y procesos emocionales en su último trabajo ‘MAGIC MAN’ (2022), en el acto de amor propio más grande que haya expresado, y también el regazo más confortante para sus fans.

Es por estos motivos –y muchos más– que la primera gira en solitario de Jackson era tan esperada por miles y miles de fans alrededor del mundo, y en definitiva su público chileno no estaba preparado para la vorágine de emociones que significaría para cada quien el show del 22 de mayo en Movistar Arena. Una noche bastante helada, con pronósticos de lluvias que exigían un mayor cuidado, los cuales desde tempranas horas del día, dejaban entrever la compasión y preocupación del artista por sus fans. Y es que, como es de costumbre con nombres de tal envergadura, una multitud de fans se agolparon en el hotel en el que se hospedaba el idol, a lo que Wang comparte su preocupación por historias diciendo que se cuidaran, ya que había riesgo de lluvias y hacía bastante frío, para que descansaran bien en casa de cara al show de la noche. Un acto sencillo, sí, pero que hace una gran diferencia, y acorta la distancia entre la figura mitificada del ‘artista famoso’, humanizándolo.

Unos cuantos minutos antes de las 21:00 hrs, las pantallas led del recinto comenzaban a mostrar videoclips del artista, y es que, aún con el bajo volumen de los speakers, miles de voces entonaron sus versos con fuerza, reforzando el preámbulo a la primera y pomposa sección del show. Así, y con un Movistar Arena totalmente sumido en penumbras, daba comienzo el show de Jackson Wang en nuestro país.

Acto I: «Fama»

Vociferaciones en el aire, latidos que se perciben al tacto y una pantalla de humo que esconde las siluetas sigilosas y fluidas del artista, sus bailarines y banda. Distintos elementos que, tras salir de una celda mecánica, componían un retrato tan añorado en el que Jackson comienza a descomponer el relato propio de su vida, instancia en el que el verso «but I’m the only one that you need» –de «100 Ways»– hace una apología a esa fama de que absorbió su persona en la década pasada. Una en la que, con todos los ojos posados sobre él, se sabe a sí mismo como un objeto de deseo. Un receptáculo moldeado por un relato construido quirúrgicamente, en el que Wang satisfacía a la perfección a un público atónito ante el desplante coreográfico –casi acrobático– que parecía llenar cada rincón del domo del Parque O’Higgins. ¿Qué si era una noche helada? Eso quedó en el olvido, ante las chispas que salían de lo sucedido en el escenario.

Así, y con el tono relativamente arrogante que embadurna las letras de «Go Ghost», la audiencia rendida y extasiada, seguía obedientemente cada uno de los pasos del rapero, exclamando ante sus gestos y movimientos emanados de una interpretación escénica de lo más electrificante. Nuevamente, aún dentro de la impronta ganchera de tamaño hit, se configura el relato de una imagen cristalizada en torno al artista, que en su intento de disponer de versos errantes, el outro de la misma expresa una prisión asfixiante casi imperceptible para aquellas y aquellos que se dejaban deslumbrar por la parafernalia que acompaña la fama. Así era en el Movistar, y apenas dos canciones dentro de esta inmersión en la persona de Wang, ya nos enseñaban de forma ejemplar el propio conflicto, y es que, respondimos justamente de esa forma.

Con una estela de luces azuladas que bañaban las figuras de cada persona en el escenario, se situaba un panorama algo más sutil y sumamente frágil, en el que la oscura vestimenta del artista y el maquillaje corrido sobre su rostro se resignificaban a sí mismos. Tumbado en un hastío que apagaba el brillo de los colores que gusta, atestiguamos un vistazo que, si bien intenso, mostró a una persona agotada que repetía constantemente «go until we blackout«. Prácticamente sin más opciones que seguir cumpliendo su rol, uno que cumplía a la perfección, tal y como dejaban ver los alaridos constantes. Además, ni hablar del carácter poético de que ‘LOST & FOUND’, precuela discográfica de ‘MAGIC MAN’, haya hecho presencia en dicho instante con «Blackout».

