Escrito por Constanza Machuca
Fotos por Nicolás Rosales M.
Pasando de una presentación en el Teatro La Cúpula en 2019 a ser uno de los shows más repletos en esta edición de Lollapalooza, es que la banda estadounidense de dream pop enamoró a los asistentes en una noche de emociones, calidez e intimidad.
Fue así como, en una presentación puntual y comenzando exactamente a las 21:30, la banda comenzó su concierto interpretando la canción “Crush”. Con un show con una clara estética coincidente a lo nocturno y las pantallas de transmisión en blanco y negro, lograron acaparar de inmediato la atención del público.
Tras tocar temas un poco más antiguos como “You’re All I Want”, “Nothing’s Gonna Hurt You Baby” y “John Wayne”, pasaron a tocar su último lanzamiento, “Pistol”, caracterizado por la nostalgia de una relación perdida, y apoyado por aquellas visuales que acompañaron toda su presentación, generando aquella sensación de intimidad conectada a sus canciones.
Si bien su propuesta más reciente en formato álbum fue el disco Cry (2019), sorprendentemente el álbum protagónico de la jornada fue su homónimo, Cigarettes After Sex (2017). Haciéndole honor al nombre de la banda y a la estética propuesta por ellos, el público se veía caracterizado por dos factores principales que salieron de lo común con respecto a las otras presentaciones: el olor a cigarrillo y el silencio. Ojo, que por silencio no se debería entender que no los conocían y por ello no cantaban, sino que la gente se vio sumergida en este universo de emociones y romanticismo, mirando atentamente a la pantalla y el escenario intentando escuchar de manera completa la interpretación de la banda, donde al acabar cada canción fueron ovacionados por la audiencia.
Y es que este romanticismo llegó a su clímax cuando la banda tocó la última canción del setlist, que también es su canción más conocida: “Apocalypse”, donde ahora sí la gente no contuvo las ganas de corear la canción. Con el clásico sonido onírico de la guitarra en la banda y siguiendo este concepto de blanco y negro, humo e intimidad se sumó otro factor para cerrar el show, un juego de luces blancas con una bola disco. Así fue como no sólo acabaron dando un concierto común, sino que incluso dio esa sensación de sumergirse en una fiesta íntima y casi de película.
La propuesta de Cigarettes After Sex sale de lo común, esto debido a que cuando se piensa en un concierto, la gente suele imaginarse un show lleno de saltos, gritos y baile, cosa que se contrasta con el show de ellos. La voz de Greg González invita a ensimismarse en aquellas emociones de sus canciones, dando vuelta completamente la propuesta usual de un show de festival, y que acabó funcionando extremadamente bien, puesto que, si bien no fueron proclamados headliners, su convocatoria fue masiva, y a lo largo de la presentación esta convocatoria nunca bajó. La atracción del público ante la banda fue evidente: no por nada acabaron teniendo un sideshow que incluso sufrió de cambio de recinto debido a la alta demanda de tickets.
Por último, cabe destacar también que la presentación lamentablemente no pudo ser transmitida por el festival debido al choque con Drake, uno de los headliners de la noche. Sin embargo, para quienes no tuvieron la oportunidad de ver el concierto y hayan deseado verlo es recomendable que lo vivan en carne propia, puesto que aquella sensación sólo se puede replicar en vivo. Definitivamente una propuesta que vale la pena presenciar alguna vez en la vida.