Escrito por Felipe León
Existe cierto culto hacia bandas que quizás en su momento recibieron un éxito local en sus respectivos nichos generacionales, geográficos o por escenas musicales, siendo el país del sol naciente un constante innovador a la hora de entregarnos bandas y artistas capaces de llevar sus propuestas por carriles poco y nada visibles en la cultura occidental. Casi como un catalizador de influencias, aparece Fishmans con un toque regulado por la constante de reinterpretar ciertos patrones estilísticos, desde una perspectiva tan única que hasta la fecha, nada ni nadie se les ha logrado siquiera acercar en parecido. La temprana muerte de su vocalista Shinji Sato pudo dejar una deuda pendiente en la banda, quienes entre 1996 y 1997 verían su pico creativo plasmado en tres maravillosas obras como Kuuchuu Camp, Long Season y Uchu Nippon Setagaya.
Finalmente abordamos el último álbum de estudio que concibiera Shinji Sato, Kin-ichi Motegi y Yuzuru Kashiwabara en esta recordada trilogía que posicionaría para siempre a Fishmans como una banda trascendental y única en su esencia. Así Uchu Nippon Setagaya aparecía unos meses más tarde que Long Season en el año 1997, virando en una dirección totalmente contraria a éste, recuperando el formato más tradicional pero empeñándose en sonar igual de enigmático y poco descifrable, y a la vez tan adictivo y reconfortante. Toda una apuesta que podría llegar a manifestarse como una contra cara de lo que la banda mostraría un año antes en el ya mencionado Kuuchuu Camp.
En este álbum la banda exigiría un mismo nivel de búsqueda creativa, colapsando un poco ya las relaciones dentro de los habituales colaboradores del grupo, en gran medida por las exigencias impuestas por su núcleo el cual estaba dispuesto a llegar tan lejos como fuese necesario. Así se siente este tercer acto, mucho más conflictivo, menos pasivo, mostrando una madurez increible visibilizada a la perfección por la lucha orgánica que a ratos se torna este disco, en medio de esos juegos rítmicos que sirven como base para que los cánticos se vuelvan mucho más tribales, repetitivos, infinitos. El trabajo melódico de esta obra denota un lado más pasional, de emociones fuertes en donde cada encrucijada rebozaba un carácter fuerte de interpretaciones a flor de piel, las cuales guardan una fuerte relación con ese fenómeno de ‘in crescendo’ característico de la evolución narrativa que infiere Uchu Nippon Setagaya.
Las complejidades siguen imaginando la música con una hermosa emotividad, a ratos delicada y en otros transgresora, mostrando un acercamiento más profundo de lo orgánico, realizándose como un conjunto de memoriales sonoros de fuertes influencias hipnóticas y emparentadas con ese aspecto nocturno que posee la obra. Así el «Weather Report» infiere un viaje agridulce de dicha y angustia con tonalidades modernas, mientras «Magic Love» rescataría el imaginario del Kuuchuu Camp como un gemelo de «Baby Blue«, sin embargo las creaciones más magistrales de este disco encontrarían su lugar al final, en esa triada compuesta por «Back Beat Ni Nokkatte«, «Walking in the Rhythm» y «Daydream«, casi como unas danzas pausadas, constantes y elevadas a un plano casi astral a la hora de calcular su alcance artístico, imaginando y creando todo un universo de cálidas experiencias sensoriales.
Si Kuuchuu Camp es sol, Uchu Nippon Setagaya es luna. Una muestra más nocturna curada como un grandilocuente cierre que terminaría por sellar la carrera de Fishmans. Posteriormente extenderían parte de esta mítica pasada en su trabajo en directo 98.12.28 男達の別れ, considerada como uno de los trabajos en vivo mejores logrados. ¿Cómo es posible llevar tales atmósferas al sonido en directo? Eso solo ellos lo saben. Lo cierto es que su carrera finalizaría abruptamente con la muerte de Shinji Sato en 1999, no sin antes habernos legado un fluido catastro de acuáticas emociones en este potente y memorable compilado de canciones para cerrar de la mejor manera su legado.