De esta forma, y rodeado por personajes enclaustrados en fúnebres túnicas, Jackson Wang sucumbe ante al abandono, en una imagen oscura y portentosa que lo mandó de vuelta a la celda. Era momento de aceptar el dolor y la ansiedad, que indomables ante su evitación, tan sólo la aceptación de las mismas puede alivianar la carga. Una idea esperanzadora que, comenzaría a retratarse en el show poco a poco.

Acto II: «Aislamiento»

Con una oscuridad absorbente, el silencio resalta el aspecto agitado de unos latidos intensos que evocan cierta desesperación. No obstante, el espacio liminal en el que se encontraba Jackson, suspendido ante el vacío de un escenario ahogado en el vacío de la ausencia lumínica, era el único refugio en el que el artista podía verse a sí mismo. Y sólo a sí mismo, y es que, aún como espectador, lo único que podía verse al escenario eran sombras que nuestro cerebro se esforzaba por realizar procesos cognitivos que intentasen identificar que sucedía. De dicha forma, Wang se sinceraba con «Just Like Magic», el primer ápice de vulnerabilidad no camuflada, mostrando sus propios deseos no satisfechos –pero siempre presentes–. Hay un dolor ahí.

Dicho dolor busca ser procesado desde la distancia, en el que un vulnerable Jackson Wang comienza a relucir ante un celeste explosivo en clave pop rock con «All the Way», en una instancia en que el flujo oceánico de las imágenes lograba un efecto sobrecogedor. Frágil, sí. Pero el artista comienza a verse a sí mismo poco a poco, recorriendo las distintas vicisitudes de un espectro emocional que clama por amor, que plasmó su intensidad en una explosiva lluvia de blanco confetti.

En este punto del concierto, el comienzo de «Bullet to the Heart» se vio interrumpido ante el acto responsable del artista, quien pidió que pararan la música y prendieran las luces para ver el estado en el que se encontraba su público agolpado en la barricada. Ante visibles rostros que mostraban síntomas de desmayos y descompensaciones, Jackson paró el show dos veces en lo que terminó siendo un intervalo de, por lo bajo, 15 minutos en el que, junto a la producción del evento y su equipo de bailarines, asistieron al público de todas las formas posibles. Pidiendo constantemente que tomarán pasos detrás, brindándoles agua personalmente –un gesto iniciado por el idol–, y pidiendo el compromiso a la audiencia de ayudar a la persona de al lado si es que se le veía mal. «La seguridad es primero, el entretenimiento viene después«, fue la frase que recitó el artista para apaciguar a su público, para que así entendiera las prioridades de cómo lograr un gran espectáculo en el que cada actor y elemento es importante. Un acto de lo más aplaudible.

Con una suavizada y melosa versión de «Bullet to the Heart» finalmente sonando, se formula una pausa performática que da tiempo a un respiro corporal, en lo que fue una muestra algo más introspectiva. El dolor asumido abraza a un Jackson Wang sentado quien, en un r&b aterciopelado, vocalizaba verso tras verso como una punzante daga al corazón. De esta forma, un vivo color rojo comenzaba a vestir al idol quien ponía nuevamente su cuerpo en movimiento –acompañado por sus bailarines desplegando una noción performática e interpretativa de la danza– que intenta alcanzar aquello que es inalcanzable. Aquel amor que se encuentra a 80 lejanas millas. 80 millas desoladoras.

Con un Movistar Arena absorto en un océano de luces que relucían como estrellas ante el brillante y melancólico azul del escenario, «Blue», término que en el idioma inglés también puede referirse al estado de tristeza, comienza a mostrar una faceta algo más luminosa. El sentir estas emociones negativas, el abrazar el miedo, genera un mayor conocimiento de sí mismo que tan sólo podría pasar en este estado aislado, uno el que Wang comienza a recitar con versos que traducen gritos de ayuda, cobijados en una seguridad de aquel o aquello que permanece a su lado. En ese instante, las luces ondeantes por el movimiento de brazos del público definitivamente le entregaban ese consuelo. Ya con «Dopamine», el azul al entrar en contacto con el rojo, resulta en un cándido violeta que contrastaba con el brillante blanco de luces que adornaban delicada y masivamente los deseos de Wang por poder descansar un momento.

