Live Review

Reckless Love en Chile: Cuando el culto incendia la noche

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Alejandra Besoain

 

¡Pero qué fiesta más grande fue la de anoche! La Sala RBX fue la sede de uno de los shows más energéticos que haya visto el glam en los últimos tiempos en nuestro país. Un subgénero en el que existe consenso de que hay un desgaste general y que mantuvo dificultades en estar a la altura de la gloriosa época de los ’80 –y algo de los ’90–, pero ese relato no importa relevancia para los finlandeses Reckless Love porque mientras exista convicción y vocación por su obra, cosas maravillosas pasarán. Y, por supuesto, uno de esos hechos fue el debut esperado por más de una década en nuestro país, para la suerte y fortuna de todas aquellas personas que repletaron el recinto de Vicuña Mackenna en una fría noche de martes. ¿Y saben qué? Parecía fin de semana, y es que la fiesta fue absoluta.

Los encargados de abrir la jornada fueron los nacionales Loud Solution, quienes mantuvieron férrea su convicción por una noción melosa y directa del glam, con adyacencias al AOR que no hacían más que colorear sus riffs magnéticos y coros irresistibles. En ese sentido, Boris Seeder y su gente fueron la opción perfecta y precisa para tan célebre velada, y la razón de ello recae en algo más allá que simplemente refrescar la noción del subgénero en nuestro país. Y sí, en Chile se consume glam, y harto. Hay muchísimas bandas haciendo de las suyas y un público gigante que está encantado de vivir la grandilocuencia del mismo –tal y como se vio en el mítico show de Mötley Crüe Def Leppard–, pero la razón principal, o al menos la más sustancial del secreto de esa relación con nuestro país, es la sensación de júbilo que produce. Y ese concepto es algo que los chilenos entienden muy bien, tal y como quedó claro con canciones como «Not Provided» o «City of Pride», canciones de su tremendo ‘Throwback’ que siempre jugó a lo grande, a los himnos y el carisma. Así, con «Past Dark Nights» dieron fin a su breve set que cosechó, sin lugar a dudas, muchísimos fans.

Llegadas las 21:00 hrs., con «The Boys Are Back In Town» de Thin Lizzy animando el espíritu de los presentes, Reckless Love se toma el escenario con un magnetismo primario que encendió la fiesta de la forma más explosiva e instantánea. Una reacción química en el que la dopamina se elevó por las nubes, y la algarabía total llamaba a corear con entusiasmo «One More Time», el track que dio comienzo a una noche inolvidable. Digámoslo de inmediato. La energía tanto de Olli y sus compañeros con el público se complementó de inmediato, en una relación recíproca de goce en el que canciones como «Born to Break Your Heart» o «So Happy I Could Die» levantaban el portentoso mar de voces con una verdadera radiografía a los inicios del género. Ese que antecedía a los años dorados, y que en 2023 toma un carácter aún más valioso, que fuera de toda nostalgia, inyecta al calor de la energía emanada un destello prominente en hit tras hit.

Y es que Reckless Love se hizo un nombre hace más de una década con covers de Guns ‘n Roses, pero el día de hoy brillan con singles y discos de su propia pluma y ejecución que ponían a los asistentes a corear sintetizadores, o de lleno compartir carcajadas ante el carisma del frontman que aleonaba una y otra vez la impronta salvaje del público chileno. Con esos ingredientes, imposible que nada salga mal. Todo lo contrario, desde la reja hasta la mesa de sonido no había una sola cara sin una expresión exagerada que manifestase la alegría de dicho momento, gracias a temazos como «Back to Paradise» o también «On the Radio», mostrando la buena salud creativa que tiene la agrupación actualmente, en donde los elementos sintéticos tocan una fibra aún más profunda, embelesando su propio encanto en formas del synthwave.

Rememorando tiempos de infancia con «Kids of the Arcade» o con clásicos de la presente década con «Turborider», Reckless Love jamás cortó su entusiasmo ni su agradecimiento ante los saltos, ovaciones y coros gritados en la fiesta más grande de todas. Y esa oportunidad es producida por un trabajo colectivo, en que hay todo un ejército de personas que lo hacen posible, al silencio de lo visible. Pero Olli no quiso dejar pasar desapercibido la tremenda labor del ingeniero de sonido y el manager de stage, quienes tuvieron menciones individuales ante una audiencia que les aplaudió con la misma energía irradiada que para el resto de músicos en el escenario.

De esta forma, el fin de un show breve tenía que irse de la forma más explosiva posible, siendo las encargadas de traer la epítome y clímax del show con «Night on Fire» y «Hot», metáforas del espíritu del glam en donde la sexualidad de los movimientos pélvicos del vocalista rememoraban vivazmente los tópicos que atraviesan sus canciones, invocando una sinergia fluida en el que, cada asistente y músico decidió comportarse como si viviesen la mejor noche de sus vidas. Y fue exactamente así como se sintió.


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Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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