Como una tormenta de conexiones sintéticas abstractas, diversas y artísticas en todo su esplendor aparece Tacobitch, un colectivo de 7 personas dispuestas a resolver todo tipo de problemáticas y presiones con una faceta curadora contra las toxicidades nacidas en las relaciones humanas. Desde Oslo, Noruega nutren su radicalidad expresiva en una pasmosa y pantanosa muestra de interacciones electrónicas, que van más allá de lo netamente musical, implorando vertientes escénicas relativas a la performance y las coreografías, en un tratado sobre respeto, colectividad e intereses humano real. «Hamayasan» sucede mientras ocurren coletazos rítmicos compulsivos, siendo una composición que invita a no quedarse con primeras impresiones, puesto que todo esconde algo más de lo que yace a simple vista.
«Nuestra agenda siempre ha sido crear nuevas prácticas y formas de expresión al mezclar música, baile y vestuario» explican. «Lo vemos como músicos siendo bailarines y bailarines siendo músicos, no nos vemos como artistas separados – y si la gente que vive nuestra experiencia se divierte mucho y se va con preguntas sin responder, estamos felices.»
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