Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Benjamín Díaz
2022 fue sin duda un año grandioso para Javiera Mena, y no es para menos, considerando todos los encantos que posee su último álbum «Nocturna», el cual fue motivo por una gran gira por Chile pisando grandes escenarios de distintas partes del país. Pero la Blondie tiene su encanto, su propia mitología de la cual Javiera Mena ha formado parte de distintas formas, así sea con todo un historial de shows en el escenario del mítico club de la Alameda o prestando sus canciones para que retumben los speakers en un sinfín de fiestas que ha tenido la discoteque. O sea, no es menor decir que la identidad misma de Javiera Mena ha podido construirse en muchísimas ocasiones con los ambientes de la Blondie, y viceversa también. Entonces, es más que seguro decir que un show de Javiera en ese recinto siempre, pero siempre será un acontecimiento.
La noche del sábado 7 de enero finalmente arrancó unos veinte minutos más tarde, ante una audiencia impaciente pero que encarnaba el espíritu alternativo que ostenta la música de la artista. Espera que finalmente veía su fin con «Sincronización» y «La Isla de Lesbos», tracks de «Nocturna» que resonaron en calidad de éxitos patentados, en especial este último, con una notoria subida en los decibeles de los coreos del público. Momentum el cual explotó con «Luz de Piedra de Luna», el destelleante track de «Mena» (2010) que reventó la fiesta en el recinto.
Es sabido que el catálogo de Javiera Mena contiene muchísimos hits, pero no es hasta un show en vivo de la artista en que se nota y percibe el verdadero carácter magnético de esa afirmación, que con canciones como «La Joya» del «Otra Era» (2014), el tema homónimo de éste, y «Esquemas Juveniles» mantiene hipnotizada y en frenesí a sus fans que bailaban y cantaban incansablemente. En especial, el tema que da nombre al LP debut de la artista, interpretado en piano, muestra la vulnerabilidad de sus letras y conceptos, permitiendo relucir los aspectos más sensibles de un público conmocionado y que se dejaba la voz como si su vida dependiese de ello.
Uno de los momentos más altos e icónicos de la noche fue la aparición de Princesa Alba en escena, el cual ya había sido anunciado a través de historias de Instagram, y que dio paso a «La Carretera» y también al nuevo single de Trinidad, «Ya No Soy Tu Baby». El carisma y química entre ambas era irresistible, uno de sus momentos que componen parte de la historia de la música de la artista, un instante histórico atestiguado por una audiencia entusiasta, y uno de esas sorpresas que la Blondie es capaz de brindar una y otra vez.
«Eclipse Total», «Sufrir» y «Al Siguiente Nivel» aportaron a los matices de un show electrizante y sumamente encantador, en la que la sintonía y la complicidad de personas que han vivenciado experiencias similares en sus historiales personales le permita entregar ese toque especial de humanidad, al filo del calor de la pista de baile de la disco. Algo que quedó más que en evidencia con el clásico «Yo no te pido la luna», donde la grandilocuencia y la pasión se hicieron una sola, y el público fue prácticamente el actor principal de su interpretación.
Y vaya que contuvo momentos emotivos este show, brillando la interpretación acústica de «Me Gustas Tú», uno de los icónicos tracks de su última placa, así como la seguidilla de canciones al desnudo de las notas del piano con «Cámara Lenta» y «Sol de Invierno», llamando a las lágrimas y el mar armonioso de cientos de voces que se posaban al unísono con la voz de Javiera.
El final llegó con «Espada», brindando uno de los momentos más frenéticos de la jornada y un cierre perfecto, con una Javiera Mena entregándose a la infinitud de posibilidades de los sintetizadores, entregándose en detalles electrónicos inquietos y magnéticos, demostrando su oficio y experiencia como todo una institución del pop chileno. Así, el show tras una hora y media –y algo más– terminó, y vaya que quedamos felices. Nuevamente, un show de la artista en la Blondie siempre será un acontecimiento, y este realmente lo fue, con toda la grandiosidad que eso implica.
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