Cuando hablamos de Unplugged, sin duda tocamos una fibra elemental para toda una generación, que vio como sus ídolos, y los ídolos de sus padres, mostraban parte de su catálogo, de una manera íntima y especial. Algunos incluso dejando el corazón. Y es que los hubo memorables, extraños, malos, de todos los tipos, ninguno igual a otro. Parte de su brillo era ese y el recuerdo yace intacto, cuando día tras día rememoramos nuestros favoritos en los reproductores. Eric Clapton entra fijo en esta lista.
Tengo el recuerdo de ir en un taxi, mientras sonaba esa tragedia griega hecha canción de principios de los setenta llamada Layla. Un tema con mucha historia, más allá de ser una declaración de amor a la novia de un gran amigo (George Harrison), y que fuese grabada bajo otro nombre, lo que más me hizo pensar en ese momento fue la genialidad con la que transformó un lamento corrompido de distorsión en una sutil y elegante pieza de Blues de cámara. Muchas otras bandas y artistas harían algo similar con sus canciones más representativas.
Otro de los factores sobresalientes dentro de esta velada, fue la interpretación de covers, la cual sirvió de tributo (y también para darse un gusto) al Blues, música tan presente en su carrera. Porque convengamos que Slow hand, por sobre todo, es un músico que desayuna Blues y parece normal que interpretase clásicos del género como Rollin’ and Thumblin’. Esto dotó aún más de un aire íntimo y acogedor el show, como si estuviéramos en la casa de un amigo mientras toca la guitarra y canta. Claro que ese amigo era Clapton.
El trasfondo de este show, venía precedido por el éxito de McCartney un año antes en este formato, pero también por el complicado momento que vivía Eric. En los últimos años perdió a un amigo (Steve Ray Vaughan) y peor aún un hijo, ambos de una manera trágica. Tears in Heaven fue una manera de expiar las pérdidas, siendo un éxito tanto en su versión estudio como en Unplugged. Una interpretación que dejaría su legado por lo profundo y complejo de la situación.
Otras canciones, desde clásicos como Before You Accuse Me hasta Running On Faith desfilaron, exprimiendo cada gota de sangre y Blues que Clapton osaba poner en el tintero, para escribir lo que sería, en definitiva, uno de los mejores Unplugged y trabajos de su carrera. Sutileza llevada a los extremos pantanosos del lamento humano, acariciaron el polvo de un montón de notas y guitarras, dejando como legado, un compendio de 14 canciones, que hasta el día de hoy, desfilan entre sus más recordadas interpretaciones. Clapton es dios por ahí decían y esta es su misa prima.
Felipe León