Definir el Pop como un todo dentro de la industria musical, ha sido el objeto de diversas guerras por un trono cada vez más ambiguo y lejano. Los méritos y exigencias varían a ratos, según dicte la ultima tendencia con fecha de caducidad temprana y antojadiza, acarreando la siempre difícil labor de sonar actual en un mundo veloz y hostil. Con el imperio caído, llevándose a Michael Jackson su rey por años, se ha buscado con suma urgencia un heredero o remplazante, siendo los candidatos tan variados como efímeros. Sin embargo, como es de esperar, la industria ha vivido en la ceguera y en la actualidad, más que un emperador, tenemos pequeños reinados comandados por nombres tan influyentes como inquietos. Uno de estos es Bruno Mars.
El hombre tras una herencia millonaria de sonidos Afroamericanos con data en los años 70, no sólo se ha impuesto de manera silenciosa, en lo más alto del trono mundial, sino que también ha ejercido un crecimiento exponencial de una marca registrada hoy a su nombre. No digamos que su sonido es algo nuevo, más bien es la suma de todo tipo de influencias, a las cuales ha sabido dar una doble lectura, dotandolas de frescura y actualidad.
Si bien se le suele comparar con Michael Jackson, su propuesta es ligeramente distinta. Ambos provienen de realidades diferentes, aunque profezan una continuidad a lo que se conoció como el sonido Motown. A raíz de géneros como el R&B, Mars ha modernizado o mejor dicho, puesto en contexto estilos como el Funk, Soul y el Pop más urbano, recuperando nuevamente el carácter pasional de lo emocional en las canciones. Y he aquí la gran diferencia con Jackson, siendo Bruno un símil al tipo de showman que fue en su tiempo James Brown, liderando un grupo de músicos, a los que da espacio con el fin de generar un verdadero complemento a su talento.
Con tres discos a su haber titulados Doo-woops & Holligans (2010), Unorthodox Jukebox (2012), y su más reciente 24K Magic (2016) y unas cuantas colaboraciones lideradas por el bombazo de 2015 llamado Uptown Funk de Mark Ronson, Bruno Mars ha cosechado una seguidilla de éxitos que han logrado irrumpir más allá de Estados Unidos, entregando un panorama global de su innegable arrastre como artista. El solo hecho de agotar en pocos días las entradas a su concierto en el Estadio Nacional el próximo 28 de noviembre, da cuenta de la enorme popularidad que este músico posee en todo tipo de lugares.
La muestra más feaciente de sus tremenda calidad en directo, yace en el multitudinario show de medio tiempo brindado hace unos años en el Superbowl. Y eso que sólo fueron unos cuantos minutos. Así que preparados porque el concierto que de el Hawaiano probablemente sea lo mejor que veremos este año.