Después del lanzamiento de Master of Puppets, tremendo álbum que prácticamente es patrimonio musical tanto de Metallica como tal, para el metal y para la música como un todo, los liderados por James Hetfield y Lars Ulrich definitivamente no la tenían para nada fácil. El escenario no podía ser más complejo y estresante, pues se enfrentaban al segundo quiebre –relevante– en la historia de su grupo (el primero fue el despedido de Dave Mustaine por ser adicto a las drogas) y no pudo haber sucedido de una peor manera: en un accidente de tráfico, en plena gira, fallece el bajista Cliff Burton. El golpe no pudo haber sido más duro, pues justo en el momento en que Metallica estaba logrando grandes cosas, en un cruel desliz del destino, se deben enfrentar a tamaña tragedia, indeseable para nadie. Ese era el contexto al que se enfrentaban, y evidentemente tenían que tomar una decisión y pronto, pues la juventud no dura por siempre, y la música demanda compromiso y perseverancia, y ese fue el camino que siguieron.
Fue así como lanzaron un 25 de agosto de 1988 el álbum “…and Justice for All”, disco que contó con lo último que Cliff Burton pudo brindar al mundo de la música, de manera póstuma –específicamente en cuanto al instrumental “To Live Is To Die”–. Y contó con un sinfín de particularidades, pues quedaba una vacante en la banda, y había que ocuparla, alguien tenía que tomar aquella difícil labor de ocupar un puesto que pertenecía a alguien que ya no existía en el mundo; el elegido fue Jason Newsted. Pero eso no fue lo único que esta placa daría que hablar, pues, curiosamente, el bajo apenas logra escucharse, lo que obviamente generó el rumor de que fue por una especie de duelo en cuanto a su compañero fallecido. La historia es diferente, y todo se debió a un capricho de Lars, el baterista, quien al parecer tenía una extraña visión de cómo debían sonar las canciones, según cuenta el productor que trabajó en este disco, Flemming Rasmussen. Por otro lado, también brindó el primer videoclip que Metallica tendría en su historia, lo que fue de la mano de “One”, en una versión acortada que sin lugar a dudas ayudó al crecimiento de la popularidad que la banda adquiría a pasos agigantados.
Entonces, el desafío era seguir adelante, sobrellevando la muerte de su querido compañero, superar la maestría musical del Master of Puppets, y claramente mostrarnos una evolución en sus composiciones. Y Metallica definitivamente lo logró, brindándonos el disco más técnico que tienen en toda su carrera, y aún así manteniendo la esencia agresiva y rabiosa característico de ellos. Kirk Hammet y James Hetfield nos entregaron un puñado de riffs tremendamente complejos; Lars brilló como nunca en la batería, entregándonos fills que uno pensaría imposibles demostrando la creatividad que tenía (mención especial al doble bombo presente en el segundo acto de One, simplemente una decisión realmente excelente); y la métrica constantemente cambiante que es un verdadero dolor de cabeza para los músicos que intentan versionar estas canciones. Metallica superó la prueba.
La agresividad de Blackened, la rápidez de Dyers Eve, el clásico riff de The Frayed Ends Of Sanity que todo fan de Metallica corea a todo pulmón, el oscuro e infaltable Harvester of Sorrow, la famosísima One, son sólo algunas de las cosas que hacen de …And Justice for All una verdadera maravilla. Metallica superó la prueba, y no sólo eso, demostró que tienen mucho que dar, que existe una ambición latente de su parte por evolucionar, dejando la antesala a “Metallica” popularmente conocido como “Black Album”. Por algo Metallica es de las bandas de metal que mas ha vendido en la historia, porque cada disco tiene su propia historia y eso se logra escuchar en cada nota, y la historia de este álbum, es digna de admirar.
Jota