Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Benjamín Díaz Aguirre
Tras reprogramar su visita a nuestro país pactada originalmente para el día 1 de la versión 2023 del festival Fauna Primavera –decisión forzada a causa del coronavirus–, el cantautor venezolano-estadounidense Devendra Banhart finalmente concretó su retorno a estas tierras, en una jornada a la que pudieron asistir tanto aquellas personas que se quedaron con las ganas el pasado diciembre –una medida compensatoria de parte de la producción–, y también todo aquel que quisiera disfrutar del imaginario exquisito del folk latino volátil del músico.
Los colores y el calor intrínseco a las canciones de Devendra es sencillamente irresistible, y su propia figura se expresa en un sentido libre y calmo que se desenvuelve en manerismos e interacciones de lo más honestas. Así es exactamente cómo el show empezó, captando la atención al adueñarse del escenario del Teatro Coliseo de forma austera, encarnando sus propios principios y desenvolviendo, de inmediato, una interpretación de uno sus más grandes hits, «Mi negrita». Con esos acordes de terciopelo de un folk pop de corte latino envolviendo el lugar, el ambiente ya estaba del todo conjurado. Presos de sus encantos, la audiencia perseguía atenta, quieta y expresivamente los versos de «Für Hildegard von Bingen» y «Love Song», momentos en los que ya era posible ver a un danzarín Devendra pasearse por el escenario con un aura infantil, viviendo en su propio mundo de ensueño.
«Baby», el corte popero de indie folk del «What Will We Be» (2009), mostró unas guitarras inquietas como melódicas que desataron pasitos de baile en cada asistente, denotando una muestra de energía sumamente radiante y cálida que tan sólo podría provenir del catálogo del músico. Por lo demás, el contraste con la más oscura «Golden Girls», permitía reconocer los trazos psicodélicos de su propuesta, plasmada en una audiencia hipnotizada por el aparente loop y las voces filtradas que se difuminaban en el espacio.
Tras dar un discurso sobre cómo una mujer, a la que iba a tributar en breve, hizo tanto por la música y que su grandeza es tal que ni siquiera iba a mencionar de quien era la canción próxima, mostró la complicidad que existía entre el público y Banhart. Es que, y con «Don’t Tell Me» de la mismísima Madonna –interpretada principalmente por la tecladista–, se palpaba el pacto tácito que uno firma al escuchar las piezas del músico. Un permiso, una carga liberada, un peso menos, en el que cualquier decisión pareciera la correcta, y el músico bien lo sabe, al darse un lujo de versionar a la reina del pop, encantando a un público participativo.
Cabe mencionar, en este punto que Devendra Banhart le encanta la interacción humana. Las pequeñas particularidades, ese toque distintivo de cada quien, de cada creación, de cada instante. Y es por esa razón que su sutil verborrea representaba fotografías de lo que sucede en su psiqué. Así sea por dar paso a peticiones del público y sus deseos, escuchando a distintos miembros de este y dándoles en el gusto –en lo posible–, o bien, en cómo en esta nueva venida a nuestro país, encontró «un sólo graffiti en todo Chile» –mostrando un flexible sentido del humor–, que decía unas palabras que le calaron hondo en su corazón: «Ternura extrema«. Quizás ese concepto sea lo que mejor represente la idea detrás del proyecto del cantautor, el abrazar la vulnerabilidad y definirse bajo esta misma, permitiendo la expresión emocional como una muestra de autocompasión en un mundo atiborrado de preocupaciones enceguecedoras. Y vaya que hace bien al alma. Vaya que nos hace bien Devendra Banhart.
Así, y en la medida que el concierto avanzaba y tracks como «Fancy Man» y «Fig in Leather» se posaban, hubo un momento bastante celebrado. Esa combinación entre «Abre las manos» y «Quédate luna», en la que todo el romanticismo de la velada parecía llegar a su epítome, con un mar de voces precioso que embadurnaba y protegía los fraseos de estas piezas, cómo un recuerdo que se manifiesta frágil pero de una intensidad prácticamente catatónica. El sentir los pensamientos desnudos era inevitable.
Devendra Banhart tiene ascendencia venezolana de parte de su madre, y aún al crecer en Estados Unidos, su representación en lo latino siempre se manifestó con desbordante vida en su personalidad y creaciones, y eso es algo que trasciende incluso los distintos sonidos que toca. El imaginario latino, siempre consciente de sus propias luchas y de su gran historia, veía en este pequeño momento del 21 de marzo en Teatro Coliseo, un punto de expresión catárquico, y es que la delicada interpretación del músico que hizo de «Luchín» de Víctor Jara, nos relató de esa comunión que existe entre nuestros pares. Casi como un elemento psicosocial, las voces llenaban cada metro cuadrado del recinto. Pelos de punta.
Tras una espacial «Celebration», que dejó a todo el Teatro Coliseo flotando, el cantautor vuelve con su banda para regalarnos «Guillermina» y «Carmensita», queridos tracks del catálogo y que dejaron a sus fanáticos con el corazón llenito, cobijados en la voz y acordes del músico, del que esperamos su regreso sea pronto, y seguido.
Setlist:
- Mi negrita
- Take a Page
- Für Hildegard von Bingen
- Love Song
- Baby
- Golden Girls
- Daniel
- Don’t Tell Me (cover de Madonna)
- Kantori Ongaku
- Never Seen Such Good Things
- Fancy Man
- Fig in Leather
- Let’s See
- Abre las manos
- Quédate luna
- Luchín (cover de Víctor Jara)
- Celebration
- Guillermina
- Carmensita
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