Cabe destacar que en algún instante dentro de este acto, Jackson se dio un momento de hablar de tu a tu con su público, explicando sus deseos por hacer un concierto en solitario en el que espera que, como entretenedor, sus fans pudieran llevarse algo más a sus hogares. «Esta bien no estar bien«, dice, y es que ese es el punto que llevó al artista a embarcarse en esta aventura solista. Una que le pudiera permitir respirar, abrazar la vida que está viviendo, y vivir bajo sus propios términos. Si es que uno no vive para sí mismo, ¿cuál es el punto?

Acto III: «Redención»

Tras una introducción críptica y cinematográfica que recorrió el calvario personal en el que se enfrascó el cantante, se vio un rostro que vivió el terror, el miedo y la ansiedad, en una soledad tal que el silencio, poco a poco, logró comenzar a mostrar nuevos lugares en el que ver y sentir. Un fuego que se posó en su mano, el cual se multiplicó, mostraban a un Jackson que, tras luchar contra todas dichas negatividades, posó su mirada directa al horizonte. Esta vez sin miedo. Esta vez siendo él.

Con un pop bombástico como sutil, antecedido por una entrada a lo grande en las bondades del rock de arenas más explosivo, «LMLY» nos muestra al artista totalmente cubierto por el rojo en su traje, en una de las instancias más teatrales y melodramáticas del show. Un público sumamente presente en cada verso eran el lienzo ideal para que las maniobras corporales usaran cualquier elemento a su paso –en una disposición escenográfica de mesas y sillas que rememoraban de algún recuerdo personal del cantante–. Un subidón enérgico que se tomaría un aire mucho más frágil en «Vibes», profesando un sentido amor situado en una gradiente de colores solares.

En este instante de la presentación, la cual ya llevaba un buen tramo –y que tenía mucho más por delante–, sucedió uno de los instantes más esperados y, al mismo tiempo, más sorpresivos. En una íntima versión de «I Love You 3000 II», y tras preguntar por el estado amoroso primero, Jackson Wang sube a una fan al escenario para cantarle cara a cara cada uno de los cálidos versos y estrofas de tan preciosa canción, en un instante que no ocasionó más que suspiros y gritos ante la fortuna de la chica en escena, compartiendo de lado a lado con el artista. Una postal preciosa, que terminó por ser de ensueño al impregnar el ambiente con pétalos de un rojo sumamente intenso y evocador.

Acto IV: «Aceptación»

Con un vistazo biográfico a su vida, desde que era un niño hasta sus días en GOT7Jackson nos relata desde pantallas documentativas sobre el cómo el peso de la vida y los diversos obstáculos a los que se enfrentó, quitaron el foco en donde tenía que tenerlo. Totalmente descuidado de su propia salud mental y corazón, el artista complació a todo el mundo menos a él. Un discurso que se vio desde cuando rechazo un premio olímpico u otras oportunidades laborales, para poder embarcarse al salvaje mundo de la música y el espectáculo. Pero, y tras un receso obligado de descubrimiento autoexploratorio, el MAGIC MAN ha llegado.

Con la celda en suspensión bajando progresivamente, y un dorado fulgoroso que resaltaba la intensidad del momento, el artista renace con «Come Alive», aceptando totalmente sus emociones y haciendo todo lo posible por alcanzar aquello que desea. Lo que opta por contrastar de inmediato con la desmitifación de la fama que reside en las estrofas de «Champagne Cool», bebiendo alcohol desde la botella –y compartiéndolo con sus bailarines– a la luz de un rojo intenso.

Pero, y sin duda uno de los momentos más electrificantes, fue con «The Moment», en el que Jackson sube a una fan al escenario para un momento de danza íntima y sensual sumamente magnética, atrapados en un instante que, si bien todo el mundo ovacionaba, lo que ocurría en el escenario parecía un show de sólo dos. Dos quienes se esconderían en el refugio de un humo que dejaría a la imaginación lo que pudo haber pasado tras bambalinas, mientras sonaba la exquisita «Dead».

Con la inédita «Greedy», Jackson ya estaba totalmente empoderado, actuando como un maestro de ceremonias que se desenvolvía con un magnetismo irresistible en un escenario que no hacía más que hacerle relucir. Lo que cobra un carácter aún más único ante el salvajismo primal de «Cheetah», su último sencillo editado a la fecha, que impregnó de un baile incesante e inagotable en un despliegue sublime. Jackson ya no es débil, aún ante la portentosa fuerza de la chica mala, o, análogamente, ante el peso abrumador de prácticamente cualquier cosa. Se tiene a sí mismo, y es todo lo que necesita. De ahí que la bohemia se sienta más libre y disfrutable con «Drive It Like You Stole It».

Acto seguido, Wang se toma varios minutos para hablar. Minutos en los que las fascinadas caras de miles de personas escuchaban atenta y eufóricamente los distintos pensamientos que recorrían la psique del artista. Desde sus deseos de no irse del país hasta su pequeño paso por el Drugstore de Providencia, a también un tono más serio y reflexivo en el que invitaba a todas las personas a mandar a joder a las negatividades –y los individuos tras estas–, en un acto de amor propio que, ante el infinito amor oculto tras su sonrisa, llenó de gracia y júbilo a toda la audiencia.

De esta forma, con la rockera–y–bluesera «Cruel», Jackson entrega una de las performances más deslumbrantes en términos de coreografía, en el que aspecto interpretativo de lo sexo-afectivo cobraba un carácter prácticamente palpable. Uno que sería el momentum perfecto para la fiesta que comenzaría con «Blow», en el que el coreo del riff principal superó los decibeles de los speakers ante una audiencia protagonista, compartiendo y saltando cada intención de un artista que ya comenzaba a relajarse. Y digo esto último porque, aún si es que la norma clásica de los conciertos diría que este momento sería el final del mismo, no podríamos haber estado más equivocados.

Sí, y es que lo que vino después fue la fiesta más grande de todas. Vestido en ropas casuales, sin maquillaje en el rostro, el MAGIC MAN haría lo que quisiera. Una esperanza de romper con cualquier convención, cualquier límite, y cuidar aquello que es tan querido para sí mismo. ¿Que sí es famoso? Sí, pero ya no actúa bajo las normas exclusivistas que ponen al artista en un altar. Muy por el contrario, y es que junto a «Pretty Please» y «Slow» el artista subió a decenas de fans al escenario, tomándose su tiempo, yendo de extremo a extremo, saludando e interactuando con cuantas personas pudo. Tomando. Abrazando. Regalando poleras. Un acto de gratitud tan tremendo que haría que hasta el más impasible esbozase una sonrisa genuina.

Saltos incesantes, gritos inagotables, goce infinito. La fiesta más grande de todas haría saltar a todo el Movistar Arena, en casi 3 horas de un show que, con un remix EDM de «100 Ways», dejó a todes absolutamente felices. Definitivamente nos fuimos con algo hacia nuestros hogares la noche de ayer, y que Jackson Wang y todo aquel que haya ido a ese show tengan por seguro, que su mensaje hizo click en miles y miles de personas.

Gracias por tu magia, Jackson.

 

Setlist:

  1. 100 Ways
  2. Go Ghost
  3. Blackout
  4. Just Like Magic
  5. All the Way
  6. Bullet to the Heart
  7. Drive You Home
  8. Blue
  9. Dopamine
  10. LMLY
  11. Vibes
  12. Love You 3000 II
  13. Come Alive
  14. Champagne Cool
  15. The Moment
  16. Dead
  17. Greedy
  18. Cheetah
  19. Drive It Like You Stole It
  20. Cruel
  21. Blow
  22. Pretty Please
  23. Slow
  24. 100 Ways (Remix)

Revisa la galería de fotos completa a continuación:

Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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